miércoles, 10 de octubre de 2012

Los últimos años de Mourning

Tras ver el otro día el séptimo partido de la semifinal de la Conferencia Este del año 2000 entre Miami y Nueva York y tras haber disfrutado de otro partido a vida o muerte entre dos de los mejores equipos de finales de esa década (Tim Hardaway, Dan Majerle, Jamal Mashburn, PJ Brown, Alonzo Mourning vs Charlie Ward -quizá el único lunar de esos Knicks-, Allan Houson, Latrell Sprewell, Larry Johnson, Pat Ewing) me vino a la mente todo lo que pasó con Mourning en las temporadas inmediatamente posteriores.


Daba gusto ver jugar al, ya por aquellas fechas, mejor defensor del año por segunda campaña consecutiva, y más aún si enfrente tenía a alguien como Pat Ewing, por mucho que éste estuviera en su última temporada como Knickerbocker y, en definitiva, apurando sus últimos partidos como jugador importante en la Liga. Estaba en el mejor momento de su carrera, y qué mejor día para demostrarlo que en un séptimo partido. Y para colmo en casa, en el recién construido American Airlines Arena. En el horizonte la Final del Este, donde los Indiana Pacers de Larry Bird, Reggie Miller, Jalen Rose y Rik Smits esperaban. 

25-16 era el resultado, favorable a los locales, al final del primer cuarto. 14 puntos de Zo, que además de anotar y rebotear estaba secando a Ewing. Todo parecía ir sobre ruedas, hasta que los Knicks comenzaron a hacer dobles y triples defensas al center de los Heat. Esto, unido a que la segunda unidad de los Riley iba entrando en pista (con gente como Anthony Carter o Bruce Bowen) por un lado y al festival anotador de Sprewell por otro, provocó que al descanso se llegara con un 45-39 para los de la Gran Manzana. Las sensaciones eran bien distintas ahora, y pese a llegar empatados al inicio del último período el partido acabó como solía ser costumbre en los últimos años: partido ajustadísimo que al final se decanta del lado de los de NY, esta vez por 83-82. Los 29 puntos, 13 rebotes y 5 tapones del pívot de los de Florida acabaron cayendo en saco roto.

Conviene remarcar que ésta era la cuarta ocasión en la que ambas franquicias se veían las caras de manera consecutiva en las eliminatorias por el título y, si bien en 1997 los de Miami le comieron la tostada a los neoyorquinos en el séptimo partido de la Semifinal del Este gracias a una exhibición de Tim Hardaway, en el resto de ocasiones fue el conjunto de Jeff Van Gundy el que se llevó el gato al agua tras ganar también en todas ellas el choque definitivo de la eliminatoria (el 5º de la primera ronda en el 98 y 99 -aquí con aquella famosa canasta que entró poco menos que llorando de Allan Houston sobre la bocina- y este mencionado 7º de la 1999-00).


Nadie podía siquiera imaginar que ése sería el último partido que Mourning disputaría al 100% en la NBA, aunque eso sí, aún pudo meses después ganar el oro olímpico con el “team USA” en Sydney. El 8 de Octubre del 2000, una semana después de conseguir esa deseada medalla de oro, se hacía público que Zo iba a ser baja de manera indefinida en ese curso 2000-01 que estaba a punto de comenzar debido a un problema renal descubierto en un chequeo de rutina realizado por la franquicia al inicio de la pretemporada. El día 16 se le ponía nombre a esa dolencia tras practicarle una biopsia: glomeruloesclerosis focal y segmentaria, la misma enfermedad que se le diagnosticó a Sean Elliott en 1993 y que le obligó a pasar por el quirófano para realizarle un trasplante de riñón el 16 de Agosto de 1999, apenas un año y pocos meses antes.

Así pues, el anormal cansancio que había estado mostrando en los días previos tenían ahora una explicación, al igual que las anomalías detectadas en los análisis de sangre o la hinchazón que se le había observado en las piernas. Nada que ver, como se había especulado, con una infección viral, problemas de tiroides o el ajetreado final de verano que había vivido, JJOO incluidos. 

