domingo, 10 de marzo de 2013

El último tren

Entrada correspondiente al 8 de Marzo de 2013.

O, si me apuráis, el penúltimo. Kobe Bryant ha venido dejando caer desde hace bastantes semanas que le cuesta enormemente pensar más allá del 2014, año en cuyo verano acaba el más que lucrativo contrato del que firmó una extensión de $83.547.447 por tres temporadas en Abril de 2010 y que empezaba a estar vigente al inicio del curso 2011-12.


Pero dejando de lado la referencia a la finalización de su contrato, ya que ésa no es una razón de peso realmente para que un jugador con su “mercado” decida retirarse o seguir en activo (salvo para Latrell Sprewell), lo cierto es que Bryant cumplirá 35 años este mes de Agosto. O lo que es lo mismo, tendrá casi 36 años cuando finalice su situación contractual con los Lakers. Casi 36 años y la friolera de 18 campañas en activo, si no ocurre nada que lo impida. Es lógico pensar que, por muchas ganas de competir y de seguir batiendo registros que tenga el escolta de Filadelfia, y aunque su juego nos haga creer en lo contrario, llega un momento en el que el cuerpo dice basta. E insisto: por ahora, leyendo sus declaraciones, la retirada en 2014 no parece algo descabellado. Otra cosa es que muchos pensemos que no lo acabará haciendo, pero a día de hoy lo señalado anteriormente es lo único que podemos tomar como información seria sobre el tema.

Es por eso que a la estrella angelina únicamente le quedan, a priori, ésta y otra temporada para poder conquistar el ansiado sexto anillo. Tras la eliminación en semifinales de Conferencia a manos de Oklahoma el pasado mes de Mayo todos creíamos que la 2011-12 había sido la última vez que habíamos disfrutado de Kobe compitiendo a un alto nivel en unos Play-Offs, puesto que se llevaba especulando desde hace tiempo con que esa plantilla acabaría desmontándose (empezando por Gasol) y era prácticamente imposible (no había tiempo, básicamente) que entrando en una fase de reconstrucción se lograra salir de ésa a tiempo como para que Bryant pudiera dar sus últimos coletazos en PO. Si a eso se le sumaba que Mike Brown estaba en el banquillo, desde luego que las sensaciones y los ánimos no podían ser peores.

Pero ahí fue cuando apareció Mitch Kupchak. En apenas un mes acordó el Sign&Trade de Nash con Phoenix, firmó a los agentes libres Antawn Jamison y Jodie Meeks, renovó a la revelación del final del curso pasado Jordan Hill y se hizo con los servicios del que para muchos era el mejor “center” de la competición: Dwight Howard, aunque para ello se desprendiera de un Andrew Bynum que había sorprendido a propios y extraños no sólo por el alto nivel al que había jugado, sino por haber sido de la partida en 60 de los 66 partidos de un anormal año de Lockout. Sin reconstrucción de por medio ni nada que se le pareciera, y a pesar de la elevadísima media de edad del teórico quinteto titular y parte del banquillo, los Lakers volvían a aspirar a todo en un abrir y cerrar de ojos.

Y todo iba sobre ruedas hasta que la pretemporada les hizo bajar de la nube. 8 derrotas en 8 partidos. La peor en la historia del conjunto “rico” de LA. Y al comenzar la Regular Season la cosa no mejoró: una única victoria en los primeros cinco, 12 perdidos de los últimos 13 disputados si se contaban los encuentros de preparación. Como forma de tratar de cambiar la pésima dinámica del equipo se destituyó a Mike Brown y se “colocó” como entrenador interino a Bernie Bickerstaff en lo que Jim Buss y el propio Kupchak se decidían entre Mike D’Antoni, Jerry Sloan o, incluso, Phil Jackson. Contra todo pronóstico se acabó fichando al italo-americano, un entrenador que venía de haber sido destituido a mitad de la 2011-12 de los New York Knicks, franquicia en la que apenas tuvo 4 meses decentes en las casi 4 campañas en las que estuvo ocupando su banquillo.

Dicha contratación acabó cogiendo por sorpresa no sólo a todos los aficionados angelinos, sino probablemente a gran parte de la franquicia. Se había traído a un entrenador conocido por jugar al “run&gun” y su “animadversión” a jugar con quintetos grandes (esto es, con más de un pívot) cuando de lo que se disponía precisamente era de todo lo contrario: plantilla con una media de edad bastante elevada y dos torres en la zona llamadas Pau Gasol y Dwight Howard. Y a partir de aquí comenzó la debacle. D’Antoni cogió el equipo 5-5 y, tras unas primeras semanas bastante mediocres (bien es cierto que con la baja de Steve Nash, única razón que podía explicar su contratación), se colocaron con un récord de 14-14 tras derrotar en casa a los Knicks el día de Navidad y encadenar 5 victorias consecutivas.  Y además de recuperar el 50% de victorias, se había recuperado 3 días antes a Nash. Parecía que a partir de ahí todo iría a mejor.


Pero nada más lejos de la realidad: en los siguientes 14 partidos tuvieron un lamentable récord de 3-11, poniéndose con un total de 17-25 y a años luz de los puestos que daban acceso a la lucha por el título, ese ansiado anillo por el que habían llegado a LA jugadores como Nash o Jamison. Por si el récord fuera poco de por sí, en ese aciago mes que transcurrió desde Navidad hasta el 24 de Enero sufrieron numerosos sustos con la conmoción cerebral de Gasol, el desgarro de Dwight Howard en la zona del cartílago de su hombro y, por si fuera poco, la baja de Jordan Hill para toda la temporada por el mismo tipo de lesión que Howard, pero en la cadera.

Así pues, en Hollywood las cosas pintaban muy pero que muy negras. Teniendo en cuenta la media de victorias de los conjuntos que habían entrado clasificados con el 8º puesto a los Play-Offs en el Oeste en los últimos 5 años, es decir, desde 2008 (2007 fue el último año en el que los PO estuvieron “baratos” en esa Conferencia, cuando los mismos Lakers entraron con un mediocre balance de 42-40), los angelinos iban a necesitar un 58.4% de victorias o, lo que es lo mismo, unos 48 triunfos al concluir la Liga Regular para poder entrar en la postemporada. En definitiva, un balance de 31-9 en los últimos 40 encuentros de competición.

