sábado, 10 de noviembre de 2012

Gracias por su visita

Eso pensamos los aficionados de los Lakers ayer por la tarde a la vez que respirábamos aliviados. Finalmente se ponía fin (valga la redundancia) a ese despropósito iniciado el 25 de Mayo de 2011. Aquel día Jim Buss, cegado por su empeño de eliminar cualquier vestigio de Phil Jackson que quedase por la franquicia angelina, se decantó por Mike Brown para ocupar el banquillo desechando otras opciones mucho más lógicas a la vista de cualquiera e incluso demandadas por los propios jugadores, como la del ex púrpura y oro y hasta entonces asistente del Maestro Zen, Brian Shaw.


Se le firmó por la friolera de $18 millones por 4 temporadas. Un contrato sin duda altísimo para alguien que, si bien fue capaz de llevar a los Cavaliers a la única Final de la NBA de su historia, únicamente era conocido por dos aspectos: a) Defensa; b) Llevarse bien con la estrella del equipo, hasta el punto de dejar, si fuera necesario, el destino del mismo noche tras noche en manos de ella. Porque en ataque, a decir verdad, iba con lo justito. 

13 partidos consecutivos se “cascaron” Los Ángeles Lakers sin pasar de la barrera de los 100 puntos anotados al principio de la 2011-12, récord que únicamente fue superado antes de la implantación del reloj de posesión allá por la 1954-55 y que dejaba bien a las claras de qué “pata” cojeaban los californianos. Porque ver a los de LA durante los meses de Enero-Febrero especialmente daba auténtica pena. El ataque era de lo más bochornoso que se ha podido ver por la NBA en los últimos años (quizá, así de memoria, sólo equiparable al de aquellos Raptors de la 2003-04, donde otro tipo que no valía para otra tarea que no fuera la de especialista defensivo dentro del cuerpo técnico, Kevin O’Neill, llevó a una plantilla que contaba, entre otros, con Vince Carter, Jalen Rose, Donyell Marshall y un rookie Chris Bosh, a promediar 85.4 puntos por partido). Y claro, ante tanto atasco en el ámbito ofensivo la “genialidad” a la que recurría siempre Brown, dentro de su reducido número de sistemas ofensivos (uno), era, cómo no, el Kobesistema. Balón a Bryant y que él resolviera. Claro, esto funcionaba alguna vez que otra, pero por costumbre que siempre él tuviera que solucionar la papeleta obviamente no daba buenos resultados. No parece así extraño que Kobe cosechara los peores porcentajes de tiro de su carrera si excluimos sus primeros dos años en la Liga. Y es que más allá de tacharle de chupón (el recurso fácil de muchos), el problema estaba por otro sitio.

Tras la llegada de Sessions a mitad de Marzo se pudo ver cierta mejora en el aspecto ofensivo, e incluso por momentos y coincidiendo con la recuperación del otro recién llegado en el Trade Deadline, Jordan Hill, y la “explosión” de Metta World Peace después de unos primeros meses en los que estuvo en una forma lamentable, se llegó a ver a un equipo muy sólido que, por primera vez en la temporada, además de defender atacaba decentemente sin tener que recurrir constantemente a su estrella. Pero esas pocas semanas “de gloria” llegaron a su fin poco después de comenzar los Play-Offs. Y es que tras ir ganando 3-1 a Denver los angelinos casi acaban de vacaciones antes de tiempo después de que los Nuggets le forzaran el séptimo partido. Tras ello vino la serie con OKC, que acabó 4-1 y en la que volvieron a aflorar viejas carencias. Eso sí, ese 4-1 resultaba por momentos algo engañoso, pues 3 de los 5 partidos se decidieron por tres puntos o menos, y en un par de ellos además los de LA poco menos que se dejaron remontar. 


Y una vez consumado el adiós a la 2011-12 llegaba la depresión. Nadie confiaba en que ese equipo fuera a ser capaz de hacer algo a medio plazo, esto es, en los años que le quedaran de profesional a Bryant. Pero, como ya vimos, Kupchak volvió a hacer de las suyas y la ilusión volvió a la “familia” Laker. Sólo quedaba encajar las piezas y que todo comenzara a rodar.

Pero eso nunca sucedió. Fue como un coche con ruedas cuadradas. Sobra decir, en este caso, quién “desempeñaba” el papel de rueda. Hablando más de una vez por twitter de este tema recurrente que es (o era) Mike Brown, alguna gente que tiene bastante idea de esto me comentaba (y con razón), ante mis continuos palos a Brown y mi falta absoluta de confianza en él de cara a esta 2012-13, que había que dejarle el beneficio de la duda porque por primera vez iba a tener un training camp para poder preparar la temporada. Algo que, por culpa del Lockout, no hubo el año anterior.

Sin embargo las derrotas comenzaron a caer una tras otra en pretemporada, hasta llegar al 0-8 final. Ni una mísera victoria que echarse a la boca antes de empezar la Regular Season. Las críticas hacia el entrenador, cómo no, iban en aumento. Una de las razones que se esgrimían para justificar en parte las derrotas era que los jugadores aún estaban adaptándose a la “Princeton Offense”, ese sistema de ataque que venía de la mano del nuevo asistente de Brown, Eddie Jordan.


Se llegaba así al 30 de Octubre. Primer partido de la nueva campaña, en el Staples y contra unos Dallas Mavericks sin Nowitzki. Y primera derrota. Pese a un Bryant que anotó casi el 80% de sus tiros, un Gasol que hizo un 23/13/6 y un Howard que acabó con 19/10 (aunque con pírrico 3/14 en tiros libres). Algo no carburaba, y la confirmación vino en los siguientes partidos. Otras dos derrotas, esta vez frente a Portland y Clippers, y peor inicio de temporada para los angelinos desde la 1978-79. Brown salvaría el primer match-ball en un sencillo partido en casa frente a Detroit, pero tras la derrota en Utah el pasado día 7 y la posterior comparecencia ante los medios de Kupchak en la cual le ratificaba en el cargo nos hacía el cuerpo a que sus días en Hollywood estaban contados. De esa forma, el Viernes 9 se confirmaba lo esperado: Brown era despedido después de acumular 12 derrotas en los 13 partidos (contando pretemporada) de esta 2012-13. 18 en 21 encuentros si nos ponemos a contar desde el 3-1 a Denver de los PO del pasado año.


El balance que dejaba el ya ex-entrenador era de 42 victorias y 29 derrotas en temporada regular y 5-7 en Play-Offs. Pero más allá de los números, que tampoco son calamitosos, estaban las sensaciones. Lakers pareció el año pasado e incluso en éste una auténtica banda durante muchos momentos. Si bien hace unos meses se podía achacar esto en parte a las carencias de la plantilla, este año (por mucho que se pudiera decir del banquillo) no había excusas.

¿Qué va a pasar ahora? Todavía no se sabe nada. Se especula con la llegada de Mike D’Antoni (sobre todo por el “factor” Nash, aunque le acaban de operar para ponerle una prótesis en la rodilla y no podría estar en el banquillo hasta Diciembre), Jerry Sloan (y su defensa y su maestría en los pick-and-roll, si bien su personalidad podría chocar bastante con el actual vestuario angelino) e incluso Phil Jackson o Brian Shaw. No hace falta mencionar, y más después de escuchar anoche al Staples en el primer partido sin Brown, quién es el preferido de la afición. Pero hay dos importantes factores en contra de la que sería tercera vuelta del Maestro Zen al banquillo de los de púrpura y oro: a) Jim Buss, quien se tendría que tragarse una buena después de todo lo que montó hace año y medio; b) El hecho de que ya haya comenzado el curso. Jackson siempre que ha entrenado lo ha hecho desde el principio, y se ha mostrado rotundamente contrario a incorporarse a un equipo una vez comenzada la campaña. Pero claro, el banquillo Laker es el banquillo Laker. Y más aún con la plantilla de este año. Por poner un ejemplo, parece que D’Antoni ha dicho que entrenaría en LA hasta cojo, así que nada es descartable (y más aún viendo todo lo acontecido con los fichajes en este verano). En unos días saldremos de dudas.


Y ésta ha sido la historia del paso de Mike Brown por Los Ángeles. Un buen asistente defensivo que nunca debió ser contratado para otra tarea diferente de ésa porque, simplemente, no vale para ello. Y este borrón de algo más de una temporada hay que debérselo únicamente al Sr. Jim Buss: como siempre, al igual que en otros aspectos de la vida, que el odio hacia una persona sea la principal razón que te lleve a tomar determinadas decisiones siempre, o prácticamente siempre, condena desde el primer momento a éstas al fracaso.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Los últimos años de Mourning

Tras ver el otro día el séptimo partido de la semifinal de la Conferencia Este del año 2000 entre Miami y Nueva York y tras haber disfrutado de otro partido a vida o muerte entre dos de los mejores equipos de finales de esa década (Tim Hardaway, Dan Majerle, Jamal Mashburn, PJ Brown, Alonzo Mourning vs Charlie Ward -quizá el único lunar de esos Knicks-, Allan Houson, Latrell Sprewell, Larry Johnson, Pat Ewing) me vino a la mente todo lo que pasó con Mourning en las temporadas inmediatamente posteriores.


Daba gusto ver jugar al, ya por aquellas fechas, mejor defensor del año por segunda campaña consecutiva, y más aún si enfrente tenía a alguien como Pat Ewing, por mucho que éste estuviera en su última temporada como Knickerbocker y, en definitiva, apurando sus últimos partidos como jugador importante en la Liga. Estaba en el mejor momento de su carrera, y qué mejor día para demostrarlo que en un séptimo partido. Y para colmo en casa, en el recién construido American Airlines Arena. En el horizonte la Final del Este, donde los Indiana Pacers de Larry Bird, Reggie Miller, Jalen Rose y Rik Smits esperaban. 