Según los médicos la enfermedad se había detectado en un estadío temprano, a pesar de lo cual estaba mostrando síntomas compatibles con un fallo renal. Había que tener ciertas precauciones, porque alrededor del 50% de los pacientes con esta dolencia acababan desarrollando una insuficiencia renal crónica: el riñón en esa situación no es capaz de desempeñar, entre otras, sus funciones de “depuración” de la sangre, regulación de los electrolitos (sobre todo del potasio) y liberación de ciertas hormonas. Además se altera el filtrado de determinadas sustancias y, por ejemplo, las proteínas, que en condiciones normales no pasan a la orina, no se “retienen” y se eliminan con la micción. A modo de resumen:

  • La fatiga mostrada por el pívot era debida a una anemia fruto de una menor liberación de eritropoyetina (EPO) por el riñón, ya que es una hormona que se encarga de estimular la producción de glóbulos rojos. Es un síntoma que aparece incluso cuando el riñón no está muy dañado, como sucedía en este caso.

  • La hinchazón de las piernas (conocida como edema) era debida a la pérdida de proteínas por la orina. Para hacer una idea, las proteínas son las principales encargadas de mantener los líquidos en el interior de los vasos, son como una especie de “esponjas”. Cuando disminuyen su concentración no pueden “retener” todo el líquido que deben y éste acaba saliendo fuera de los mismos, lo cual provoca, en las piernas, ese característico aumento de tamaño.

Dado que había que actuar rápido para evitar la progresión de la enfermedad, se le incluyó en un programa piloto para administrarle un tratamiento médico de 6 meses. Si el 30 de Octubre entraba en lista de lesionados, el 27 de Marzo de 2001 era activado de la misma para disputar el encuentro que los de Riley jugarían en Toronto contra los Raptors. Terminaría participando en los últimos 13 partidos de Temporada Regular, promediando unos meritorios 13.6 puntos, 7.8 rebotes y 2.4 tapones en apenas 23.5 minutos de juego. También participó en todos los partidos de la serie contra Charlotte de primera ronda, en la que los de Carolina del Norte barrieron a los de Florida por 3-0 merced a un conjunto que ya contaba en sus filas con el Sophomore Baron Davis y los ex de los Heat Jamal Mashburn y PJ Brown.

 En la 2001-02 parecía haber dejado atrás esos problemas renales, puesto que participó en 75 de los 82 partidos de la Regular Season firmando unos buenos números, si bien inferiores a los que acostumbraba antes de detectársele la enfermedad: 15.7 puntos, 8.4 rebotes y 2.5 tapones en 32.7 minutos de media. Eso sí, su equipo, con un balance de 36-46, quedaba fuera de los Play-Offs por primera vez desde el año 1995.

Para el inicio de la 2002-03 la salud de Zo empeoró, de acuerdo a los análisis que se le realizaron antes de comenzar la pretemporada. Esto le llevó, esta vez sí, a perderse toda esa campaña. Y a la franquicia tampoco le pudo ir peor, ya que cerró la misma con un pésimo balance de 25-57. En ese verano de 2003 Mourning se convertía en Agente Libre, y unos Heat que se encontraban en mitad de una profunda reconstrucción, con el recién elegido Dwyane Wade y el rookie Caron Butler como futuros pilares, rechazaron el extender su contrato. 

Fue entonces cuando apareció Rod Thorn para ofrecerle 4 años de contrato y $22 millones, pese a llevar más de un año fuera de las canchas, con el objeto de que completara y compensara un poco aquella plantilla de los Nets que había llegado a la Final de la NBA por segundo año consecutivo. Los de New Jersey, después de que Byron Scott poco menos que se negara a dar minutos al recién llegado en esa 2002-03 Dikembe Mutombo, necesitaban un “5” de ciertas garantías para poder dar el salto de calidad que necesitaban. Y el veterano center respondía a ese perfil a poco que su salud le respetase.


Pero por desgracia no fue así. Sólo se pudo vestir de corto en 12 partidos en esa temporada 2003-04, promediando únicamente 17.9 minutos por partido. Si el 22 de Noviembre disputaba su último encuentro, el 24 de Noviembre anunciaba su retirada del baloncesto profesional debido al agravamiento de su enfermedad. Al igual que le ocurrió a Sean Elliott, Mourning iba a necesitar de un trasplante para poder ya no volver al baloncesto, sino poder desarrollar una vida medianamente normal. Lo sorprendente en cierto modo de su anuncio de retirada, teniendo en cuenta que se suponía que antes de comenzar el curso iba a poder volver a la competición sin aparentes problemas, cobraba sentido al considerar que el mal funcionamiento de su riñón estaba propiciando unos niveles elevados de potasio en sangre que le hacían susceptible, con la práctica deportiva, de padecer una arritmia cardíaca que pudiera acabar con su vida.