Obviamente eso parecía totalmente imposible dada la situación del equipo en lo que a sensación de juego y, sobre todo, a lesiones se refería: un Hill “out for season”, un Gasol que venía de dejar una tendinitis en sus rodillas y una conmoción cerebral pero que arrastraba molestias en el pie por culpa de una fascitis plantar y un Howard que aún no estaba al 100% tras su “season-ending surgery” en la espalda para corregirle una hernia discal y que encima tenía que lidiar ahora con ese desgarro en el hombro. De hecho, era casi imposible encontrar comentarios de aficionados siendo optimistas de cara a la clasificación para las eliminatorias por el título. Y era muy lógico pensar eso. El balance hasta la fecha era ciertamente paupérrimo y desalentador a pesar de la plaga de lesiones, y un resumen bastante ilustrativo de todo se podría hacer con lo siguiente: Sacre, nº60 del último Draft y que a punto estuvo de ser cortado justo antes de comenzar la campaña, había tenido que salir de titular y jugar muchos minutos en algunas noches. Por no mencionar a Darius Morris, otra segunda ronda angelina, aunque esta vez de 2011, que había salido de titular en el “backcourt” en buena parte de los primeros partidos de D’Antoni en el banquillo. Si con todo esto no daban ganas de echar el cierre…


Pero fue entonces cuando apareció un tal Kobe Bean Bryant. El escolta, que había empezado la temporada seleccionando mucho más el tiro de lo que venía siendo habitual en él, había empeorado notablemente su efectividad cara a canasta en las numerosas malas rachas que tuvo la franquicia hasta la fecha. Porque, a pesar de anotaciones bestiales en gran cantidad de encuentros, acababa forzando en la mayoría de los mismos ante la falta de opciones (o pasividad, ya como cada uno lo quiera interpretar) que le daban sus compañeros o el propio entrenador, incapaz de salirse de la famosa “isolation” a Kobe como sistema de ataque que tanto se le criticó a Mike Brown en su día. Curiosamente se había llegado a un punto en el que el equipo no atacaba mejor (supuesta mejor faceta de D’Antoni como técnico) que en los tiempos en los que el ex de Cleveland los entrenaba pero, sin embargo, sí que defendía mucho peor. Y decir “defender” con el juego que desplegaban los Lakers era una ofensa hasta para el nulo esfuerzo por parar al rival que hacen los chavales de primer y segundo año en el ahora llamado “Rising Stars” del All Star Weekend.

Pero siguiendo con el tema Bryant, el jugador franquicia angelino decidió tras la derrota en Memphis que suponía la nº25 en apenas 42 partidos (reunión de urgencia de los jugadores de por medio) que debía tratar de involucrar y motivar a sus compañeros. Él solo lógicamente no iba a poder con esa casi imposible tarea de remontar el vuelo y tratar de llegar a competir más allá del 17 de Abril, día en que cerrarían la Regular Season contra los Rockets en el Staples. Y a partir de esa dolorosa derrota fue cuando empezamos a ver al Kobe que llevamos disfrutando durante el último mes y medio. Se le podrá tachar de “chupón” (de hecho existe una pavorosa facilidad para calificarlo así, curiosamente sin ver un solo partido en la mayoría de los casos y basándose únicamente en los datos facilitados por los boxscores), incluso de mal compañero, pero lo cierto es no hay, me atrevería a decir, jugador con mayor capacidad competitiva que él en toda la Liga.

Y fue dicho y hecho. A partir de entonces, con una facilidad que pocas veces se le había podido ver a lo largo de su carrera, comenzó a coleccionar partidos con 7, 8, 9 e incluso hasta 14 asistencias. Y en más de un encuentro no fueron más porque sus compañeros no la metían ni en una piscina (sí, viene a la cabeza al instante el disputado en el Garden frente a Boston). Pero además de mejorar tremendamente en lo que a pases de canasta se refiere, su número de rebotes también comenzó a aumentar. De hecho, en esos primeros días tras la “conversión” se pudo ver a un Bryant que apenas miraba aro, y no era raro verle acabar primeras partes con solamente 3 ó 4 tiros intentados.


De esta forma este cambio de actitud ayudó sobremanera al cambio de juego y de sensaciones en LA, aunque otros factores igual o más importantes aún que éste fueron la mejoría defensiva, a pesar de que en algunos choques o en determinados momentos pudiera parecer lo contrario, y la deseada por muchos estabilización de la rotación. Tras la ansiada recuperación de Steve Blake (vital en esa mejoría, muy especialmente en la 2ª unidad, después de haber estado de baja dos meses y medio por una lesión abdominal) y la enésima lesión de Gasol (en este caso una rotura en esa maltrecha fascia plantar que llevaba provocándole molestias desde semanas atrás y que le iba a dejar fuera de las pistas hasta finales de Marzo como muy pronto) ésta se fijó en 8 hombres: Nash-Bryant-MWP-Earl Clark-Howard y Blake, Meeks y Jamison desde el banco.

Una vez que el equipo parecía ya más hecho, por decirlo así, Kobe empezó a asumir más protagonismo ofensivo sin dejar de lado a los demás. Como si el Bryant de las primeras tres semanas de Noviembre que destacaba por su selección de tiro hubiera vuelto, combinado con éste que destacaba y mucho por alimentar sin parar a sus compañeros. Ya se sabe, “The Facilitator” y todas esas cosas que empezaron a llamarle durante esos días.

Así pues, después de unos primeros partidos tras esa derrota en Memphis en los que era casi imposible verle pasar de 20 puntos (sólo lo hizo una vez en los 6 encuentros siguientes) empezó a volver a sus registros de anotación, hecho que se hizo más patente tras el parón del All Star, el cual parece que le vino que ni pintado para sus molestias en el codo derecho que le hicieron cosechar, por poner un ejemplo ilustrativo, una penosa racha de 1/32 en triples si la memoria no me falla. Aunque en mi opinión otro acontecimiento fundamental en este último paso adelante tras el fin de semana en Houston y, por llamarlo de algún modo, esa motivación todavía mayor que se le ha visto a Kobe en las últimas semanas, ha sido la muerte de Jerry Buss, el propietario de la franquicia desde 1979. El 18 de Febrero se conocía el fallecimiento del Doctor Buss quien, como se supo más tarde, fue el principal artífice de que, entre otras acciones y por no extender mucho el tema ahora, Bryant no abandonara los Lakers vía traspaso en 2007 tras una reunión con él, reunión que a la postre le valió al de Filadelfia para añadir dos anillos más de campeón a su colección, en 2009 y 2010.


Tras esos ajetreados días de mediados de Febrero, Kobe se sacó de la chistera exhibiciones no sólo anotadoras, como los 40 puntos y 7 rebotes con un 65% de acierto en TC contra los Blazers, sino de dominio total del juego como las realizadas en Dallas (38 puntos, 12 rebotes y 7 asistencias con un 62% de acierto y un registro de tiros perfecto en el último cuarto) y más recientemente en New Orleans (42 puntos, 12 rebotes y 7 asistencias con un 66.7% en TC, éste si cabe aún con más mérito ya que era en el segundo partido de un Back-to-Back y en el que apenas descansó 6 minutos).