25-16 era el resultado, favorable a los locales, al final del primer cuarto. 14 puntos de Zo, que además de anotar y rebotear estaba secando a Ewing. Todo parecía ir sobre ruedas, hasta que los Knicks comenzaron a hacer dobles y triples defensas al center de los Heat. Esto, unido a que la segunda unidad de los Riley iba entrando en pista (con gente como Anthony Carter o Bruce Bowen) por un lado y al festival anotador de Sprewell por otro, provocó que al descanso se llegara con un 45-39 para los de la Gran Manzana. Las sensaciones eran bien distintas ahora, y pese a llegar empatados al inicio del último período el partido acabó como solía ser costumbre en los últimos años: partido ajustadísimo que al final se decanta del lado de los de NY, esta vez por 83-82. Los 29 puntos, 13 rebotes y 5 tapones del pívot de los de Florida acabaron cayendo en saco roto.

Conviene remarcar que ésta era la cuarta ocasión en la que ambas franquicias se veían las caras de manera consecutiva en las eliminatorias por el título y, si bien en 1997 los de Miami le comieron la tostada a los neoyorquinos en el séptimo partido de la Semifinal del Este gracias a una exhibición de Tim Hardaway, en el resto de ocasiones fue el conjunto de Jeff Van Gundy el que se llevó el gato al agua tras ganar también en todas ellas el choque definitivo de la eliminatoria (el 5º de la primera ronda en el 98 y 99 -aquí con aquella famosa canasta que entró poco menos que llorando de Allan Houston sobre la bocina- y este mencionado 7º de la 1999-00).


Nadie podía siquiera imaginar que ése sería el último partido que Mourning disputaría al 100% en la NBA, aunque eso sí, aún pudo meses después ganar el oro olímpico con el “team USA” en Sydney. El 8 de Octubre del 2000, una semana después de conseguir esa deseada medalla de oro, se hacía público que Zo iba a ser baja de manera indefinida en ese curso 2000-01 que estaba a punto de comenzar debido a un problema renal descubierto en un chequeo de rutina realizado por la franquicia al inicio de la pretemporada. El día 16 se le ponía nombre a esa dolencia tras practicarle una biopsia: glomeruloesclerosis focal y segmentaria, la misma enfermedad que se le diagnosticó a Sean Elliott en 1993 y que le obligó a pasar por el quirófano para realizarle un trasplante de riñón el 16 de Agosto de 1999, apenas un año y pocos meses antes.

Así pues, el anormal cansancio que había estado mostrando en los días previos tenían ahora una explicación, al igual que las anomalías detectadas en los análisis de sangre o la hinchazón que se le había observado en las piernas. Nada que ver, como se había especulado, con una infección viral, problemas de tiroides o el ajetreado final de verano que había vivido, JJOO incluidos. 

Según los médicos la enfermedad se había detectado en un estadío temprano, a pesar de lo cual estaba mostrando síntomas compatibles con un fallo renal. Había que tener ciertas precauciones, porque alrededor del 50% de los pacientes con esta dolencia acababan desarrollando una insuficiencia renal crónica: el riñón en esa situación no es capaz de desempeñar, entre otras, sus funciones de “depuración” de la sangre, regulación de los electrolitos (sobre todo del potasio) y liberación de ciertas hormonas. Además se altera el filtrado de determinadas sustancias y, por ejemplo, las proteínas, que en condiciones normales no pasan a la orina, no se “retienen” y se eliminan con la micción. A modo de resumen:

  • La fatiga mostrada por el pívot era debida a una anemia fruto de una menor liberación de eritropoyetina (EPO) por el riñón, ya que es una hormona que se encarga de estimular la producción de glóbulos rojos. Es un síntoma que aparece incluso cuando el riñón no está muy dañado, como sucedía en este caso.

  • La hinchazón de las piernas (conocida como edema) era debida a la pérdida de proteínas por la orina. Para hacer una idea, las proteínas son las principales encargadas de mantener los líquidos en el interior de los vasos, son como una especie de “esponjas”. Cuando disminuyen su concentración no pueden “retener” todo el líquido que deben y éste acaba saliendo fuera de los mismos, lo cual provoca, en las piernas, ese característico aumento de tamaño.

Dado que había que actuar rápido para evitar la progresión de la enfermedad, se le incluyó en un programa piloto para administrarle un tratamiento médico de 6 meses. Si el 30 de Octubre entraba en lista de lesionados, el 27 de Marzo de 2001 era activado de la misma para disputar el encuentro que los de Riley jugarían en Toronto contra los Raptors. Terminaría participando en los últimos 13 partidos de Temporada Regular, promediando unos meritorios 13.6 puntos, 7.8 rebotes y 2.4 tapones en apenas 23.5 minutos de juego. También participó en todos los partidos de la serie contra Charlotte de primera ronda, en la que los de Carolina del Norte barrieron a los de Florida por 3-0 merced a un conjunto que ya contaba en sus filas con el Sophomore Baron Davis y los ex de los Heat Jamal Mashburn y PJ Brown.

 En la 2001-02 parecía haber dejado atrás esos problemas renales, puesto que participó en 75 de los 82 partidos de la Regular Season firmando unos buenos números, si bien inferiores a los que acostumbraba antes de detectársele la enfermedad: 15.7 puntos, 8.4 rebotes y 2.5 tapones en 32.7 minutos de media. Eso sí, su equipo, con un balance de 36-46, quedaba fuera de los Play-Offs por primera vez desde el año 1995.

Para el inicio de la 2002-03 la salud de Zo empeoró, de acuerdo a los análisis que se le realizaron antes de comenzar la pretemporada. Esto le llevó, esta vez sí, a perderse toda esa campaña. Y a la franquicia tampoco le pudo ir peor, ya que cerró la misma con un pésimo balance de 25-57. En ese verano de 2003 Mourning se convertía en Agente Libre, y unos Heat que se encontraban en mitad de una profunda reconstrucción, con el recién elegido Dwyane Wade y el rookie Caron Butler como futuros pilares, rechazaron el extender su contrato. 

Fue entonces cuando apareció Rod Thorn para ofrecerle 4 años de contrato y $22 millones, pese a llevar más de un año fuera de las canchas, con el objeto de que completara y compensara un poco aquella plantilla de los Nets que había llegado a la Final de la NBA por segundo año consecutivo. Los de New Jersey, después de que Byron Scott poco menos que se negara a dar minutos al recién llegado en esa 2002-03 Dikembe Mutombo, necesitaban un “5” de ciertas garantías para poder dar el salto de calidad que necesitaban. Y el veterano center respondía a ese perfil a poco que su salud le respetase.


Pero por desgracia no fue así. Sólo se pudo vestir de corto en 12 partidos en esa temporada 2003-04, promediando únicamente 17.9 minutos por partido. Si el 22 de Noviembre disputaba su último encuentro, el 24 de Noviembre anunciaba su retirada del baloncesto profesional debido al agravamiento de su enfermedad. Al igual que le ocurrió a Sean Elliott, Mourning iba a necesitar de un trasplante para poder ya no volver al baloncesto, sino poder desarrollar una vida medianamente normal. Lo sorprendente en cierto modo de su anuncio de retirada, teniendo en cuenta que se suponía que antes de comenzar el curso iba a poder volver a la competición sin aparentes problemas, cobraba sentido al considerar que el mal funcionamiento de su riñón estaba propiciando unos niveles elevados de potasio en sangre que le hacían susceptible, con la práctica deportiva, de padecer una arritmia cardíaca que pudiera acabar con su vida.

A partir de aquel día comenzó a recibir decenas de ofrecimientos de personas que estaban dispuestas a donarle uno de sus riñones, pero fue su primo segundo, un Marine retirado de 30 años de edad, quien acabó dándole ese riñón que tanto necesitaba. 

Lo curioso de la historia es que Jason Cooper, su primo, y Zo llevaban 25 años sin verse, y el primero prácticamente sólo conocía al segundo por la NBA. Se enteró además de la dolencia del pívot al visitar en el hospital a su abuela gravemente enferma el 25 de Noviembre, apenas un día después de que hiciera pública su retirada. Allí el padre de Alonzo informó a Cooper de la situación del por esa época ya ex-jugador, y fue entonces cuando éste se ofreció a donarle su riñón en caso de que fuera posible. Y lo fue. Afortunadamente era compatible, por lo que sólo un mes después, el 19 de Diciembre, pasaron ambos por el quirófano.

El trasplante fue un éxito, y Mourning se convirtió menos de 11 meses después en el segundo jugador que volvía a una pista de la NBA después de haber superado un trasplante de riñón. El primero, como es de imaginar, fue Elliott. Aunque sólo se vistió de corto en 18 partidos más con los Nets, esta vez no fue por un deterioro de su salud sino porque los de New Jersey lo mandaron a Toronto para hacerse con los servicios de Vince Carter. Durante esos partidos promedió unos más que prometedores 10.4 puntos, 7.1 rebotes y 2.3 tapones en 25.4 minutos de juego. 

Tras aterrizar en Canadá, dejar claro que no quería formar parte de una franquicia perdedora, superar una tendinitis en su rodilla y alcanzar un acuerdo para el buy-out de su contrato, los Heat anunciaron el 1 de Marzo de 2005 que volvía a la disciplina del equipo. Regresaba así uno de los mejores jugadores de su historia, apenas 20 meses después de haber salido de allí. Su rol sería bien distinto al de su etapa anterior, puesto que aterrizaba para ser el suplente de Shaquille O’Neal (pero en determinadas ocasiones, sobre todo en las dos campañas siguientes, acabaría arrancando bastantes partidos de titular debido a las numerosas lesiones que sufrió el ex center de los Lakers). 