A partir de aquel día comenzó a recibir decenas de ofrecimientos de personas que estaban dispuestas a donarle uno de sus riñones, pero fue su primo segundo, un Marine retirado de 30 años de edad, quien acabó dándole ese riñón que tanto necesitaba. 

Lo curioso de la historia es que Jason Cooper, su primo, y Zo llevaban 25 años sin verse, y el primero prácticamente sólo conocía al segundo por la NBA. Se enteró además de la dolencia del pívot al visitar en el hospital a su abuela gravemente enferma el 25 de Noviembre, apenas un día después de que hiciera pública su retirada. Allí el padre de Alonzo informó a Cooper de la situación del por esa época ya ex-jugador, y fue entonces cuando éste se ofreció a donarle su riñón en caso de que fuera posible. Y lo fue. Afortunadamente era compatible, por lo que sólo un mes después, el 19 de Diciembre, pasaron ambos por el quirófano.

El trasplante fue un éxito, y Mourning se convirtió menos de 11 meses después en el segundo jugador que volvía a una pista de la NBA después de haber superado un trasplante de riñón. El primero, como es de imaginar, fue Elliott. Aunque sólo se vistió de corto en 18 partidos más con los Nets, esta vez no fue por un deterioro de su salud sino porque los de New Jersey lo mandaron a Toronto para hacerse con los servicios de Vince Carter. Durante esos partidos promedió unos más que prometedores 10.4 puntos, 7.1 rebotes y 2.3 tapones en 25.4 minutos de juego. 

Tras aterrizar en Canadá, dejar claro que no quería formar parte de una franquicia perdedora, superar una tendinitis en su rodilla y alcanzar un acuerdo para el buy-out de su contrato, los Heat anunciaron el 1 de Marzo de 2005 que volvía a la disciplina del equipo. Regresaba así uno de los mejores jugadores de su historia, apenas 20 meses después de haber salido de allí. Su rol sería bien distinto al de su etapa anterior, puesto que aterrizaba para ser el suplente de Shaquille O’Neal (pero en determinadas ocasiones, sobre todo en las dos campañas siguientes, acabaría arrancando bastantes partidos de titular debido a las numerosas lesiones que sufrió el ex center de los Lakers). 

A pesar de no disputar demasiados minutos, especialmente en Play-Offs, su papel fue más que importante para los de Florida. La energía, defensa e intimidación que aportaba fueron claves en algunos momentos. A recordar, ya en la 2005-06, su actuación en el sexto partido de la Final contra Dallas, en cancha del equipo texano, donde salió desde el banquillo para aportar 8 puntos, 6 rebotes y 5 tapones en únicamente 14 minutos de juego. El partido y con él la eliminatoria cayeron del lado de Miami, que consumaba la remontada en la serie después de haberla inaugurado con un 2-0 en contra. Los Heat y con ellos Mourning conseguían su primer anillo de campeones de la NBA. El sueño, al fin, se había cumplido.


En la 2006-07 terminaría siendo titular más de la mitad de la Regular Season debido a los ya comentados problemas físicos de O’Neal. Los vigentes campeones consiguieron un discreto récord de 44-38 y fueron barridos en primera ronda de Play-Offs por los Chicago Bulls. Todo hacía presagiar que el bloque que ganó el anillo el año anterior tenía los días contados, como se acabó viendo el curso siguiente.

Sin embargo, Zo confirmó que iba a continuar en el roster para la temporada 2007-08. Y así fue, hasta que un 19 de Diciembre, en el primer cuarto de un encuentro disputado en Atlanta contra los Hawks, se rompió el tendón rotuliano de su rodilla derecha tras un salto para tratar de taponar a Anthony Johnson. Esta lesión, que acabó suponiendo su adiós definitivo a la NBA, se produjo curiosamente justo 4 años después de su trasplante de riñón.