Contra Dallas hay que decir que la estrella angelina venía “picada” por las declaraciones que hizo Cuban poco antes de ese Domingo, en las que dijo que, con el CBA actual, los Lakers podían amnistiar a Kobe para liberar carga salarial. Claro, cuando se pica a Bryant, sea o no intencionadamente, uno se expone a que la cosa no acabe bien. Y ahora que es escolta tiene cuenta en la red social Twitter, no dudó en hacer uso de ella para publicar después del encuentro el famoso “Amnesty THAT” (amnistía esto) en clara referencia a las declaraciones del propietario de los Mavericks.

En cuanto al partido contra NOLA lo recomendable es que quien tenga algo de tiempo y pueda hacerlo se lo descargue y vea primero el desastre de primera parte y luego cómo los Lakers, expoliados por Kobe y la (sorpresiva) actitud defensiva de Howard, remontaron una desventaja de 25 puntos para acabar ganando por 108-102 tras un brutal parcial de 20-0 en los últimos 6:43 de juego. Para los aficionados esos últimos minutos fueron de infarto. Y me atrevería a decir que para los integrantes del equipo también. La plantilla habría salido muy tocada y casi hundida de una derrota contra el segundo peor conjunto del Oeste, y más de la forma en que se estaba produciendo. Además, sus rivales en la lucha por los últimos puestos de PO en la Conferencia Oeste habían caído (caso de Utah contra Cleveland) o podían caer (caso de Houston contra Dallas, como al final acabó sucediendo). Era una oportunidad única para seguir recortando la ya poca distancia que les separa de los puestos que dan acceso a la postemporada. Kobe lo sabía, y a pesar de lo complicado de la situación, no desaprovechó la ocasión echándose el equipo a la espalda y cerrando una actuación única en su carrera, ya que jamás en sus con éste 17 años en la Liga había firmado unos números semejantes. Sólo faltó la derrota de Golden State (que a punto estuvo de caer contra Sacramento, el peor conjunto de la Conferencia Oeste) para que la noche fuera redonda para los de LA.


En definitiva, ahora mismo los Lakers están, tras una racha de 14-6, con un balance de 31-31 a sólo 1.5 partidos del 8º, Utah, y 2 del 7º, Houston. En esos 20 encuentros Bryant ha promediado 24.2 puntos, 6.7 rebotes, 7.6 asistencias y 50.1% de acierto en tiros de campo, siendo nombrado además Jugador del Mes de Febrero en la Conferencia Oeste. Quedan ahora 20 partidos más que serán 20 finales y en los que se enfrentarán dos veces a los Warriors y una a los Rockets. Enfrentamientos que seguramente serán decisivos para el devenir de los angelinos en este curso 2012-13.

Dada la importancia de los mismos y la clara constancia que tiene Kobe de que ésta es una de sus últimas oportunidades para igualar a Jordan en lo que a número de títulos se refiere, no resultaría extraño ver más exhibiciones como las de Dallas o Nueva Orleans. Porque, para poder soñar siquiera con poder conquistar el anillo, hay un requisito previo imprescindible, y éste no es otro que clasificarse para los Play-Offs. E, independientemente del “annus horribilis” de Lakers, sería injusto que una leyenda viva de la NBA y un competidor de la magnitud de Bryant se quedara sin poder siquiera tener la opción de luchar por ese ansiado trofeo.

Entretanto, y por lo que pueda pasar, disfrutemos todo lo que podamos de los partidos (cada vez menos, por desgracia) que le quedan como jugador en activo a este nivel.

La alargada sombra de Isiah

Entrada correspondiente al 3 de Febrero de 2013.

19 de Junio de 1988

Aquel Domingo se disputaba en el histórico Forum de Inglewood el sexto partido de la Final de la NBA entre el conjunto local, Los Ángeles Lakers, y los visitantes Detroit Pistons. El showtime que caracterizó a LA durante la década de los ochenta estaba dando sus últimos coletazos. Por el contrario los pupilos de Chuck Daly, aquellos míticos Bad Boys, se estrenaban en unas series finales en las que parecían no estar pagando la novatada, pues por aquel entonces la eliminatoria estaba 3-2 a su favor.

Al descanso de ese decisivo encuentro se llegaba con un 46-53 a favor de LAL. Después de terminar 26-20 el primer cuarto, los angelinos se sobrepusieron y se fueron a los vestuarios arriba en el marcador merced a un gran segundo parcial (33-20).

A pesar de los 14 puntos de Isiah en seis minutos tras la reanudación, los Pistons seguían ocho abajo en el marcador con 5:11 por jugarse del tercer período. Chuck Daly pidió tiempo muerto, y a la vuelta del mismo anotaron dos canastas que ponían el marcador 66-70. Llovía menos, pero tras dar la asistencia a Joe Dumars para poner ese punto número 66 Thomas pisó a un Michael Cooper que tenía encomendada la tarea de tratar de secar al base de Illinois. Su tobillo derecho había sufrido una severa torcedura que le obligó a abandonar la pista ayudado por dos de sus compañeros. Su participación en lo que quedaba de ese sexto (y quizás definitivo) choque parecía más que dudosa.


Sin embargo, y para sorpresa de prácticamente todos los presentes, apenas 35 segundos después de reanudarse el juego, en mitad de unos tiros libres lanzados por AC Green, Isiah Thomas volvió a pista. Y no sólo eso, sino que siguió anotando como si nada le hubiera ocurrido. A pesar de jugar cojeando ostensiblemente, anotó 11 puntos más antes de finalizar el tercer cuarto. Acababa el mismo con un total de 25 (con un casi inmaculado 11/13 en tiros de campo), marca que aún hoy sigue siendo récord de anotación en un cuarto por parte de un solo jugador. Aunque sin duda lo más importante era que su equipo llegaba al cuarto y definitivo período arriba en el marcador: 81-79.

Pero la épica historia no tuvo su final feliz. Los Bad Boys acabaron perdiendo por la mínima, 102-103, y los 43 puntos, 8 asistencias, 6 robos, 3 rebotes y 1 tapón de Isiah cayeron en saco roto. Y no sólo eso, sino que en el séptimo y definitivo enfrentamiento volvieron a caer, esta vez por 105 a 108. Los Lakers ganaban así el que fue último anillo de Magic, Kareem y compañía, puesto que ya al año siguiente, con idénticos protagonistas en la Final, el gato al agua se lo terminaron llevando los de Michigan, quienes arrasaron por 4-0.

Como dijo después Chuck Daly, “estuvimos a 45 segundos de ganar un campeonato de la NBA. ¿Qué puedo decir más?”. Sin embargo, la heroica noche de Isiah Thomas sería recordada por siempre, a pesar de la derrota, no sólo por la gente de Detroit, sino por todos los aficionados a la NBA.


Sábado, 15 de Abril de 2000

En el First Union Center de Philadelphia se enfrentaban los Philadelphia 76ers y los Detroit Pistons. Estos últimos, que se presentaban con un balance hasta la fecha de 41-37, estaban peleándose, junto a los Bucks y los Magic, por las últimas dos plazas que daban acceso a los Play-Offs en la Conferencia Este.