A pesar de no disputar demasiados minutos, especialmente en Play-Offs, su papel fue más que importante para los de Florida. La energía, defensa e intimidación que aportaba fueron claves en algunos momentos. A recordar, ya en la 2005-06, su actuación en el sexto partido de la Final contra Dallas, en cancha del equipo texano, donde salió desde el banquillo para aportar 8 puntos, 6 rebotes y 5 tapones en únicamente 14 minutos de juego. El partido y con él la eliminatoria cayeron del lado de Miami, que consumaba la remontada en la serie después de haberla inaugurado con un 2-0 en contra. Los Heat y con ellos Mourning conseguían su primer anillo de campeones de la NBA. El sueño, al fin, se había cumplido.


En la 2006-07 terminaría siendo titular más de la mitad de la Regular Season debido a los ya comentados problemas físicos de O’Neal. Los vigentes campeones consiguieron un discreto récord de 44-38 y fueron barridos en primera ronda de Play-Offs por los Chicago Bulls. Todo hacía presagiar que el bloque que ganó el anillo el año anterior tenía los días contados, como se acabó viendo el curso siguiente.

Sin embargo, Zo confirmó que iba a continuar en el roster para la temporada 2007-08. Y así fue, hasta que un 19 de Diciembre, en el primer cuarto de un encuentro disputado en Atlanta contra los Hawks, se rompió el tendón rotuliano de su rodilla derecha tras un salto para tratar de taponar a Anthony Johnson. Esta lesión, que acabó suponiendo su adiós definitivo a la NBA, se produjo curiosamente justo 4 años después de su trasplante de riñón.

Aunque se especuló con su vuelta en 2009, anunció oficialmente su retirada el 22 de Enero de ese mismo año, alegando que “ya he hecho físicamente todo lo que he podido por este juego”. Y apenas dos meses después, el 30 de Marzo, en un partido contra Orlando Magic, se le retiraba la camiseta. Se convertía de esta forma en el primer jugador en la historia de los Miami Heat que veía su dorsal colgado del techo del American Airlines Arena.


A decir verdad, era un final más que merecido para un hombre que había luchado lo indecible para volver a pisar una pista de baloncesto. Un digno final para una historia de superación de las que sólo la NBA nos puede ofrecer. Porque, como él dijo cuando decidió volver a jugar tras su trasplante, “sabía que me quedaba aún mucho trabajo por hacer”.

sábado, 6 de octubre de 2012

Miocardiopatías y NBA

Los problemas cardíacos vuelven, por desgracia, a ser protagonistas una temporada más en la NBA. Si el año pasado éstos se cebaron con los Celtics y con sus jugadores Jeff Green y Chris Wilcox (aunque para ser más exactos fueron intervenidos de un aneurisma y una dilatación en la aorta respectivamente), esta temporada le ha tocado al ala-pívot de Phoenix Channing Frye. Su diagnóstico, según pudimos saber hace una semana: miocardiopatía dilatada. 


Mucha gente confundió la dolencia de Frye con la miocardiopatía hipertrófica. Una razón más que factible para explicar dicha confusión puede ser el hecho de que ambas miocardiopatías cursan con un agrandamiento de la silueta cardíaca en las pruebas de imagen, pero lo cierto es que son dos entidades completamente diferentes, con pronósticos bien distintos en determinados casos. Veamos cada una por separado.


a) Miocardiopatía dilatada.

En este tipo de miocardiopatía las cuatro cavidades del corazón, aunque muy especialmente el ventrículo izquierdo (que es el encargado de expulsar la sangre hacia el resto del organismo), se distienden de una forma anormal, volviéndose más fláccidas y delgadas. Esto trae como consecuencia una progresiva incapacidad para mantener el gasto cardíaco (volumen de sangre impulsado por el corazón en un minuto) acorde a los requerimientos del individuo. 


Tras muchos años de evolución acaba dejando un corazón tan sumamente insuficiente que es incapaz de bombear correctamente la sangre al resto del cuerpo, haciendo que el enfermo desarrolle lo que se conoce como insuficiencia cardíaca congestiva. Como único tratamiento curativo estaría el trasplante cardíaco, pues de otra forma el paciente terminaría falleciendo.

Sin embargo el jugador de Phoenix ha tenido suerte, ya que su enfermedad, como él mismo ha comentado, se debe a una infección vírica, lo que hace que esta miocardiopatía dilatada sea potencialmente reversible tras la resolución de la infección y que, por tanto, las posibilidades de curar sin dejar secuela alguna sean elevadas. Eso sí, mientras no revierta la dolencia la práctica deportiva ha de quedar suspendida, pues hay un riesgo bastante elevado de: 

  • Embolias. La sangre se queda en muchas ocasiones estancada en esas cavidades aumentadas de tamaño facilitando la formación de trombos (coágulos) que son posteriormente expulsados junto a la sangre hacia el sistema arterial, pudiendo éstos terminar taponando un vaso en cualquier parte del cuerpo y desencadenando, por ejemplo, un ictus. 

  • Arritmias y síncopes e incluso muerte súbita. El músculo cardíaco en esta enfermedad presenta ciertas anormalidades que le hacen propenso a desarrollar principalmente taquiarritmias (aumento anormal y excesivo del número de latidos cardíacos por minuto). Las arritmias también aumentan por sí mismas el riesgo de embolias, pero no es la única consecuencia que acarrean. Este ritmo cardíaco aumentado puede provocar que no se bombee la sangre adecuadamente al circuito arterial, haciendo que no llegue aporte sanguíneo suficiente a determinados órganos (por ejemplo, al cerebro) y desencadenando un síncope o, en el peor de los casos, una muerte súbita (como veremos después). 

Podríamos decir que Frye, si todo va bien, no tendrá problema alguno en volver a la actividad deportiva y, como él dice, su corazón volverá a ser normal. Pero el que se libre de los efectos a largo plazo de la enfermedad (que son los que irremediablemente conducen a la muerte salvo trasplante) no quiere decir que durante un tiempo esté exento de los efectos “a corto plazo” de la misma, tales como los citados en los párrafos anteriores. Ésta es la razón de que se le tenga alejado de las pistas durante cierto tiempo, y a decir verdad no resultaría extraño si se acaba perdiendo todo el curso 2012-13.


b) Miocardiopatía hipertrófica.

La MCH o HCM en sus siglas en inglés es, tristemente, la más famosa de este tipo de enfermedades del músculo cardíaco. Causa de la muerte, entre otros, de Reggie Lewis o Jason Collier. Recientemente tuvimos el controvertido caso de Cuttino Mobley, a quien se le diagnosticó en el examen médico que se le realizó tras fichar con los New York Knicks en Noviembre de 2008 y que le obligó a decir adiós a las canchas tras 11 exitosas temporadas en la NBA. Y, desgraciadamente, es más que probable que a esta lista haya que añadir a más jugadores en los próximos años, si bien esperemos el motivo de su inclusión sea el mismo que el del ex de Rockets, Magic, Kings y Clippers.

El hecho de que haya tantos casos conocidos de MCH se debe a que arrastra el dudoso honor de ser la primera causa de muerte súbita en deportistas. Prototipo: persona joven, previamente sana en la mayoría de los casos, que durante o tras un esfuerzo (como es en este caso la práctica deportiva, más aún si es alta competición) cae desplomado al suelo y fallece.

¿Y por qué sigue habiendo casos de muerte súbita por miocardiopatía hipertrófica en deportistas de alto nivel a pesar de todos los controles y avances que hay a diario en el mundo de la medicina? La respuesta es simple: la dificultad para su diagnóstico en determinadas ocasiones, que hacen que pueda pasar desapercibida en los exámenes médicos de rutina.

En los deportistas de élite la práctica continuada de ejercicio hace que el corazón responda a esa obligación de bombear una mayor cantidad de sangre por minuto para cubrir las necesidades engrosando su músculo, tanto lo que se conoce como tabique interventricular (que separa el ventrículo izquierdo del derecho) como las paredes de ambos ventrículos. Además, esto va acompañado de un aumento del volumen de las cavidades cardíacas. De esta forma no es necesario un número elevado de pulsaciones para poder mantener los requerimientos del organismo, ya que con cada latido se impulsa una mayor cantidad de sangre. En resumen, el corazón del deportista está “engrosado”, sí, pero este engrosamiento es igual por todas las zonas, es proporcional, y además hace más efectiva la función cardíaca.

Sin embargo en la MCH ese engrosamiento, que técnicamente se denomina hipertrofia, no es “armónico”. Hay zonas que lo sufren especialmente y, a diferencia de lo que sucede en el caso anterior, no mejora la función de bomba del corazón (sino todo lo contrario).


Como se puede ver en la imagen, en la MCH obstructiva (que es la más frecuente y la que nos interesa aquí) la hipertrofia es mucho más acusada en el septo o tabique interventricular, lo cual entorpece el normal funcionamiento cardíaco. Ese septo tan sumamente agrandado impide la correcta salida de sangre hacia la aorta, pues está obstruyendo el flujo de sangre desde el corazón a dicha arteria (“obstáculo para la salida”). En condiciones normales puede no tener repercusión alguna, pero al realizar ejercicio físico, con el consiguiente aumento del número de pulsaciones, aparecen los problemas. 

El ciclo cardíaco comprende la sístole (contracción y salida de sangre al sistema arterial) y la diástole (relajación y llegada de sangre a los ventrículos para que se pueda realizar correctamente la sístole). Una correcta diástole resulta indispensable, pues de ella depende que en los ventrículos pueda haber una cantidad de sangre suficiente para ser bombeada y satisfacer las necesidades. Pues bien, cuando aumenta la frecuencia cardíaca este ciclo se ve afectado, y cuando el número de latidos por minuto aumenta demasiado, el ciclo cardíaco se acorta a costa de reducir el tiempo de diástole, lo cual perjudica y reduce el normal impulso de sangre al circuito arterial.  Y por si fuera poco, en la MCH el engrosamiento que también afecta en cierta medida a las paredes ventriculares provoca que los ventrículos no se relajen de una forma adecuada (“obstáculo para la entrada”), por lo que a unos sujetos que tienen de por sí alterada la función diastólica se le van añadiendo otra serie de problemas. Otro aspecto a tener en cuenta es que esta anormal relajación en diástole por la excesiva rigidez y grosor de las paredes aumenta la presión y comprime las arterias coronarias haciendo que en determinadas circunstancias no les llegue suficiente sangre, por lo que se facilita la aparición de anginas de pecho e incluso infartos de miocardio.