Aunque se especuló con su vuelta en 2009, anunció oficialmente su retirada el 22 de Enero de ese mismo año, alegando que “ya he hecho físicamente todo lo que he podido por este juego”. Y apenas dos meses después, el 30 de Marzo, en un partido contra Orlando Magic, se le retiraba la camiseta. Se convertía de esta forma en el primer jugador en la historia de los Miami Heat que veía su dorsal colgado del techo del American Airlines Arena.


A decir verdad, era un final más que merecido para un hombre que había luchado lo indecible para volver a pisar una pista de baloncesto. Un digno final para una historia de superación de las que sólo la NBA nos puede ofrecer. Porque, como él dijo cuando decidió volver a jugar tras su trasplante, “sabía que me quedaba aún mucho trabajo por hacer”.

sábado, 6 de octubre de 2012

Miocardiopatías y NBA

Los problemas cardíacos vuelven, por desgracia, a ser protagonistas una temporada más en la NBA. Si el año pasado éstos se cebaron con los Celtics y con sus jugadores Jeff Green y Chris Wilcox (aunque para ser más exactos fueron intervenidos de un aneurisma y una dilatación en la aorta respectivamente), esta temporada le ha tocado al ala-pívot de Phoenix Channing Frye. Su diagnóstico, según pudimos saber hace una semana: miocardiopatía dilatada. 


Mucha gente confundió la dolencia de Frye con la miocardiopatía hipertrófica. Una razón más que factible para explicar dicha confusión puede ser el hecho de que ambas miocardiopatías cursan con un agrandamiento de la silueta cardíaca en las pruebas de imagen, pero lo cierto es que son dos entidades completamente diferentes, con pronósticos bien distintos en determinados casos. Veamos cada una por separado.


a) Miocardiopatía dilatada.

En este tipo de miocardiopatía las cuatro cavidades del corazón, aunque muy especialmente el ventrículo izquierdo (que es el encargado de expulsar la sangre hacia el resto del organismo), se distienden de una forma anormal, volviéndose más fláccidas y delgadas. Esto trae como consecuencia una progresiva incapacidad para mantener el gasto cardíaco (volumen de sangre impulsado por el corazón en un minuto) acorde a los requerimientos del individuo. 


Tras muchos años de evolución acaba dejando un corazón tan sumamente insuficiente que es incapaz de bombear correctamente la sangre al resto del cuerpo, haciendo que el enfermo desarrolle lo que se conoce como insuficiencia cardíaca congestiva. Como único tratamiento curativo estaría el trasplante cardíaco, pues de otra forma el paciente terminaría falleciendo.

Sin embargo el jugador de Phoenix ha tenido suerte, ya que su enfermedad, como él mismo ha comentado, se debe a una infección vírica, lo que hace que esta miocardiopatía dilatada sea potencialmente reversible tras la resolución de la infección y que, por tanto, las posibilidades de curar sin dejar secuela alguna sean elevadas. Eso sí, mientras no revierta la dolencia la práctica deportiva ha de quedar suspendida, pues hay un riesgo bastante elevado de: 

  • Embolias. La sangre se queda en muchas ocasiones estancada en esas cavidades aumentadas de tamaño facilitando la formación de trombos (coágulos) que son posteriormente expulsados junto a la sangre hacia el sistema arterial, pudiendo éstos terminar taponando un vaso en cualquier parte del cuerpo y desencadenando, por ejemplo, un ictus. 

  • Arritmias y síncopes e incluso muerte súbita. El músculo cardíaco en esta enfermedad presenta ciertas anormalidades que le hacen propenso a desarrollar principalmente taquiarritmias (aumento anormal y excesivo del número de latidos cardíacos por minuto). Las arritmias también aumentan por sí mismas el riesgo de embolias, pero no es la única consecuencia que acarrean. Este ritmo cardíaco aumentado puede provocar que no se bombee la sangre adecuadamente al circuito arterial, haciendo que no llegue aporte sanguíneo suficiente a determinados órganos (por ejemplo, al cerebro) y desencadenando un síncope o, en el peor de los casos, una muerte súbita (como veremos después). 