En el segundo cuarto de dicho encuentro el jugador estrella de los visitantes, Grant Hill, se torció su tobillo izquierdo. A pesar de no volver al juego, no se le dio demasiada importancia a su torcedura. Los médicos le diagnosticaron un hematoma óseo en dicha articulación y le indicaron descanso hasta que la postemporada comenzara. Aunque sólo consiguieron ganar un partido de los últimos cuatro de Regular Season, contando el citado ante Philadelphia, y a pesar de acabar con idéntico récord que Milwaukee, los pupilos de ya por entonces George Irvine consiguieron colarse como séptimos cabezas de serie en las eliminatorias por el título.

Allí les esperarían los Heat de Pat Riley, Tim Hardaway y Alonzo Mourning.


Sábado, 22 de Abril de 2000

Apenas una semana después daban comienzo los Play-Offs para el conjunto de la Motown. Grant Hill, como era de esperar tras unos días de descanso, era activado justo antes de comenzar el primer enfrentamiento de esa Primera Ronda.

Éste acabó con un 85-95 para los de Florida. Hill, que disputó 34 minutos, acabó con unos discretos 13 puntos (3/9 en el tiro) y 6 pérdidas, aunque añadió a su estadística 9 rebotes y 5 asistencias. Derrota esperada ante un rival que era claramente superior.


Martes, 25 de Abril de 2000

Segundo partido de la serie entre Pistons y Heat. De nuevo en el American Airlines Arena, y de nuevo saldado con victoria para los de Miami. Eso sí, esta vez por un ajustado 82-84. Tampoco se podía decir que esta derrota sorprendiera a alguien, pero lo importante del encuentro no fue el resultado. De hecho, éste importaba entre poco y nada me atrevería a afirmar. Grant Hill se había visto obligado a abandonar en el tercer cuarto por culpa de ese tobillo izquierdo. Sí, el mismo que se había torcido diez días atrás en Philadelphia. Y esta vez, a diferencia de la anterior, no volvió para el próximo compromiso importante de su equipo. Éste tuvo lugar ya en el Palace donde, sin su principal referente, los locales sellaron su eliminación tras caer 91-72. El curso, deportivamente hablando, había terminado para la franquicia del estado de Michigan.


Sin embargo, otra dura temporada había comenzado para el “33”.


Comienza el calvario

“No creo que alguien realmente supiera que empecé a tener problemas de tobillo al final de la 99-2000, probablemente desde mitad de Marzo. Era capaz de salir y jugar. Jugaba bien, pero estaba recibiendo mucho tratamiento. Me estaba realmente molestando. Conforme nos acercábamos al final de la temporada mi tobillo iba cada vez a peor. Me perdía los entrenamientos (…) Hasta el punto en el que el día que teníamos un partido televisado a nivel nacional contra Philadelphia me vi obligado a abandonar el encuentro. Mi tobillo estaba matándome. Me hicieron una resonancia y me dijeron que era un hematoma óseo”.

Tras volver para el primer choque contra Miami, la cosa no mejoró.

Me está molestando todavía” decía Hill. “Los médicos me pusieron una medicación muy fuerte, y nosotros tuvimos un largo período de descanso entre el primer y el segundo partido. Mientras estaba bajo el efecto de la medicación me sentía bien. Obviamente, ésta enmascaraba el dolor. Salí y jugué en el segundo partido. Sentí un crujido en el segundo cuarto, seguí jugando hasta el tercero y no pude continuar. Fue entonces cuando descubrimos que se había roto”.

Me dijeron que todo estaba bien. Incluso descubrí que algunos médicos del equipo se cuestionaban si estaba realmente lesionado, pensando que yo era un “blando” o algo parecido. Esto sucedió después de que me hubiera retirado del segundo partido contra los Heat. En ese momento, cuando me di cuenta de que me había roto el tobillo (sí, tan “esperpéntico” como suena), me sentí aliviado. Finalmente tenía alguna confirmación, finalmente tenía pruebas de que realmente no me lo estaba inventando”.

Añadió que la alargada sombra de Isiah Thomas pudo haber afectado en la forma en que los Pistons trataron su lesión:había un estándar en Detroit, y ese estándar era Isiah. Él creció en Chicago. Era fuerte, duro. Jugó lesionado. Tuvo aquel gran partido contra los Lakers en las Finales (a pesar de jugar con un tobillo torcido). Era la imagen de la franquicia y yo soy algo así como justo lo contrario. Estoy seguro de que hubo seguidores de Isiah dentro de la organización. ¿Quién sabe? Sólo puedo especular sobre ello. Pero era algo así como que no importaba lo que hiciera, no era tan bueno como Isiah… Y yo no estaba intentando demostrar lo duro que era. Simplemente estaba intentando ganar”.

Éstas fueron las palabras pronunciadas por Grant Hill en la entrevista que le realizó Jason Whitlock para FOX Sports el 27 de Abril de 2011, hace ya casi dos años. En ella detalla cómo los equipos médicos y técnicos de Detroit (en primer lugar y muy especialmente) y de Orlando restaron importancia primero y manejaron mal después su lesión, la cual sin duda no sólo destrozó lo que prometía ser una más que brillante carrera, sino que estuvo cerca de provocar su retirada del baloncesto profesional.

Y lo cierto es que todo lo que le sucedió a ese tobillo izquierdo durante los años 2000 y 2003 bien parecía seguir un guión que ni queriendo lo hubiera diseñado así de “bien” su peor enemigo.

Pero antes de ese cúmulo de infortunios que terminó sufriendo después de ese fatídico 15 de Abril del año 2000, iba camino de convertirse en uno de los mejores jugadores de toda la historia. Contando la 1999-2000, promedió 21.5 puntos, 7.8 rebotes y 6.2 asistencias en 6 campañas (fue elegido en el Draft curiosamente el verano después de anunciar su retirada Isiah Thomas -1994-, en la tercera posición), números que bien podríamos comparar con, por ejemplo, LeBron James. Y en la que a la postre sería su última temporada en Michigan, esa funesta 99-00, terminó como tercero en la lista de máximos anotadores, con 25.8 por noche, acompañándolos con 6.6 rebotes, 5.2 asistencias, 1.4 robos y un 49% de acierto en tiros de campo.

En la época en que me lesioné sentía que el juego se había convertido en algo muy fácil para mí. Estaba entrando en los mejores años de mi carrera (…) Sentía que los siguientes 4-5 años iban a ser una oportunidad única y una época para realmente dejar mi impronta en esta Liga

Y no sólo estaba llamado a marcar una época en la Liga, sino que también iba camino de hacer lo propio con la selección americana. Su participación en los JJOO de Sydney 2000 era indiscutible. Indiscutible, claro, hasta el momento de lesionarse. Sobra decir que, aunque con más apuros de los previstos, la selección de EEUU se acabó llevando el oro de tierras australianas.