En definitiva, a la obstrucción se une por un lado la incorrecta relajación ventricular y, por otro, durante el ejercicio, el acortamiento del tiempo de diástole. Se configura así una terna bastante peligrosa, puesto que se dificulta sobremanera el correcto bombeo de sangre al sistema arterial. Además, al igual que ocurría en la miocardiopatía dilatada, en la MCH las células del músculo cardíaco no son similares a las de un corazón sano, están alteradas, por lo que se favorece nuevamente la posible aparición de taquiarritmias.


Todo este cóctel explica los síncopes/desmayos que a veces se observan en estos enfermos. A bote pronto se me viene a la cabeza el que sufrió el malogrado Reggie Lewis el 29 de Abril de 1993, durante el primer partido de la primera ronda de PO contra Charlotte Hornets, meses antes de fallecer. La diferencia entre dicho síncope y la temida muerte súbita es que en el primer caso la arritmia acaba revirtiendo, volviendo el ritmo cardíaco a la normalidad, mientras que en el segundo se mantiene hasta que acaba provocando un paro cardíaco por fibrilación ventricular (se alcanzan frecuencias cardíacas de más de 250 latidos por minuto hasta que el corazón acaba colapsando).

Así pues aunque en muchas ocasiones, y refiriéndome por ser de actualidad al asunto de Channing Frye, leamos en las noticias deportivas expresiones tales como “tiene un corazón demasiado grande para jugar al baloncesto” o “su corazón sufre un aumento de tamaño” conviene tener presente que dicho incremento puede deberse a más de una causa, y que dependiendo de la dolencia el pronóstico puede cambiar radicalmente.



viernes, 5 de octubre de 2012

Flashback

“Reaparición de imágenes largo tiempo después de que el efecto inmediato de los alucinógenos hubiera desaparecido”

A esta inicial definición psiquiátrica de flashback, y sin más droga de por medio que el frenético verano que se ha vivido en la franquicia del Dr. Buss (y muy especialmente en el despacho de Mitch Kupchak), se podría adaptar la situación y el equipo que han conformado los “vecinos ricos” de Los Ángeles para esta temporada 2012-13. 

Toda vez que se hizo oficial la llegada de Howard muchas voces empezaron a señalar que no necesariamente este equipo y este formato elegido por Lakers tenía que convertirlos automáticamente poco más o menos que en campeones del curso sin siquiera echar a rodar la bola, que se diría en el fútbol. ¿En qué argumentaban esas voces su razonamiento? Pues muchas de ellas recalcaban que no era la primera vez que se juntaban 4 estrellas en un quinteto titular de los de púrpura y oro y el experimento acababa en la nada (si vale como “nada” un título de la Conferencia Oeste, claro está).


Bajo mi punto de vista hay similitudes con aquellos Lakers de la 2003-04, sí, pero también hay importantes diferencias. Veamos.


1. Situación deportiva.

Si echamos la vista atrás a ese Julio de 2003 observamos que a un equipo que estaba en horas bajas, con una plantilla bastante corta y tras una eliminación en semifinales de Conferencia, se le unieron dos veteranos All Star como eran Gary Payton y Karl Malone, en lo que se entendía como el intento de coger uno de los últimos trenes que le podían llevar a ese ansiado “destino” del anillo de campeón de la NBA (especialmente para el Cartero, quien estaba ya a punto de cumplir los 40 años). Tras ello, otros veteranos de cierto renombre se unieron al equipo, atraídos por la gran concentración de estrellas con las que contaban en Hollywood para esa campaña 2003-04.

En Julio de 2012 la situación era parecida en cuanto a los precedentes, pero bastante peor en lo que a sensaciones se refiere. Contundente derrota en semis del Oeste, plantilla corta (aunque algo remendada tras la intensa tarde de la jornada del Trade Deadline) y, sobre todo, apatía. A todos los aficionados de los Lakers les invadía la sensación de que una era había terminado, de que un proyecto había llegado a su fin: Kobe a punto de cumplir los 34 años, otros jugadores importantes del “roster” superando la treintena (con Gasol, 32, como máximo exponente) y un entrenador que si algo había demostrado era precisamente una notable incapacidad para dirigir al equipo, sobre todo en el plano ofensivo (diferencia abismal con ese verano de 2003, en el cual estaba Phil Jackson a los mandos de la nave angelina). Parecía pues escasamente probable que a partir de lo poco que quedaba se pudiera reconstruir el equipo a tiempo como para que Bryant pudiera aspirar a ganar su ansiado sexto anillo. 


Sin embargo cuando todo parecía perdido apareció de nuevo Kupchak, muy al estilo de ese recordado 1 de Febrero de 2008, y comenzó a devolver la ilusión al personal. Utilizando la tan discutida en su día Trade Exception adquirida de Dallas a cambio de Lamar Odom se trajo de Phoenix a Steve Nash. Un base muy veterano (más incluso de lo que era Payton en ese Julio de 2003) pero cuyo rendimiento en la temporada anterior (ya se sabe, Lockout y todo lo que ello conlleva para los jugadores de cierta edad) había seguido maravillando a los aficionados de la NBA. Y, lógicamente, no había razón para pensar que no pudiera seguir manteniendo ese nivel a pesar de los años.

El simple fichaje de Nash supuso un “efecto llamada” para otros veteranos, como ocurrió también en 2003. Antawn Jamison firmaba poco después, y llegaba para ser el principal referente del banquillo angelino pese a sus 36 años de edad: los 17.2 puntos y 6.3 rebotes promediados en los Cavaliers durante la 2011-12 así lo demostraban. Pero quedaba todavía la guinda del pastel. Y ésa no era otra que Dwight Howard. El ya ex de los Magic, que según lo que podíamos leer en la prensa parecía reticente a recalar en LAL meses e incluso semanas atrás, acabó dando el sí a mediados de Agosto. Rápidamente se empezó a comentar que de nuevo Nash había sido clave, ya que de hecho se rumoreó que DH12 llegó a pedir al canadiense para los Magic a mitad de la 2011-12. Sea como fuere, Howard aterrizaba en LA para acabar conformando un quinteto que, si bien bastante veterano, se podría calificar como uno de los mejores de la NBA sobre el papel (si no el mejor): Nash-Bryant-MWP-Gasol-Howard. Al igual que ocurría nueve temporadas atrás, a priori el puesto de alero es el que queda algo más “cojo” dentro dentro de ese cinco inicial, aunque hay que decir que si MWP comienza la campaña al nivel que finalizó la anterior esta última puntualización carecerá totalmente de sentido. 


Para hacer memoria, recordemos que en esa ya lejana 2003-04 el teórico quinteto inicial era Payton-Bryant-George-Malone-Shaq.

Así pues, en ambos casos tenemos que: mala temporada y plantilla claramente mejorable -> fichaje de veterano(s) de renombre -> efecto llamada -> conformación de un potentísimo quinteto inicial.


2. Química en el vestuario.

He aquí la principal diferencia con respecto a hace 9 años. Por aquel entonces era bien sabido que la relación entre las dos estrellas angelinas, a la sazón Kobe y Shaq, era bastante poco fluida (por decirlo suavemente). Además, a esto se le sumaban otros asuntos extradeportivos como la acusación de violación que tenía sobre sus espaldas Bryant. 

En cambio ahora, al menos que se sepa, no hay ningún tipo de problema en el vestuario. También es pronto para valorar, pues quizá al haber tanto ego en la plantilla si los resultados no acompañan los conflictos pueden empezar a aparecer, pero lo cierto es que por el momento no hay algo que se pueda decir que en principio vaya a afectar a la cohesión y la química del equipo. La relación entre las dos estrellas que ya estaban en LA antes de todos estos movimientos, Kobe y Pau, es más que buena. Nash no es precisamente lo que se dice un jugador conflictivo y MWP, pese a todo lo que se pueda pensar de él, es un hombre de equipo y un líder en el vestuario. El único que despierta ciertas dudas es Dwight Howard, dado el último año que ha protagonizado en Orlando, acercándose mucho más su comportamiento al de un niñato caprichoso que al de un jugador franquicia.

Dado el caso, aquí será fundamental también el papel del entrenador. En aquella ocasión, hasta alguien de la talla de Phil Jackson acabó no pudiendo controlar parte de la problemática entre Shaq y Kobe. Esperemos, por el bien de los angelinos, que en caso de que los resultados no acompañen ese vestuario no acabe saltando por los aires, pues esta vez mucho nos podemos temer que poco o nada ayudaría la figura del entrenador a devolver las aguas a su cauce. Más que nada porque todos sabemos que el perfil de Brown responde más al del típico entrenador “agradaor” de la estrella del equipo.


3. Banquillo.

En lo que a entrenador se refiere poco podemos decir, puesto que sería un insulto hacia Phil Jackson tratar de compararlo con Mike Brown. Sin embargo, en lo que a jugadores se refiere sí que la balanza cae a favor (y bastante) de los actuales Lakers.


  • Temporada 2003-04: Derek Fisher, Rick Fox, Slava Medvedenko, Bryon Russell, Horace Grant, Kareem Rush y los rookies Brian Cook y Luke Walton.

  • Temporada 2012-13: por el momento, Steve Blake, Chris Duhon, Jodie Meeks, Devin Evanks, Antawn Jamison, Jordan Hill y Earl Clark. 