Podríamos decir que Frye, si todo va bien, no tendrá problema alguno en volver a la actividad deportiva y, como él dice, su corazón volverá a ser normal. Pero el que se libre de los efectos a largo plazo de la enfermedad (que son los que irremediablemente conducen a la muerte salvo trasplante) no quiere decir que durante un tiempo esté exento de los efectos “a corto plazo” de la misma, tales como los citados en los párrafos anteriores. Ésta es la razón de que se le tenga alejado de las pistas durante cierto tiempo, y a decir verdad no resultaría extraño si se acaba perdiendo todo el curso 2012-13.


b) Miocardiopatía hipertrófica.

La MCH o HCM en sus siglas en inglés es, tristemente, la más famosa de este tipo de enfermedades del músculo cardíaco. Causa de la muerte, entre otros, de Reggie Lewis o Jason Collier. Recientemente tuvimos el controvertido caso de Cuttino Mobley, a quien se le diagnosticó en el examen médico que se le realizó tras fichar con los New York Knicks en Noviembre de 2008 y que le obligó a decir adiós a las canchas tras 11 exitosas temporadas en la NBA. Y, desgraciadamente, es más que probable que a esta lista haya que añadir a más jugadores en los próximos años, si bien esperemos el motivo de su inclusión sea el mismo que el del ex de Rockets, Magic, Kings y Clippers.

El hecho de que haya tantos casos conocidos de MCH se debe a que arrastra el dudoso honor de ser la primera causa de muerte súbita en deportistas. Prototipo: persona joven, previamente sana en la mayoría de los casos, que durante o tras un esfuerzo (como es en este caso la práctica deportiva, más aún si es alta competición) cae desplomado al suelo y fallece.

¿Y por qué sigue habiendo casos de muerte súbita por miocardiopatía hipertrófica en deportistas de alto nivel a pesar de todos los controles y avances que hay a diario en el mundo de la medicina? La respuesta es simple: la dificultad para su diagnóstico en determinadas ocasiones, que hacen que pueda pasar desapercibida en los exámenes médicos de rutina.

En los deportistas de élite la práctica continuada de ejercicio hace que el corazón responda a esa obligación de bombear una mayor cantidad de sangre por minuto para cubrir las necesidades engrosando su músculo, tanto lo que se conoce como tabique interventricular (que separa el ventrículo izquierdo del derecho) como las paredes de ambos ventrículos. Además, esto va acompañado de un aumento del volumen de las cavidades cardíacas. De esta forma no es necesario un número elevado de pulsaciones para poder mantener los requerimientos del organismo, ya que con cada latido se impulsa una mayor cantidad de sangre. En resumen, el corazón del deportista está “engrosado”, sí, pero este engrosamiento es igual por todas las zonas, es proporcional, y además hace más efectiva la función cardíaca.

Sin embargo en la MCH ese engrosamiento, que técnicamente se denomina hipertrofia, no es “armónico”. Hay zonas que lo sufren especialmente y, a diferencia de lo que sucede en el caso anterior, no mejora la función de bomba del corazón (sino todo lo contrario).


Como se puede ver en la imagen, en la MCH obstructiva (que es la más frecuente y la que nos interesa aquí) la hipertrofia es mucho más acusada en el septo o tabique interventricular, lo cual entorpece el normal funcionamiento cardíaco. Ese septo tan sumamente agrandado impide la correcta salida de sangre hacia la aorta, pues está obstruyendo el flujo de sangre desde el corazón a dicha arteria (“obstáculo para la salida”). En condiciones normales puede no tener repercusión alguna, pero al realizar ejercicio físico, con el consiguiente aumento del número de pulsaciones, aparecen los problemas. 

El ciclo cardíaco comprende la sístole (contracción y salida de sangre al sistema arterial) y la diástole (relajación y llegada de sangre a los ventrículos para que se pueda realizar correctamente la sístole). Una correcta diástole resulta indispensable, pues de ella depende que en los ventrículos pueda haber una cantidad de sangre suficiente para ser bombeada y satisfacer las necesidades. Pues bien, cuando aumenta la frecuencia cardíaca este ciclo se ve afectado, y cuando el número de latidos por minuto aumenta demasiado, el ciclo cardíaco se acorta a costa de reducir el tiempo de diástole, lo cual perjudica y reduce el normal impulso de sangre al circuito arterial.  Y por si fuera poco, en la MCH el engrosamiento que también afecta en cierta medida a las paredes ventriculares provoca que los ventrículos no se relajen de una forma adecuada (“obstáculo para la entrada”), por lo que a unos sujetos que tienen de por sí alterada la función diastólica se le van añadiendo otra serie de problemas. Otro aspecto a tener en cuenta es que esta anormal relajación en diástole por la excesiva rigidez y grosor de las paredes aumenta la presión y comprime las arterias coronarias haciendo que en determinadas circunstancias no les llegue suficiente sangre, por lo que se facilita la aparición de anginas de pecho e incluso infartos de miocardio.