Rumbo a Orlando

Se daba la casualidad de que en ese Verano del año 2000 Grant Hill se convertía en agente libre sin restricciones, y se rumoreaba desde meses atrás que no tenía muchas intenciones de renovar. Hecho que, también, pudo afectar a la forma en se afrontó su lesión, pues muchos veían que únicamente pretendía reservarse para así llegar en plenas condiciones al mercado de agentes libres con el único objetivo de sacar el mejor contrato posible.

Pero aun lesionado se le firmó por el máximo salarial. El alero había llegado a un acuerdo con los Magic, quienes ese mismo verano se iban a hacer con los servicios del agente libre Tracy McGrady procedente de Toronto, pero su pase al conjunto de Florida se hizo vía sign-and-trade un 3 de Agosto. Idéntica fecha, e idéntica forma a la seguida por los de Orlando para hacerse con McGrady. E idéntico contrato con el que ambos fueron firmados: $92.88 millones y 7 años, con opción de salir al mercado tras la 2004-05. En el caso de Detroit, esta operación les permitió recibir a cambio, al menos, al pívot de corta estatura Ben Wallace y al base reserva Chucky Atkins.


Su maltrecho tobillo izquierdo fue operado el 28 de Abril en Cleveland, apenas tres días después de lesionarse. La intervención consistió, entre otras cosas, en la inserción de cuatro clavos y una lámina metálica para estabilizar la fractura por estrés que había sufrido en el maleolo medial, y fue supervisada por el especialista en ortopedia del equipo médico de los Pistons. La franquicia comunicó tras la misma que el alero estaría cuatro semanas inmovilizado con escayola, pero que de cualquier forma la previsión era que llegaría totalmente recuperado para el inicio de la 2000-01.


Nuevo equipo. Nuevas operaciones

Para el Día del Trabajo de 2000 (4 de Septiembre) los Magic ya tenían a Grant Hill participando en algunos partidillos. Cosa que resultaba sorprendente, pues hacía apenas cuatro meses y algunos días que había sido intervenido de una fractura en el tobillo.

Quizá jugaba una vez por semana. Mi tobillo me estaba doliendo. No se suponía que yo debía estar ahí. No debía estar jugando. Yo nunca había estado lesionado antes, así que no sabía cómo era realmente una rehabilitación. Estaba intentando jugar, pero me pasaba todo el rato con una bolsa de hielo encima. Terminé el mes probablemente jugando tres o cuatro veces. Tres o cuatro veces en todo el mes. Llegamos al Training Camp, donde entrené una o dos veces. Y en pretemporada seguí sin avanzar, ya que apenas jugué otros tres o cuatro partidos”.

En la noche de Halloween los de Florida abrieron la temporada con un encuentro en casa frente a los Wizards. Los dos fichajes estrella de ese año salieron de titulares, y los locales ganaron por 86-97.

Al día siguiente el médico que me operó cogió la estadística del partido y vio que jugué como 30 minutos. Estaba indignado”. Para ser exactos, jugó 33 minutos. “Se suponía que no debía estar en una cancha haciendo una actividad relacionada con el baloncesto hasta Diciembre (…). Y ciertamente yo no supe eso hasta que el doctor me informó. Aparentemente él había enviado toda esa información a Orlando.

Me dijeron que debía seguir las instrucciones que me dieran aquí. Jugué otro partido en Philadelphia tres días después y entonces me inactivaron para que hiciera rehabilitación por cinco o seis semanas. Para entonces, ya era demasiado tarde. Lo que debía haber sido un período de recuperación de 6-7 meses antes de volver a las pistas se había acortado a apenas 3 ó 4”.

No creo que fuera una conspiración, del tipo ‘Hey, tenemos que sacar a este tipo de aquí’. Simplemente alguien ni siquiera leyó el protocolo, lo cual es de risa. Gastas $92 millones en un jugador… Yo sólo sigo pensando: no puedo creer cómo de mal han manejado esto”.

Hill volvió el 11 de Diciembre contra los Clippers para comenzar una gira que Orlando tenía por el Oeste. Participó al día siguiente en el choque contra Seattle y, tras el mismo, todo se desmoronó nuevamente. Su tobillo izquierdo dijo basta. El 27 de Diciembre la franquicia anunciaba que su alero estrella se perdería lo que quedaba de curso al verse obligado a pasar por el quirófano para tratar de repararle una vez más la articulación dañada.

El 3 de Enero de 2001 fue operado, esta vez en Baltimore. En la nueva intervención se utilizó un injerto óseo de su propia pelvis para corregir la fractura, previa retirada de tornillos y demás material que se le había insertado en la zona en la operación de Abril del 2000. Los médicos, esta vez de los Magic, señalaron que el tobillo necesitaría cinco meses aproximadamente para curarse, pero que aun así no se marcarían una fecha para su retorno a la actividad. Algo lógico tras el imperdonable cúmulo de errores que cometieron con los plazos de recuperación de la anterior cirugía.

Grant tuvo una falta de consolidación de la fractura resultado de una falta de aporte sanguíneo a dicha zona (…) Pronosticamos que el jugador se recuperará completamente”. Ésas fueron las palabras del doctor Mark Myerson, el cirujano que le intervino. Por otro lado, el General Manager de Orlando, John Gabriel, afirmó: “Estamos contentos con el resultado de la operación de Grant, y anticipamos desde ya una completa recuperación y su regreso al All-Star de la siguiente temporada”.


Para el comienzo de la 2001-02 Hill tenía el OK de los médicos para comenzar la campaña con sus compañeros. Y así fue. El 30 de Octubre debutó contra los Raptors en el TD Waterhouse Centre. Esta vez hubo continuidad, y nadie le ordenó volver a rehabilitación al poco de comenzar a competir. Pero, por desgracia, esto no duró demasiado. El 24 de Noviembre se perdería su primer partido al torcerse la noche anterior en Charlotte su pie izquierdo. El 26 de Noviembre, precisamente contra Detroit, volvería a jugar, pero su tobillo decía basta una vez más. El 19 de Diciembre la franquicia anunciaba que debía ir de nuevo a quirófano. De nuevo baja para el resto de la temporada. 14 encuentros en total había aguantado en esta 2001-02, diez más que el curso previo.

En esta tercera intervención en el maleolo medial, que sería realizada por el mismo cirujano que la segunda, se le iba a extraer un fragmento óseo de 2-3 mm que estaba suelto, a la vez que se le iban a realizar unos pequeños agujeros en el hueso en la zona original de la fractura. Dichos agujeros serían rellenados con una sustancia proteica que reforzaría el hueso y acortaría el período de recuperación.

Parece que el fragmento de hueso está causando estrés en la zona de la fractura”, dijo el jefe médico de los de Orlando. “La pregunta es: ¿nos ocupamos sólo de ese fragmento desprendido o echamos un vistazo también al lugar de la fractura?