Sin ser un dechado de profundidad y calidad, no se puede decir que aquellos Lakers del “Big Four” tuvieran un mal banquillo, sobre todo de haberles respetado mínimamente las lesiones. Aun así, lo cierto es que el actual mejora a aquél considerablemente: dos bases veteranos y que, en teoría, deberían aportar en lo que a tiro (Blake sobre todo) y defensa se refiere, un escolta suplente con un gran tiro de tres (uno de los puntos negros el pasado año), un alero sacrificado, un anotador para el poste bajo y trabajo y rebote para la posición de pívot reserva.

A priori estos suplentes deberían cubrir sin que se note en exceso la ausencia de cualquier titular, aunque habría un apartado donde podría haber algunos problemas: la creación de juego. Todo dependerá del nivel de Blake y Duhon. Con respecto a los demás, en algún momento de la temporada pasada los que ya estaban en la plantilla angelina dieron un paso al frente, y los que no ya rindieron aceptablemente bien en sus respectivos equipos (mención aparte de Jamison, que directamente era el ala-pívot titular en Cleveland).

Lo dicho anteriormente contrasta con aquel banquillo que tuvo que gestionar Phil Jackson, en el que Cook y Walton, dos novatos que apenas contaban, en teoría, antes del comienzo de la temporada, terminaron jugando durante la Regular Season e incluso en determinadas fases de los Play-Offs obligados por las lesiones. Y en cuanto al resto, Grant venía casi de un año en blanco en Orlando, y tras lesionarse la cadera en Marzo no volvió a pisar una pista de baloncesto; Fox estaba lesionado y no regresó hasta finales de Enero y Medvedenko, si bien tenía una gran muñeca y aportó en ataque cada vez que se le necesitó, era nulo en lo que a defensa se refería (aspecto que se notó mucho con la ausencia de Malone). Únicamente Fisher pudo mantener una cierta contribución regular desde el banco durante todo el campeonato. Y claro, esto unido únicamente a lo que pudo ayudar un Sophomore como Kareem Rush y lo ya mencionado de Medvedenko se acabó quedando bastante corto a la hora de la verdad.


En cuanto a lo que pueda pasar este curso, lo iremos viendo con el paso de las semanas. La suerte es impredecible, y quién sabe si al final por una razón u otra este proyecto acaba fracasando, pero lo cierto es que sobre el papel, y en ausencia de desgracias, estos Lakers están llamados a hacer algo grande (con el permiso de Miami, OKC, Boston y San Antonio sobre todo). Salvo que la desgracia, como ocurrió en cierto modo en aquella 2003-04, se cebe con ellos.


viernes, 31 de agosto de 2012

La noche en que todo cambió

Verizon Center, Washington D.C. El Miércoles 4 de Abril de 2007 ocurría lo siguiente. El por esa época base estrella y jugador franquicia de los Washington Wizards, Gilbert Arenas, caía lesionado en su rodilla izquierda. El diagnóstico: rotura del menisco lateral. Se perdería así los Play-Offs de esa temporada 2006-2007, pues se le estimaba un período de baja de unos 3 meses una vez pasara por el quirófano. Hasta ese momento nos había dejado durante la campaña numerosos “buzzer beaters” y exhibiciones como los 60 puntos anotados en el Staples contra los Lakers el 17 de Diciembre de 2006 (donde estableció un récord de puntos anotados en una prórroga con 16) o los 54 contra Phoenix cinco días después. 


Finalizaba de esta forma para él la 2006-07, en la que promedió unos nada desdeñables 28.4 puntos, 6 asistencias, 4.6 rebotes y 1.9 robos en 74 partidos. Aunque la postemporada estuviera perdida para los Wizards (Caron Butler estaba también lesionado), cabía esperar que al año siguiente volvieran a dar guerra en el Este gracias a su trío estrella: Gilbert Arenas - Caron Butler - Antawn Jamison. 

El curso 2007-08 comenzaba relativamente bien. A pesar del 3-5 inicial para los capitalinos (las 5 derrotas en los 5 primeros partidos) el “Agent Zero” estaba promediando 22.4 puntos, 5.9 asistencias, 4.4 rebotes y 2.1 robos en 39.5 minutos de juego. Salvo por su bajo porcentaje en tiros de campo (sólo un 39%), todo hacía indicar que el jugador franquicia de los de Washington había vuelto al 100%.

Sin embargo, en esas casi tres semanas de competición tuvo molestias en la rodilla operada, además de que hubo que sacarle líquido de la misma en dos ocasiones. Y tras el partido contra los Wolves del 16 de Noviembre todo se volvió a torcer: comenzó a sentir dolor de nuevo en su rodilla izquierda, y una resonancia magnética cinco días después revelaba una rotura parcial del menisco medial, causada probablemente por cargar en exceso la articulación tras volver a la actividad. Ese mismo día pasaba por segunda vez por el quirófano. Otra vez el menisco le iba a hacer perderse, en principio, tres meses de Regular Season.

El 2 de Abril, mes y medio después de lo esperado, volvía a las pistas para tratar de llegar con algo de rodaje a los Play-Offs. 5 partidos disputados, todos ellos saliendo desde el banquillo. 21.7 minutos de media y 14.6 puntos, 3.8 asistencias y 3.2 rebotes. Y en Play-Offs los números fueron incluso peores: 10.8 puntos, 2.8 asistencias y 1.8 rebotes en 23.5 minutos, de nuevo como reserva, en 4 partidos de la serie contra los Cavs. Antes de celebrarse el quinto encuentro Arenas anunciaba que se perdía el resto de los PO a causa, como era de esperar, de su rodilla izquierda, la cual seguía sin responder como debía tras la operación de mediados de Noviembre. Washington acabaría siendo eliminado (4-2) en primera ronda por tercer año consecutivo, siempre contra el mismo equipo: Cleveland Cavaliers.

En Junio, y a pesar de una temporada casi en blanco, Arenas decidía salirse del sexto año de su contrato para así intentar firmar otro por el máximo. Un mes después renovaba con los Wizards por 6 años y un montante total de $111 millones. Dicha suma se acercaba bastante al máximo al que podía aspirar, que era de $127 millones. Y, en lo económico, la jugada no le pudo salir mejor.

El 17 de Septiembre de 2008 volvía a pasar por el quirófano. En esta tercera ocasión se le retiraron detritus celulares, causantes de las continuas molestias que llevaba arrastrando en su maltrecha rodilla. Se esperaba entonces que únicamente se perdiera el primer mes de competición. Pero no fue así.

En esa 2008-2009 acabó disputando únicamente dos encuentros. El 28 de Marzo contra Detroit y el 2 de Abril contra Cleveland. De debutar en esa temporada en Diciembre a hacerlo a finales de Marzo. Algo no iba bien, y ya empezaban a aparecer dudas sobre si “Hibachi” podría volver a ser aquel All-Star que siempre estaba en la lista de máximos anotadores de la Liga las campañas previas a su primera lesión.

El curso no sólo fue catastrófico para Arenas, sino para toda la franquicia. El bagaje final del mismo fue un pírrico 19-63, con la destitución de Eddie Jordan, quien había sido el técnico jefe desde que el ex de Arizona llegó a Washington, tras un pobre comienzo de 1-10. Además, ésa sería la última ocasión en la que el trío Arenas-Butler-Jamison acababa una temporada en los Wizards. Todo hacía presagiar que un ciclo se estaba acabando en la franquicia de la capital americana.

Se llegaba de esta guisa a la 2009-10. La tendencia iniciada el año anterior no se revirtió ni tras contratación del ex de los Wolves, Flip Saunders, como entrenador. Y eso a pesar de que el “Agent Zero” parecía haber dejado atrás todos sus problemas físicos, pues hasta el 5 de Enero de 2010 jugó los 32 partidos disputados por los capitalinos. Además, sus promedios de 22.6 puntos, 4.2 rebotes, 1.2 robos y 7.2 asistencias lo certificaban, incluyendo un triple doble contra Indiana el 12 de Diciembre y una soberbia actuación contra los Warriors 6 días después (45 puntos y 13 asistencias). Pero a partir del 6 de Enero Gilbert Arenas decía adiós a la temporada. Esta vez, sin embargo, no fue por culpa de las lesiones, sino por algo ocurrido el 21 de Diciembre. Ese día tuvo lugar el ya tristemente famoso incidente de las pistolas en el vestuario del Verizon Center. Tras una discusión con su por entonces compañero de equipo Javaris Crittenton, y después de que éste le amenazara con dispararle en su operada rodilla izquierda, Arenas supuestamente respondió dejando cuatro pistolas (descargadas) enfrente de la taquilla de Crittenton con una nota instándole a “elegir una”. De esta manera violaba tanto las normas de la NBA (referentes a introducir armas dentro de una pista) como las leyes del propio Washington D.C.

Ese 6 de Enero no pudo ya vestirse de corto contra los Cavaliers, pues iniciaba la suspensión por tiempo indefinido que la NBA le había impuesto. El 27 de Enero, tres semanas más tarde, la Liga anunciaba que la sanción alcanzaría hasta el final de ese curso 2009-10. Un total de 50 partidos se acabó perdiendo, ya que el récord de 26-56 lógicamente dejaba a los de Washington fuera de puestos de PO. En lo estrictamente legal, Arenas declarado culpable el 15 de Enero de los cargos de posesión de armas sin tener la respectiva licencia (declaración en base a la cual la NBA impuso su sanción definitiva). El 26 de Marzo de 2010 era condenado a 400 horas de trabajos para la comunidad, pagar una multa de $5000 y pasar 30 días en un centro de reinserción.