En definitiva, a la obstrucción se une por un lado la incorrecta relajación ventricular y, por otro, durante el ejercicio, el acortamiento del tiempo de diástole. Se configura así una terna bastante peligrosa, puesto que se dificulta sobremanera el correcto bombeo de sangre al sistema arterial. Además, al igual que ocurría en la miocardiopatía dilatada, en la MCH las células del músculo cardíaco no son similares a las de un corazón sano, están alteradas, por lo que se favorece nuevamente la posible aparición de taquiarritmias.


Todo este cóctel explica los síncopes/desmayos que a veces se observan en estos enfermos. A bote pronto se me viene a la cabeza el que sufrió el malogrado Reggie Lewis el 29 de Abril de 1993, durante el primer partido de la primera ronda de PO contra Charlotte Hornets, meses antes de fallecer. La diferencia entre dicho síncope y la temida muerte súbita es que en el primer caso la arritmia acaba revirtiendo, volviendo el ritmo cardíaco a la normalidad, mientras que en el segundo se mantiene hasta que acaba provocando un paro cardíaco por fibrilación ventricular (se alcanzan frecuencias cardíacas de más de 250 latidos por minuto hasta que el corazón acaba colapsando).

Así pues aunque en muchas ocasiones, y refiriéndome por ser de actualidad al asunto de Channing Frye, leamos en las noticias deportivas expresiones tales como “tiene un corazón demasiado grande para jugar al baloncesto” o “su corazón sufre un aumento de tamaño” conviene tener presente que dicho incremento puede deberse a más de una causa, y que dependiendo de la dolencia el pronóstico puede cambiar radicalmente.



viernes, 5 de octubre de 2012

Flashback

“Reaparición de imágenes largo tiempo después de que el efecto inmediato de los alucinógenos hubiera desaparecido”

A esta inicial definición psiquiátrica de flashback, y sin más droga de por medio que el frenético verano que se ha vivido en la franquicia del Dr. Buss (y muy especialmente en el despacho de Mitch Kupchak), se podría adaptar la situación y el equipo que han conformado los “vecinos ricos” de Los Ángeles para esta temporada 2012-13. 

Toda vez que se hizo oficial la llegada de Howard muchas voces empezaron a señalar que no necesariamente este equipo y este formato elegido por Lakers tenía que convertirlos automáticamente poco más o menos que en campeones del curso sin siquiera echar a rodar la bola, que se diría en el fútbol. ¿En qué argumentaban esas voces su razonamiento? Pues muchas de ellas recalcaban que no era la primera vez que se juntaban 4 estrellas en un quinteto titular de los de púrpura y oro y el experimento acababa en la nada (si vale como “nada” un título de la Conferencia Oeste, claro está).


Bajo mi punto de vista hay similitudes con aquellos Lakers de la 2003-04, sí, pero también hay importantes diferencias. Veamos.


1. Situación deportiva.

Si echamos la vista atrás a ese Julio de 2003 observamos que a un equipo que estaba en horas bajas, con una plantilla bastante corta y tras una eliminación en semifinales de Conferencia, se le unieron dos veteranos All Star como eran Gary Payton y Karl Malone, en lo que se entendía como el intento de coger uno de los últimos trenes que le podían llevar a ese ansiado “destino” del anillo de campeón de la NBA (especialmente para el Cartero, quien estaba ya a punto de cumplir los 40 años). Tras ello, otros veteranos de cierto renombre se unieron al equipo, atraídos por la gran concentración de estrellas con las que contaban en Hollywood para esa campaña 2003-04.