Los médicos están seguros de que este procedimiento va dirigido a la causa subyacente del problema de tobillo de Grant y le dará las mejores posibilidades de recuperación” aseveró Gabriel.

A pesar de todo, volvía a llegar en un buen estado físico al comienzo de la 2002-03. Otra vez formaba parte del cinco inicial que jugaría contra Philadelphia el 29 de Octubre en el TD Waterhouse. Salvo cinco partidos en los que causó baja debido a molestias en el tobillo operado, Hill aguantó hasta el 27 de Diciembre. Había participado en 26 de los 31 disputados hasta la fecha por los de Florida. Un registro relativamente bueno después de las dos funestas campañas precedentes.

Pero entonces se vio obligado a parar dos semanas. Las molestias iban en aumento. Volvió el 10 de Enero de 2003, descansó el 12 y tras jugar de nuevo el día 13, el 16 volvían a irse al traste todas sus esperanzas de terminar al fin una temporada con el equipo que le había fichado hacía ya más de 2 años. Con un tobillo que estaba ya renqueante, apenas pudo aguantar 12 minutos en el MCI Center de Washington, un choque que tenía un especial significado para él puesto que era contra Michael Jordan el año en que éste había anunciado definitivamente que se retiraba del baloncesto profesional.


El 18 de Enero era colocado en lista de lesionados y exactamente dos meses más tarde, el 18 de Marzo, sería operado por cuarta vez en Durham. En esta ocasión los médicos fracturaron y remodelaron su talón. Pretendían con ello re-fracturar su tobillo para alinear éste con su pierna izquierda, a la vez que retiraron tres tornillos y fragmentos de hueso. Además le colocaron una placa de acero para reforzar la fractura. Mientras que el talón necesitaría unas tres semanas para recuperarse, debería estar mínimo hasta finales de Junio sin apoyar el pie en el suelo.

El cirujano que lo intervino esta vez, el doctor James Nunley, explicó que una posible razón por la cual la fractura por estrés no se había curado era debido a una mala alineación de la pierna. “No encontramos razón alguna por la cual Grant Hill no pueda volver a jugar al baloncesto con los Orlando Magic” afirmaba Nunley. “Su hueso tiene una buena fuerza y buen aporte sanguíneo, y nosotros nos sentimos bien acerca de cómo discurrió la cirugía”. “Aunque siento que él volverá a jugar, no hay ahora mismo ningún período de tiempo tras el cual podamos afirmar que podrá retornar a las pistas”.

Las palabras del GM John Gabriel eran ya mucho más comedidas: “deseamos la recuperación y la vuelta a las pistas de Grant”. “El pronóstico para su regreso estará basado en una evaluación futura de las áreas reparadas de su tobillo”.

Pero las cosas se complicaron. Sí, aún podían ir peor. Cinco días después de la operación su mujer Tamia lo llevó al hospital con convulsiones y fiebre de más de 40ºC. Una vez que los celadores consiguieron sujetarlo, los médicos le quitaron la especie de “tablilla” que tenía alrededor del tobillo y vieron que la herida de la cirugía estaba infectada. Hill tenía manchas rojas y negras en su pierna, consecuencia de la infección por SAMR que había desarrollado (se conoce como SAMR al estafilococo aúreo meticilin-resistente, un grupo de estafilococo aúreo resistente a ciertos antibióticos).

Aunque dentro de lo malo, tuvo cierta suerte: la infección no había afectado al hueso, lo cual hubiera complicado sobremanera su pronóstico. A consecuencia de esto su vuelta para la 2003-04 se descartó totalmente, puesto que por el momento debía estar con un tratamiento antibiótico intravenoso durante 6 meses.

En una posterior entrevista telefónica, Tamia comentó que “Grant estaba en el salón y su dentadura estaba rechinando. Pensé que estaba siendo dramático, como si él fuera un mal actor o algo parecido. Pero no, realmente estaba delirando”.


El resurgir

Para el curso 2004-05 que estaba a punto de comenzar, el “33” estaba recuperado de su tobillo izquierdo y preparado para volver a vestirse de corto junto a sus compañeros. Y así fue. El 3 de Noviembre debutaba con sus Magic jugando en casa contra los Bucks. 657 días después se volvió a vestir de corto para firmar unos meritorios 20 puntos, 4 rebotes y 2 asistencias en 33 minutos de juego.

Entre medias, muchas cosas habían cambiado en la franquicia: Tracy McGrady, quien había sido el otro fichaje estrella en aquel verano del 2000, había hecho las maletas rumbo a Houston apenas unos meses antes; Doc Rivers, el técnico durante algo más de cuatro temporadas, había sido despedido a principios de la 2003-04 tras comenzar con un paupérrimo récord de 1-10; en el mes de Junio de ese año se acababa de draftear a un chico proveniente del instituto, de nombre Dwight Howard, con el nº1…

Pasaron los días, y sorprendentemente Grant Hill era noticia para bien. Llegó al 1 de Enero habiendo participado en 27 de los 28 partidos disputados por los de Florida hasta ese día. Además, esa ausencia se debió a un hematoma en la espinilla izquierda. Nada relacionado con el tobillo. Las cosas marchaban.

Y se llegó al parón del All Star. De los 52 encuentros del equipo hasta la fecha, Hill fue de la partida en 50. En apenas cuatro meses había jugado más que en las cuatro campañas anteriores. Sus números además seguían siendo destacados: 19 puntos, 4.6 rebotes, 3.6 asistencias y 1.3 robos con un 51% de acierto en tiros de campo.

El reconocimiento vino cuando fue seleccionado como titular para ese All Star de Denver del año 2005. El ex de Duke iba a completar el cinco inicial del Este junto a Allen Iverson, LeBron James, Vince Carter y Shaquille O’Neal. Volvía así a la élite 5 años después, ya que aunque fue seleccionado para el All Star de 2001 no pudo participar debido a su segunda operación.


Finalizó la Regular Season habiendo apareciendo en 67 de los 82 partidos que jugaron unos Orlando Magic que, con un récord de 36-46, se quedaron fuera de Play-Offs. De nuevo molestias en esa espinilla izquierda provocaron que el alero se perdiera 13 de los últimos 32 choques de su equipo. Afortunadamente, los problemas con ese tobillo izquierdo parecían ser ya cosa del pasado. Sus números incluso mejoraron en los meses finales de competición, finalizando la 2004-05 con promedios de 19.7/4.7/3.3.


Últimos años en Orlando y marcha a Phoenix

En la 2005-06 la mala suerte volvía a acompañarle. Se vio limitado a únicamente 21 participaciones debido a lo que se conoce en EEUU como una “sports hernia” (pubalgia) y molestias posteriores a su operación. Parece ser que esa lesión se la produjo al apoyar con menor intensidad su operado tobillo izquierdo por miedo a otra posible recaída, sobrecargando así el lado derecho de su tren inferior hasta que acabó desarrollando problemas inguinales.