Además, en Febrero de ese año tuvo lugar la confirmación del cambio de rumbo que iba a tomar la franquicia: el día 13 Caron Butler, junto a Brendan Haywood y DeShawn Stevenson, era enviado a Dallas a cambio de Drew Gooden, Josh Howard, Quinton Ross y James Singleton, y cuatro días más tarde Antawn Jamison acabó con sus huesos en Cleveland tras un traspaso a 3 bandas con seis jugadores y rondas de Draft implicadas.



Tras un verano en el que no se sabía qué acabaría ocurriendo con él, Arenas comenzó la 2010-11 en esos “nuevos” Wizards. Por primera vez desde que aterrizara en la NBA no vestiría además su famoso dorsal con el nº0, dorsal que eligió para callar a todos aquéllos que predijeron que jugaría 0 minutos en su primer año en la Universidad de Arizona. Éste fue cambiado por el 9, argumentando para ello que quería “dejar detrás de él” el triste incidente de la campaña anterior. A pesar de llegar al comienzo de la temporada con los capitalinos, y tras un inicio de competición un tanto irregular (17.3 puntos, 5.6 asistencias, 3.3 rebotes y 1.4 robos en 34.6 minutos de media a lo largo de los 21 partidos que disputó, 14 como titular), acabó siendo traspasado a Orlando a cambio de Rashard Lewis el 18 de Diciembre de 2010.

En Orlando decidió cambiar nuevamente su dorsal, vistiendo el 1 en honor a Anfernee Hardaway. Allí disputó 49 partidos de Temporada Regular y 5 de Play-Offs, con sólo un par de apariciones como titular. Sus estadísticas cayeron en picado: 21.8 minutos de promedio y 8 puntos, 3.2 asistencias y 2.4 rebotes con un bajísimo 34.4% de acierto en tiros durante la Regular Season; 16.2 minutos, 8.6 puntos, 2.8 rebotes y 2.4 asistencias en la postemporada.


Después del Lockout, y toda vez que el nuevo Convenio Colectivo incluía una “cláusula de amnistía” mediante la cual una franquicia podía, una vez por temporada, despedir a un jugador de su plantilla y que dicho gasto no figurara en los libros de cuentas de ese ejercicio, Arenas se postulaba como un firme candidato a ser despedido, pues le restaban 3 años de contrato y $62.423.760 por cobrar. De hecho, mucha gente comenzó a llamar a esa nueva previsión de amnistía “Cláusula Arenas”. Y si el día 8 de Diciembre se ponía oficialmente fin al Lockout, un día después Orlando ejecutaba la amnistía sobre Gilbert Arenas, siendo así el primer jugador de la Liga que era cortado de esa forma. Parecía, en efecto, que esa previsión estaba hecha a medida para él.

Nadie pujó por él, como era de esperar, durante las 72 horas después de ser despedido, con lo que pasó a ser Agente Libre sin restricciones. Tras varios meses sin equipo, en los cuales seguía entrenando por su cuenta para tratar de volver a la competición al 100% en caso de que le llegara alguna oferta, recibió una de Memphis. Los Grizzlies lo firmaron oficialmente el 20 de Marzo de 2012. Muchos creyeron que la incorporación de la otrora estrella de la Liga podría afectar a la excelente química y nivel de juego del equipo de Tennessee, pero lo cierto es que Arenas comenzó de una forma más que meritoria su periplo por la ciudad de Elvis. Saliendo siempre desde el banco, tuvo un par de buenas actuaciones como revulsivo en partidos back-to-back contra Miami y Dallas el 6 y 7 de Abril, donde en menos de 15 minutos de media promedió 13 puntos con un 70% de acierto desde la línea de tres. Parecía que el “Agent Zero” había vuelto y había callado a todos aquéllos que habían criticado su fichaje por el equipo de Lionel Hollins.



Pero poco después de estos partidos, concretamente el día 19 de ese mismo mes, se le diagnosticó la rotura de un ligamento de uno de los dedos de su mano derecha, la cual le impidió continuar con su buena racha de actuaciones y, en definitiva, mantener una cierta regularidad. En Play-Offs apenas pudo ayudar al equipo (su forma de jugar le hubiera venido más que bien a Memphis en su serie contra Clippers) y, tras caer eliminados por 4-3, de nuevo su futuro era una incógnita. 

A 16 de Agosto es Agente Libre y por triste que parezca entre su historial de lesiones y su más que extraña personalidad (unida al incidente acaecido 3 años atrás) parece extraño que Gilbert Arenas vuelva a recibir, a sus 30 años, otra oferta de un equipo NBA. Esperemos que alguien acabe confiando en él, pues sería una pena que acabara así la carrera de uno de los mejores bases anotadores que ha visto la NBA en los últimos años.


martes, 28 de agosto de 2012

Lo que pudo ser y no fue (II)

Play-Offs

Primera ronda

El 17 de Abril de 2004 comenzaba la postemporada para unos Lakers que habían terminado la Regular Season como un tiro. Sus primeros rivales fueron los Houston Rockets, que habían finalizado la temporada en la séptima posición del Oeste con un balance de 45-37.

Como curiosidad señalar que aquella primera ronda fue testigo de los últimos partidos de Steve Francis como jugador franquicia del equipo texano (ya que volvió a Houston en 2007, aunque a un nivel sensiblemente inferior). El divorcio con el contratado esa temporada para el puesto de entrenador jefe, Jeff van Gundy, y el espectacular base era más que evidente al poco de compartir vestuario.

Con todos sus jugadores importantes sanos, los angelinos solventaron la eliminatoria por un aparentemente cómodo 4-1. Sin embargo, el viaje hacia la segunda ronda no fue tan sencillo como ese 4-1 reflejaba. El primer partido, disputado en el Staples, se saldó con victoria para los pupilos de Jackson por un ajustado 72-71 y el cuarto, jugado en el Toyota Center de Houston, acabó con un 92-88 para los visitantes después de disputar una prórroga y gracias a un estratosférico Malone, quien a sus casi 41 años hizo 30 puntos y 13 rebotes (números que ni Kareem Abdul-Jabbar llegó a firmar con esa edad). Esa victoria fue la clave de la serie, pues se llegaba con un 2-1 después de la victoria Rocket en el tercer encuentro.


Segunda ronda

Esperaban los vigentes campeones, que habían barrido a los Grizzlies en primera ronda. La serie no pudo empezar peor para los de púrpura y oro, ya que perdieron los dos partidos disputados en el SBC Center el 2 y el 5 de Mayo. Además, la historia estaba en su contra: hasta esa fecha únicamente 7 equipos habían conseguido remontar un 2-0 adverso en una eliminatoria al mejor de 7 encuentros.


Ya en el Staples, salvaron el primer “match-ball” con una cómoda victoria por 105-81. El cuarto cayó también del lado angelino por un menos holgado 98-90. La serie volvía a San Antonio, empatada a 2 y con todo por disputar. Se llegaba así a ese inolvidable quinto partido, disputado un Jueves 13 de Mayo del 2004, que acabó cayendo 74-73 para los visitantes. No se puede decir que pasara a la historia por la belleza del juego desplegado por ambos conjuntos, pero sí por los últimos segundos del choque. Mejor que explicarlo, dejaré el enlace a ese final para aquéllos que todavía no lo hayan visto. El resto seguro que recuerda segundo a segundo lo sucedido aquella noche en la ciudad texana.

Tras esa victoria a domicilio, los Lakers volvieron a LA para cerrar la eliminatoria con una victoria por 88-76, plantándose así en la Final de Conferencia (donde esperaban al ganador de la otra seminfinal, Minnesota-Sacramento).


Final de Conferencia

Los Timberwolves de Kevin Garnett, el MVP de esa Temporada Regular (gracias a sus 24.2 puntos, 13.9 rebotes, 5 asistencias, 2.2 tapones y 1.5 robos por noche), consiguieron eliminar a los Kings por 4-3 (en lo que sería el último año de ese Sacramento que empezó a enamorarnos a todos el año del primer Lockout) y llegar a la Final del Oeste con ventaja de campo. A pesar de ello, los angelinos recuperaron dicha ventaja al ganar por 97-88 el primer partido disputado en el Target Center. Los de Flip Saunders ganaron el segundo encuentro, y la serie se iba por primera vez a Los Ángeles empatada a uno.



Allí los locales ganaron los siguientes dos encuentros, con lo que los Wolves se veían forzados a ganar el quinto, que de nuevo jugarían en casa, para poder tener opciones de pasar a la Final de la NBA por primera vez en su historia. Por un apretado 98-96 consiguieron devolver la serie a LA, a la espera de dar la campanada y forzar el séptimo y definitivo partido.

Tras 36 minutos los de Minnesota todavía soñaban con poner el 3-3 en la eliminatoria, al cerrar el tercer cuarto con un 68-67 a su favor. Pero en LA apareció alguien distinto a ese “Big Four”. Ni siquiera Derek Fisher fue el protagonista en esta ocasión. Un jugador de segundo año llamado Kareem Rush apareció saliendo desde el banquillo para anotar 18 puntos, incluido un sobresaliente 6/7 en triples. De los 6 triples anotados por Rush, 3 fueron en el último y definitivo período, que acabaron dominando los Lakers 29-22. Cerraban con ello el choque con un 96-90 y, en consecuencia, la Final de Conferencia.

Los grandes favoritos para llevarse el título, a pesar de algún que otro contratiempo, conseguían alcanzar la gran Final. Su rival saldría del ganador de la tosca y poco acertada serie disputada entre aquellos Indiana Pacers de Rick Carlisle y los Detroit Pistons de Larry Brown.


Las Finales

Un día después que sus rivales, el 1 de Junio, los Pistons certificaban su pase a la Final con la victoria 69-65 sobre los Pacers. Los grandes favoritos y primeros clasificados del Este quedaban fuera de la lucha por el título al verse superados por un equipo que había dado un salto de calidad espectacular tras la incorporación de Rasheed Wallace en Febrero.