En Julio de 2012 la situación era parecida en cuanto a los precedentes, pero bastante peor en lo que a sensaciones se refiere. Contundente derrota en semis del Oeste, plantilla corta (aunque algo remendada tras la intensa tarde de la jornada del Trade Deadline) y, sobre todo, apatía. A todos los aficionados de los Lakers les invadía la sensación de que una era había terminado, de que un proyecto había llegado a su fin: Kobe a punto de cumplir los 34 años, otros jugadores importantes del “roster” superando la treintena (con Gasol, 32, como máximo exponente) y un entrenador que si algo había demostrado era precisamente una notable incapacidad para dirigir al equipo, sobre todo en el plano ofensivo (diferencia abismal con ese verano de 2003, en el cual estaba Phil Jackson a los mandos de la nave angelina). Parecía pues escasamente probable que a partir de lo poco que quedaba se pudiera reconstruir el equipo a tiempo como para que Bryant pudiera aspirar a ganar su ansiado sexto anillo. 


Sin embargo cuando todo parecía perdido apareció de nuevo Kupchak, muy al estilo de ese recordado 1 de Febrero de 2008, y comenzó a devolver la ilusión al personal. Utilizando la tan discutida en su día Trade Exception adquirida de Dallas a cambio de Lamar Odom se trajo de Phoenix a Steve Nash. Un base muy veterano (más incluso de lo que era Payton en ese Julio de 2003) pero cuyo rendimiento en la temporada anterior (ya se sabe, Lockout y todo lo que ello conlleva para los jugadores de cierta edad) había seguido maravillando a los aficionados de la NBA. Y, lógicamente, no había razón para pensar que no pudiera seguir manteniendo ese nivel a pesar de los años.

El simple fichaje de Nash supuso un “efecto llamada” para otros veteranos, como ocurrió también en 2003. Antawn Jamison firmaba poco después, y llegaba para ser el principal referente del banquillo angelino pese a sus 36 años de edad: los 17.2 puntos y 6.3 rebotes promediados en los Cavaliers durante la 2011-12 así lo demostraban. Pero quedaba todavía la guinda del pastel. Y ésa no era otra que Dwight Howard. El ya ex de los Magic, que según lo que podíamos leer en la prensa parecía reticente a recalar en LAL meses e incluso semanas atrás, acabó dando el sí a mediados de Agosto. Rápidamente se empezó a comentar que de nuevo Nash había sido clave, ya que de hecho se rumoreó que DH12 llegó a pedir al canadiense para los Magic a mitad de la 2011-12. Sea como fuere, Howard aterrizaba en LA para acabar conformando un quinteto que, si bien bastante veterano, se podría calificar como uno de los mejores de la NBA sobre el papel (si no el mejor): Nash-Bryant-MWP-Gasol-Howard. Al igual que ocurría nueve temporadas atrás, a priori el puesto de alero es el que queda algo más “cojo” dentro dentro de ese cinco inicial, aunque hay que decir que si MWP comienza la campaña al nivel que finalizó la anterior esta última puntualización carecerá totalmente de sentido. 


Para hacer memoria, recordemos que en esa ya lejana 2003-04 el teórico quinteto inicial era Payton-Bryant-George-Malone-Shaq.

Así pues, en ambos casos tenemos que: mala temporada y plantilla claramente mejorable -> fichaje de veterano(s) de renombre -> efecto llamada -> conformación de un potentísimo quinteto inicial.


2. Química en el vestuario.

He aquí la principal diferencia con respecto a hace 9 años. Por aquel entonces era bien sabido que la relación entre las dos estrellas angelinas, a la sazón Kobe y Shaq, era bastante poco fluida (por decirlo suavemente). Además, a esto se le sumaban otros asuntos extradeportivos como la acusación de violación que tenía sobre sus espaldas Bryant. 

En cambio ahora, al menos que se sepa, no hay ningún tipo de problema en el vestuario. También es pronto para valorar, pues quizá al haber tanto ego en la plantilla si los resultados no acompañan los conflictos pueden empezar a aparecer, pero lo cierto es que por el momento no hay algo que se pueda decir que en principio vaya a afectar a la cohesión y la química del equipo. La relación entre las dos estrellas que ya estaban en LA antes de todos estos movimientos, Kobe y Pau, es más que buena. Nash no es precisamente lo que se dice un jugador conflictivo y MWP, pese a todo lo que se pueda pensar de él, es un hombre de equipo y un líder en el vestuario. El único que despierta ciertas dudas es Dwight Howard, dado el último año que ha protagonizado en Orlando, acercándose mucho más su comportamiento al de un niñato caprichoso que al de un jugador franquicia.