Tras esa cirugía Hill comentó que consideraría seriamente la retirada si, por una razón u otra, tenía que pasar nuevamente por el quirófano.

Pero afortunadamente no fue así. En la 2006-07 participó en 65 encuentros en los que por primera vez en su carrera jugaría como escolta, no siendo de la partida únicamente debido a lesiones menores en sus rodillas. Tras ese año los de Florida renunciaron a sus derechos, convirtiéndole en agente libre sin restricciones.

Los Phoenix Suns de Steve Nash y Amar’e Stoudemire le firmaron dos años de contrato (para la 2007-08 y 2008-09) por un montante total de $3.8 millones. Tras ese tiempo volvió a renovar con los de Arizona por otros dos años y, esta vez, $6.2 millones. Y en Diciembre de 2011, tras el levantamiento del Lock Out, se le hizo un nuevo contrato por un año y $6.5 millones. En total, estuvo cinco campañas en los Suns compartiendo vestuario con Steve Nash, y disputando la nada desdeñable cifra de 362 partidos de Regular Season (de 394 posibles) y 19 de Play Offs (de 21 posibles), incluídos los 82 de la 2008-09. Fue aquélla la primera y única vez en su carrera que jugó completa una temporada regular.



Presente

En el mes de Julio de 2012, tras confirmarse la marcha de Steve Nash a Lakers, Hill anunció que se comprometía con Los Ángeles Clippers por 2 temporadas por el mínimo para veteranos ($4 millones en total). Llegaba al “equipo pobre” de Los Ángeles para aportar desde el banquillo a un proyecto que, tras los refuerzos de ese verano de 2012 y la experiencia del año anterior en PO, aspira a llegar alto en el Oeste.

Pero un fragmento óseo en su rodilla derecha le ha hecho estar dos meses y medio de baja. Hace apenas 20 días que se vistió de corto en esta 2012-13, y por ahora su papel en unos Clippers que tienen el puesto de SF bien cubierto con Caron Butler y Matt Barnes, está siendo bastante discreto. Esperemos que acabe cogiendo ritmo y adaptándose a sus nuevos compañeros, puesto que siempre es de agradecer ver jugar a buen nivel a alguien de su clase, por muy veterano que sea. Y es que conviene recordar que, con sus más de 40 años, es el segundo jugador más “viejo” de la Liga, sólo superado por apenas un día por Kurt Thomas, el PF de los Knicks.


_________________________

En ningún momento fui contra las órdenes de los médicos o del equipo con el propósito de jugar, ni en mi época en Detroit ni tampoco en Orlando. Siempre seguí las órdenes”.

Y es que como señalaba Whitlock tras la entrevista, “después de firmar un contrato de $92 millones con los Magic Hill jugó únicamente 47 partidos en cuatro años, quedándose en blanco toda la 2003-04. Encasillado como “susceptible a las lesiones” o “el Bill Walton negro”, los mejores años de Grant Hill fueron “robados” por las complicaciones resultantes de una operación de tobillo”.

No sabremos bien hasta qué punto todo su triste historial de operaciones y complicaciones en su tobillo izquierdo se podían haber evitado de haber habido por parte de los médicos, primero de Detroit y luego de Orlando, una correcta organización y fijación de los plazos de recuperación tras su primera cirugía. Lo que sí parece es que más de un “descuido” (fuera accidental o no) con esos plazos provocó la no correcta consolidación de una fractura que al final acabó recayendo hasta tres veces, llevándose por delante la carrera de alguien llamado a marcar una época. Alguien que si bien como muchos apuntan, por números, se podía comparar con LeBron James, sin embargo tenía una clase, en mi opinión, infinitamente superior a la del jugador de Akron. Una clase y un talento que se acabó yendo por el desagüe con la misma facilidad que su tobillo izquierdo se partía en pedazos.

La peor de las lesiones de Varejao

Entrada correspondiente al 24 de Enero de 2013.

Aprovechando que los compañeros de Espacio NBA me dieron la oportunidad de hablar en su programa sobre la reciente e inesperada noticia acerca de las complicaciones que ha sufrido Anderson Varejao después de su operación en el cuádriceps de su pierna derecha, he creído conveniente coger otra vez el mismo (y delicado) tema y comentarlo por aquí si no de una forma más extensa sí que considerablemente más ordenada y quizá mejor explicada.

En la tarde del Lunes merendábamos con esto los aficionados al basket que andamos por twitter:

Cavaliers center Anderson Varejao recently developed a blood clot (small right lower lung pulmonary embolism) and was admitted to the Cleveland Clinic last Thursday (January 17th). He is being treated with blood thinners (anticoagulants) and is expected to stay at the Clinic for several days, while undergoing treatment and observation. He will need to remain on blood thinning medication for approximately three months. While Varejao is expected to fully recover, he will miss the remainder of the current Cavaliers season.

Según el teletipo publicado por los propios Cavs, al jugador de Cleveland se le detectó un tromboembolismo pulmonar (esto es, un émbolo obstruye una arteria del pulmón) el pasado 17 de Enero, apenas una semana después de haber sido intervenido quirúrgicamente para repararle la rotura muscular que se produjo hace ya algo más de un mes, en concreto el 18 de Diciembre en el partido contra los Raptors.



¿Qué son y por qué se pueden producir trombos/embolias en una persona?

En el organismo existen tanto mecanismos que favorecen la anticoagulación (que la sangre sea “más líquida”, como se podría explicar de una manera más gráfica) como otros que estimulan la coagulación (que la sangre sea “más espesa”). Ambos están en equilibrio, de tal modo que una persona, en condiciones normales y por decirlo un poco a las bravas, ni se desangra ni forma trombos gracias precisamente a este equilibrio.

Pero este balance puede decantarse a favor de uno u otro lado bajo determinadas circunstancias. Dejando de lado las enfermedades de origen genético que cursan con alteraciones (ya sean en un sentido u otro) en este mecanismo de la coagulación y obviando también las causas adquiridas que pueden provocar que este equilibrio se desplace hacia el lado de la anticoagulación (puesto que no es lo que nos incumbe aquí), hay ciertas situaciones que favorecen que un individuo esté más expuesto a sufrir fenómenos de trombosis y/o embolias.

Cabe decir que un trombo es un coágulo de sangre que obstruye, total o parcialmente, un vaso sanguíneo (con todo lo que ello conlleva). Donde se produce, se queda “estancado”. Por el contrario, un émbolo es un trombo que viaja por el torrente circulatorio hasta que encuentra un lugar por donde no es capaz de pasar (en muchas ocasiones es el pulmón o el cerebro) y se “deposita” obstruyendo la luz de una arteria.


¿Cuándo es una persona más propensa a sufrir episodios trombóticos?