El ambiente en Los Ángeles previo al inicio de la gran Final era poco menos que de fiesta, pues prácticamente nadie en la ciudad (y también fuera de ella) pensaba que el título se le pudiera escapar a los de Phil Jackson, entrenador que, hasta la fecha, había ganado las 9 finales que había disputado (6 con Bulls y 3 con Lakers).

Pero desde el primer momento se vio que algo no funcionaba. El encuentro inaugural cayó del lado visitante por 87-75. Pese al mal juego de los angelinos, nadie todavía parecía tomarse en serio a unos Pistons que, como equipo, estaban a años luz de los en teoría favoritos. El segundo partido será recordado por este estratosférico triple de Kobe Bryant casi sobre la bocina para forzar la prórroga, gracias a la cual los locales fueron capaces de empatar la serie a 1 antes de llevarla al Palace de Auburn Hills. A pesar de la victoria (99-91), las sensaciones que daban seguían siendo bastante malas.

Ya en Detroit, con un Malone claramente mermado por culpa de su rodilla derecha, las derrotas se sucedieron una tras otra: un contundente 88-68 en el tercer choque, 88-80 en el cuarto y 100-87 en un quinto en el que El Cartero ya fue incapaz de jugar por culpa del dolor. Pese a los 13 puntos de diferencia, ese quinto encuentro fue un paseo para los de Michigan, que prácticamente desde después del descanso comenzaron a celebrar lo que iba a ser su primer anillo desde 1990. Además, era la primera vez desde que se jugaba la Final con un formato 2-3-2 que el equipo que partía sin ventaja de campo ganaba los tres partidos que disputaba como local.



La gran defensa desplegada por los Pistons asfixió a los de LA tanto en el perímetro como, especialmente, en la zona (primero con los dos Wallace y después con Campbell, Okur y Williamson). La profundidad de la rotación interior de Detroit, que le hacía además no tener miedo a cargarse de faltas en la defensa de O’Neal, contrarrestaba con la maltrecha rotación Laker: a la baja de Horace Grant (que no entró siquiera en lista de Play-Off por su lesión de cadera) se sumaban los problemas de Malone en su maltrecha rodilla. Así pues, quedaban como suplentes los rookies Brian Cook y Luke Walton y el ucraniano Medvedenko, jugadores todos ellos que no se caracterizaban, a diferencia de sus rivales, por fajarse en la pintura. Y si además a todo esto se le suma que en más de un encuentro O’Neal tuvo problemas de faltas (en ninguno acabó con menos de 4), el resultado verdaderamente no podía haber sido otro.

Todo el tema de las faltas señaladas y, en general, el arbitraje, fue bastante polémico a lo largo de la serie. Jackson no paró de quejarse de la forma en que estaban arbitrando a su equipo, y si se veían los números se podía decir que parte de razón tenía. Por ejemplo, los Pistons llegaron al 5º y a la postre último partido de la Final con 132 tiros libres lanzados, por únicamente 78 de los Lakers. Una diferencia que llamaba poderosamente la atención teniendo en cuenta que en el equipo que menos tiros libres lanzó se encontraba O’Neal, que siempre es objeto de numerosas faltas personales para tratar de frenarlo (cuando no directamente se opta por mandarle a la línea de personal, el famoso “Hack-a-Shaq”).

Pero en definitiva, si durante la temporada y prácticamente todos los Play-Offs los de púrpura y oro habían sido capaces, con mayor o menor fortuna, de vencer todos los obstáculos con los que se fueron encontrando: se sobrepusieron a las lesiones, a la mala relación entre sus dos estrellas, a los malos resultados de mitad de temporada que casi les hace no tener ni ventaja de campo en la postemporada (gracias a esta salvajada de Kobe en el último partido de la Temporada Regular contra los Blazers); la Final y esos solidísimos Detroit Pistons fueron demasiado para ellos, eliminándolos por la vía rápida y abriendo un cisma en la franquicia angelina del que tardaron tiempo en sobreponerse.



Problemas en el vestuario

Una muestra de lo que iba a ser la temporada a nivel de la relación entre Shaq y Kobe fueron algunas de las declaraciones de O’Neal durante el Training Camp de ese año 2003. Éstas se podían traducir como un “yo siempre diré mi opinión, ya que me siento una persona cualificada para hacerlo y los Lakers son mi equipo”. Añadió que “si a Kobe no le gusta lo que digo debería ejecutar la cláusula de su contrato para quedar libre al final de esta temporada, puesto que yo no me voy a mover a sitio alguno”, declaraciones todas ellas a colación de los comentarios que le hizo Bryant a Phil Jackson, referentes al hartazgo que el escolta tenía hacia los continuos “recados” que Shaq le dejaba en la prensa. Kobe llegó a decirle al maestro Zen “si él empieza a decir cosas sin sentido, yo atacaré”. A consecuencia de todo esto, el entrenador angelino dijo explícitamente a todo el equipo que no se volvieran a discutir este tipo de asuntos con los periodistas.

Pero poco después de dicha advertencia Bryant concedió una entrevista a la ESPN. En ella cuestionó el liderazgo de O’Neal, habló sobre cómo el pívot llegaba siempre a los “Training Camp” fuera de forma, de cómo siempre acusaba a los demás cuando había una derrota pero se ponía todas las medallas cuando el equipo ganaba y de cómo le molestó sobremanera que Shaq no le llamara personalmente en verano cuando estalló todo el tema de sus problemas legales.

Y al día siguiente Brian Shaw, ex-compañero de ambos durante varios años y que en esa temporada entró en el staff técnico como ojeador, tuvo que mediar en una más que calurosa discusión entre las dos estrellas (como era de esperar, por otra parte). Jackson multó a Bryant por no seguir sus órdenes de no hablar de según qué temas con la prensa y, aparentemente, desde ese día hasta la certificación de la derrota en las Finales contra Detroit la relación entre ambos estuvo “más calmada”.

El final de un ciclo

Phil Jackson, que acababa contrato al finalizar esa temporada 2003-04, no recibió oferta alguna para renovar con el conjunto angelino. Aunque mucha gente supuso que su no vuelta al banquillo se debía a una exigencia de Kobe Bryant, lo cierto es que el por aquel entonces asistente del maestro Zen, Tex Winter, afirmó que durante el parón del All Star del año 2004 Jackson ya anunció que no volvería a LA si Bryant renovaba. Ya fuera por una u otra razón, el caso es que el 9 veces (por esas fechas) campeón de la NBA como técnico jefe dejó de ser entrenador de los Lakers el 18 de Junio de 2004, tres días después de la derrota por 4-1 en las Finales. Ese mismo día, Kobe ejecutaba la cláusula de su contrato que le permitía salirse del mismo y se convertía en Agente Libre. Malone, por su parte, ejecutó el 16 de Junio la cláusula de su segundo año para convertirse también en Agente Libre con el propósito de operarse la rodilla que le acabó poco menos que amargando su último año como profesional y posteriormente retirarse, retirada que oficializó el 13 de Febrero de 2005.

Después de la salida de Jackson y tras oír que el GM de la franquicia, Mitch Kupchak, estaba considerando seriamente su traspaso, O’Neal pidió ser traspasado. Alegaba además que los Lakers estaban haciendo movimientos con el propósito únicamente de agradar a Bryant. “La dirección que están tomando… No quiero ser parte de esto”, llegó a decir en clara referencia a su ya casi ex-compañero. Mientras todo eso ocurría el nombre de Kobe llegó incluso a sonar para Los Ángeles Clippers.

A mitad de Julio este capítulo del “culebrón” se cerró. El día 14 O’Neal era traspasado a Miami a cambio de Caron Butler, Lamar Odom, Brian Grant y dos rondas de Draft, una primera ronda de 2006 (que acabaría siendo Jordan Farmar) y una segunda ronda de 2007. Y exactamente un día después Bryant renovaba por 7 años y un montante total de $136.4 millones de dólares.

El último miembro del “Big Four” que quedaba todavía pendiente de aclarar su futuro, Gary Payton, vio cómo el 6 de Agosto era traspasado a Boston junto con el contrato de Rick Fox (que no llegó ni a debutar en lo que hubiera sido su segunda etapa en la franquicia de Massachusetts) y una futura primera ronda protegida, que se acabaría convirtiendo en el pick 21 del 2006: Rajon Rondo. Por su parte, los Lakers recibían a Chris Mihm, Chucky Atkins y Jumaine Jones.

Así pues, la aventura de esa pareja de veteranos en busca de un anillo al lado de Hollywood y, en consecuencia, de ese quintento aparentemente de ensueño, llegaba a su fin, a la vez que que las posibilidades de ganar un título a corto plazo de la franquicia “rica” de LA hacían lo propio.

Fin.

jueves, 26 de julio de 2012

Lo que pudo ser y no fue (I)

Jueves, 15 de Mayo de 2003. 

Los vigentes campeones de la NBA (tricampeones, mejor dicho) certificaban su eliminación al perder 110-82 en el SBC Center de San Antonio contra unos Spurs que, a la postre, serían campeones de ese curso 2002-03. Un 4-2 en semifinales de Conferencia que, si bien podía saber a fracaso vistos los tres últimos años del conjunto angelino, entraba dentro de lo previsible dada la escasa profundidad de una plantilla que, por si fuera poco, veía cómo Rick Fox, jugador fundamental en los esquemas de Phil Jackson, se lesionaba de gravedad en el cuarto partido de la Primera Ronda de Play-Offs contra los Timberwolves.

Se cerraba así la primera temporada de Phil Jackson como entrenador en la franquicia de púrpura y oro sin conseguir el título. Era también la primera vez desde 1995, año del primer retorno de Michael Jordan, que el “maestro Zen” concluía el curso sin añadir un anillo a su palmarés. 

Miércoles, 16 de Julio de 2003.