Dado el caso, aquí será fundamental también el papel del entrenador. En aquella ocasión, hasta alguien de la talla de Phil Jackson acabó no pudiendo controlar parte de la problemática entre Shaq y Kobe. Esperemos, por el bien de los angelinos, que en caso de que los resultados no acompañen ese vestuario no acabe saltando por los aires, pues esta vez mucho nos podemos temer que poco o nada ayudaría la figura del entrenador a devolver las aguas a su cauce. Más que nada porque todos sabemos que el perfil de Brown responde más al del típico entrenador “agradaor” de la estrella del equipo.


3. Banquillo.

En lo que a entrenador se refiere poco podemos decir, puesto que sería un insulto hacia Phil Jackson tratar de compararlo con Mike Brown. Sin embargo, en lo que a jugadores se refiere sí que la balanza cae a favor (y bastante) de los actuales Lakers.


  • Temporada 2003-04: Derek Fisher, Rick Fox, Slava Medvedenko, Bryon Russell, Horace Grant, Kareem Rush y los rookies Brian Cook y Luke Walton.

  • Temporada 2012-13: por el momento, Steve Blake, Chris Duhon, Jodie Meeks, Devin Evanks, Antawn Jamison, Jordan Hill y Earl Clark. 



Sin ser un dechado de profundidad y calidad, no se puede decir que aquellos Lakers del “Big Four” tuvieran un mal banquillo, sobre todo de haberles respetado mínimamente las lesiones. Aun así, lo cierto es que el actual mejora a aquél considerablemente: dos bases veteranos y que, en teoría, deberían aportar en lo que a tiro (Blake sobre todo) y defensa se refiere, un escolta suplente con un gran tiro de tres (uno de los puntos negros el pasado año), un alero sacrificado, un anotador para el poste bajo y trabajo y rebote para la posición de pívot reserva.

A priori estos suplentes deberían cubrir sin que se note en exceso la ausencia de cualquier titular, aunque habría un apartado donde podría haber algunos problemas: la creación de juego. Todo dependerá del nivel de Blake y Duhon. Con respecto a los demás, en algún momento de la temporada pasada los que ya estaban en la plantilla angelina dieron un paso al frente, y los que no ya rindieron aceptablemente bien en sus respectivos equipos (mención aparte de Jamison, que directamente era el ala-pívot titular en Cleveland).

Lo dicho anteriormente contrasta con aquel banquillo que tuvo que gestionar Phil Jackson, en el que Cook y Walton, dos novatos que apenas contaban, en teoría, antes del comienzo de la temporada, terminaron jugando durante la Regular Season e incluso en determinadas fases de los Play-Offs obligados por las lesiones. Y en cuanto al resto, Grant venía casi de un año en blanco en Orlando, y tras lesionarse la cadera en Marzo no volvió a pisar una pista de baloncesto; Fox estaba lesionado y no regresó hasta finales de Enero y Medvedenko, si bien tenía una gran muñeca y aportó en ataque cada vez que se le necesitó, era nulo en lo que a defensa se refería (aspecto que se notó mucho con la ausencia de Malone). Únicamente Fisher pudo mantener una cierta contribución regular desde el banco durante todo el campeonato. Y claro, esto unido únicamente a lo que pudo ayudar un Sophomore como Kareem Rush y lo ya mencionado de Medvedenko se acabó quedando bastante corto a la hora de la verdad.


En cuanto a lo que pueda pasar este curso, lo iremos viendo con el paso de las semanas. La suerte es impredecible, y quién sabe si al final por una razón u otra este proyecto acaba fracasando, pero lo cierto es que sobre el papel, y en ausencia de desgracias, estos Lakers están llamados a hacer algo grande (con el permiso de Miami, OKC, Boston y San Antonio sobre todo). Salvo que la desgracia, como ocurrió en cierto modo en aquella 2003-04, se cebe con ellos.