Dos meses después de aquello, los Agentes Libres Gary Payton y Karl Malone firman sus respectivos contratos y se convierten en nuevos jugadores de Los Ángeles Lakers, en un claro intento por ganar el ansiado anillo tras unas dilatadas carreras que, si bien fueron brillantes a nivel individual, siempre tuvieron el “lunar” de no haber podido conseguir el título de campeón de la NBA. En el año 96 uno y en el 97 y 98 otro acabaron cayendo en las Finales contra unos Chicago Bulls liderados por un tal Michael Jordan.


Payton procedía de Milwaukee, donde había jugado la segunda mitad de la temporada tras haber sido traspasado desde Seattle, su equipo de toda la vida, a cambio de Ray Allen (entre otros jugadores). Malone llegaba a LA tras haber estado sus 18 temporadas como profesional en los Utah Jazz, una vez que Stockton había anunciado que se retiraba al finalizar la 2002-03.

Se conformaba así un quinteto titular que casi con toda seguridad tendría a cuatro futuros “Hall of Fame”, y un equipo que pasaba directamente a ser el mayor candidato para ganar el anillo de cara a la siguiente campaña. Un modelo, por llamarlo así, que podría ser considerado un precedente de lo que luego se vería en Boston en el Verano de 2007 o, aunque de distinta forma, en Miami en el Verano de 2010. Además, Horace Grant primero y Bryon Russell después, otros dos veteranos con cierto renombre, se unían al proyecto para aportar desde el banquillo.

A priori pues, a poco que tuvieran ligeramente la suerte de cara, parecía “escrito” que esos Lakers se harían con el título del año 2004 y que en consecuencia Payton y, sobre todo, Malone, podrían ya retirarse con su preciado anillo. Pero la llamada “suerte de los campeones” parece que les fue esquiva casi desde el principio...


Primer contratiempo

El Viernes 18 de Julio de 2003 Kobe Bryant era noticia por algo que nadie se podía imaginar. El Fiscal del Condado de Eagle, en Colorado, le acusaba formalmente de haber agredido sexualmente el 30 de Junio a una joven de 19 años durante su estancia en el Centro Vacacional de Vail, en el mismo estado.

Bajo la ley del estado de Colorado este delito era considerado como violación, y acarreaba una pena que iba desde 4 años de prisión hasta la mismísima cadena perpetua.

Bryant, que tuvo que pagar $25.000 de fianza para eludir la cárcel, comenzaría así el 6 de Agosto una serie de comparecencias en los juzgados de Eagle que le llevarían a estar viajando a Colorado durante toda la temporada. El día más recordado de Kobe en ese aspecto fue el 19 de Diciembre de 2003 cuando, en un partido disputado en el Staples precisamente contra Denver, la franquicia del estado de Colorado, y en el cual no pudo comenzar de titular debido a que el viaje de vuelta a LA le impedía llegar al inicio del encuentro, acabó anotando la canasta que le daba el partido a los Lakers.

Desarrollo de la temporada

Como era de prever dada la plantilla que se había conformado, la competición no pudo empezar de mejor forma: los primeros 24 partidos se saldaron con un casi impecable balance de 19-5.

Sin embargo, el 21 de Diciembre de 2003, en un partido contra Phoenix disputado en el Staples (y que también acabarían ganando), ocurrió algo que terminaría siendo clave en el devenir del curso para los angelinos: en el minuto 4 del primer cuarto, Karl Malone, en una acción con Scott Williams, se rompió el ligamento lateral interno (LLI o MCL) de su rodilla derecha. Estaba promediando, con 40 años, 14.5 puntos, 9.9 rebotes y 3.9 asistencias en los 23 partidos que había disputado antes de ese fatídico día.

Pero lo más grave fue que los médicos de los Lakers no detectaron esa lesión, y en su lugar le diagnosticaron un simple esguince. El error, según dijo el propio Malone semanas después, se debió a que la Resonancia Magnética le fue realizada “demasiado arriba”, es decir, sólo se comprobó con ella la parte más superior del ligamento, que efectivamente estaba intacta, pero no se revisó el estado de la parte inferior del mismo, que fue la que estaba dañada. La citada rotura del LLI se la diagnosticó en Enero un médico particular en Newport Beach, que sería el que se ocuparía de su lesión a partir de entonces.

Pero ese mes no fue únicamente tiempo perdido. Como consecuencia del (erróneo) diagnóstico inicial, rápidamente comenzó una rehabilitación vigorosa que, más allá de mejorar su lesión, la agravó hasta tal punto que para cuando su médico le dio el diagnóstico real la rodilla derecha se encontraba llena de líquido, lo cual impidió que el ligamento dañado pudiera comenzar a repararse.

Fue ya entonces cuando comenzó un tratamiento conservador (esto es, evitando pasar por el quirófano) en el cual, esta vez sí, coincidieron tanto el equipo médico de la franquicia como el suyo privado. Finalmente el 12 de Marzo, casi tres meses después de aquel partido contra los Suns, volvió a las pistas. Entretanto los de LA habían disputado 39 partidos sin él, practicamente media temporada, que saldaron con un mediocre balance de 22-17, destacando una única victoria en los 7 partidos que disputaron nada más lesionarse el veteranísimo ala-pívot.

Tras su vuelta sus promedios bajaron: 12.1 puntos, 7.8 rebotes y 4.1 asistencias en los 18 partidos disputados hasta el final de la Temporada Regular. Eso sí, el equipo notó y mucho su reaparición: pese a perder el primer choque con él de nuevo en el quinteto titular, ganaron los 11 siguientes y cerraron el curso con un 14-4 gracias al cual pudieron conquistar el título de la División Pacífico (56-26) y, en consecuencia, el 2º puesto de la Conferencia Oeste. Conviene recordar que por aquel entonces el Título de División te hacía ser siempre uno de los dos primeros clasificados de la Conferencia, a pesar de tener peor récord que otras franquicias. Así los Spurs, a pesar de haber ganado un partido más que los angelinos, quedaban como terceros del Oeste. Como primeros clasificados quedaron aquellos Timberwolves de Sam Cassell, Latrell Sprewell y Kevin Garnett, con un bagaje de 58-24. Máxima igualdad la que hubo en los 4 primeros clasificados del Oeste aquella temporada, apenas separados por 3 victorias.

En total, los Lakers con El Cartero tuvieron un balance de 33-9, frente a un 23-17 sin él. Señalar que el otro partido que se perdió (en total sólo disputó 42 partidos en la Regular Season del que sería su último año como profesional) fue el disputado contra Utah, su ex-equipo, el 7 de Diciembre, también en el Staples, debido al partido de suspensión con el que la NBA le castigó por dar un codazo a Steve Nash en el partido contra Dallas del 4 de Diciembre.

Otras lesiones

Si bien el estado de la rodilla de Malone fue el que marcó el sino de la temporada para los de Los Ángeles (de ahí que el desarrollo de la misma haya ido en paralelo a su salud), no es bien cierto que los problemas físicos afectaron a prácticamente todos los jugadores importantes del roster. Gary Payton, Devean George y Derek Fisher fueron los únicos que pudieron disputar los 82 partidos de la Temporada Regular.

Rick Fox, que se rompió un tendón de su pie izquierdo en Abril de 2003, apenas pudo disputar 38 partidos al regresar a las canchas el 28 de Enero. La lesión, que inicialmente le iba a tener 6 meses de baja, le acabó manteniendo alejado de las pistas 9 meses. Por su parte, Horace Grant, el único pívot verdadero de la plantilla junto a Shaquille O’Neal, se lesionaba la cadera derecha el 2 de Marzo, estando 10 días de baja. Recayó el mismo día de su retorno (12 de Marzo contra los Wolves) y la lesión se agravó, produciéndose un desgarro en la zona y diciendo adiós a lo que restaba de la 2003-04.

Kobe Bryant se dislocaba el hombro derecho a mitad de Enero, lesión de la que recayó a principios de Marzo. Entre medias, un corte en el dedo índice de su mano derecha a finales también de ese accidentado mes de Enero. En total se perdió 17 partidos, récord para él en una temporada.


Shaquille O’Neal causaba baja en 15 partidos, gran parte de ellos, nuevamente, durante el mes de Enero, por problemas en su pantorrilla derecha. Todo esto explica también el porqué de los resultados deportivos tan pírricos de los Lakers a principios del año 2004.

Si bien estas lesiones de las dos estrellas del conjunto angelino no tuvieron repercusión alguna de cara a la postemporada, por el contrario las de Malone y las de secundarios como Fox o Grant sí que acabaron pasándole factura al conjunto de Phil Jackson, como se terminó viendo en el mes de Junio.

Más contratiempos

Gary Payton, a pesar de los más que aceptables números que firmó en la Temporada Regular (14.6 puntos, 5.5 asistencias, 4.2 rebotes y 1.2 robos), nunca se encontró cómodo en un sistema como el de Phil Jackson en el que el papel del base se limita prácticamente a subir el balón más allá de media pista. La prueba fehaciente de esto fueron sus números en Play-Offs, que cayeron hasta los 7.8 puntos, 5.3 asistencias y 3.3 rebotes.

Además el ambiente en el vestuario, con las diferencias ya irreconciliables y el choque de egos manifiesto entre Shaq y Kobe, tampoco ayudaba a que el equipo estuviera todo lo centrado y cohesionado que debía estar. De hecho, la guerra abierta entre las dos estrellas era tal que al concluir la temporada ya se preveía que Jerry Buss debería elegir entre la continuidad de uno u otro, puesto que se antojaba imposible que ambos siguieran vistiendo de púrpura y oro a pesar de haber sido compañeros desde 1996.


En la próxima (y última) entrega: más entresijos de la relación Kobe-Shaq en esa 2003-04, cómo fueron los Play-Offs (con mención especial a la Final contra Detroit) y cómo se acabó desmantelando la plantilla una vez concluida la temporada.