Cualquier situación traumática o estresante puede provocar que se active la cascada de la coagulación y que esa persona tenga un riesgo mayor de sufrir una trombosis, por ejemplo, en una pierna. Un trauma sería, fijándonos en lo sucedido a Varejao, desde la propia rotura muscular que tuvo en el cuádriceps (ya que esa rotura muscular acarrea rotura de células y vasos, y la integridad de estos últimos -y en concreto su capa más interna: el endotelio- es clave para que no se active la cascada de la coagulación, puesto que si esta capa se ve dañada el organismo interpreta que se está perdiendo sangre a través del vaso y pone en marcha los mecanismos necesarios para evitar que esa sangre “se escape”) hasta la misma cirugía, aunque conviene señalar que esta última también tiene parte de componente “estresante”.

Además, el reposo que hay que guardar tras determinadas intervenciones (y la del pívot de los Cavaliers es un ejemplo bastante ilustrativo, puesto que no podía caminar) ayuda a que la sangre se estanque en el territorio venoso y pueda acabar desencadenando la formación de algún coágulo en el mismo.


Caso Varejao

A pesar de todo lo comentado con anterioridad, hay que recalcar que es extremadamente raro que alguien de su edad (30 años) sufra una dolencia de este tipo. Sí, aunque cumpla prácticamente al pie de la letra varios de los factores de riesgo de la misma no es normal. Por el contrario en una persona mayor (unos 60 o más años) no resultaría tan extraño, pero éste no es el caso, con lo que cabe pensar que aparte de todo lo citado hay algo más que ha llevado a él en concreto a sufrir un episodio de este tipo.

Qué puede ser es (prácticamente) imposible saberlo, pero que algún factor predisponente más debe de haber es obvio a no ser que no se le haya hecho profilaxis, es decir, tratamiento preventivo de dichos fenómenos trombóticos con heparina (un anticoagulante) tras la cirugía. Esto, sabiendo el estricto control que tienen los equipos con sus deportistas, quedaría descartado desde ya.

Eso sí, una causa que no podría descartarse es que al brasileño se le formara el trombo tras lesionarse hace poco más de un mes, éste se quedara ahí estancado en la pierna sin provocar síntoma alguno y que diera la cara tras la cirugía a la que fue sometido. Si en esos momentos iniciales el trombo sí se hubiera manifestado, obstruyendo una vena de su pierna derecha y provocando una trombosis venosa profunda (TVP), entonces habríamos podido achacar el problema a la rotura muscular. Pero no fue así, con lo cual la duda queda ahí.


Otra causa posible es que tras la cirugía y el reposo que ella trae consigo se hubiera formado el trombo en el territorio venoso de la pierna y éste, tras viajar por el torrente circulatorio, se depositara en una arteria pulmonar dando lugar a ese tromboembolismo pulmonar (TEP). En esta circunstancia se podría achacar el problema a que, quizá, no se le hubiera hecho un tratamiento profiláctico con heparina del todo correcto, sobre todo en relación a la dosis empleada para una persona de su peso (que no deja de ser un caso extraordinario, pues no es lo más habitual que alguien de 120 kg pase por la mesa de operaciones en lo que a la población general se refiere). Eso sí, en lo que no hay duda alguna es que ese tratamiento profiláctico, por una razón u otra, no acabó siendo precisamente eficaz.

Una vez estabilizado el jugador tras sufrir el TEP, ahora le queda por delante, según han publicado los médicos de los Cavs, un período de mínimo 3 meses de tratamiento con anticoagulantes orales para evitar que esto se vuelva a repetir (aunque lo habitual suele ser al menos 6). Durante ese tiempo queda totalmente prohibida cualquier actividad deportiva de alto nivel, ya que para ser eficaces estos medicamentos (entiéndase por eficaz: a) que no dejen a la persona desprotegida frente a esta situación que favorece la coagulación; b) que no se “pase de efecto” y deje a la persona con un riesgo evidente de sufrir hemorragias) requieren que sus controles estén dentro de un rango estrecho de valores, valores que no sólo se consiguen tomando la dosis pautada del medicamento, sino también llevando a cabo una vida lo más “reglada” posible, es decir, sin cambios bruscos en lo que a la actividad e incluso a la alimentación se refiere. Y el calendario NBA, en el compites 2 días seguidos al máximo nivel y luego estás 2-3 días de descanso, no es precisamente un ejemplo de lo primero. Esto por no mencionar que cualquier traumatismo provocado durante la práctica deportiva podría o bien predisponer aún más a que se repitiera el TEP, bien provocar que debido a un golpe se produjera una hemorragia si es que a causa de la intensa actividad el jugador no estuviera todo lo bien controlado que debiera.


Sea lo que fuere sólo queda desearle al brasileño una pronta recuperación y que su vuelta a las pistas sea al sobresaliente nivel que nos ha venido mostrando desde que comenzó esta 2012-13. Sus 14.1 puntos, 14.4 rebotes, 3.4 asistencias y 1.5 robos en los 25 partidos que pudo disputar hasta la fatídica lesión lo avalaban y con creces.

Un barco sin rumbo

Entrada correspondiente al 18 de Diciembre de 2012.

Tenía pensado sacar algo hace unos días, justo después de la derrota antes los Cavs en Cleveland y con toda la “inspiración” que a veces da la decepción y, por qué no decirlo, el cierto grado de enfado que proporciona ver semejantes esperpentos. Sin embargo, con todo el lío de los últimos días (y semanas) me ha sido imposible. Siendo “resultadista”, los Lakers se han empeñado en querer echarme un poco por tierra lo que tenía pensado escribir poniéndolos verdaderamente a caldo. Y recalco lo de “siendo resultadista”, porque más allá de las dos últimas victorias a domicilio en Washington (contra unos Wizards que son el peor equipo de la Liga) y Philadelphia (contra unos Sixers sin el eterno lesionado Andrew Bynum y además sin Jrue Holiday) tras la previsible derrota en el Madison ante los Knicks las sensaciones, si no tan calamitosas como hasta hace unos días, siguen siendo bastante mediocres. Eso sí, han provocado, junto al tiempo de más que me he tenido que tomar para terminar esto, que mi tono se haya moderado bastante.


He aquí los “fríos” números: 25 partidos jugados hasta la fecha, con un balance de 11 victorias y 14 derrotas. 1-4 con Mike Brown, 4-1 con Bernie Bickerstaff y 6-9 con Mike D’Antoni. Una racha de malos resultados que, salvando los últimos dos encuentros, había dejado una triste serie de una mísera victoria en siete partidos bajo la batuta del italo-estadounidense. Se pueden extraer muchos datos más, pero prácticamente ninguno bueno. Llegados a este punto, resulta obligado hacerse esta pregunta: ¿qué está pasando con los Lakers en esta 2012-13, campaña en la que se supone que volvían a ser candidatos a todo? Mucho me temo que ni ellos mismos son capaces de dar respuesta alguna.

Dejando aparte el machacado tema del cambio de entrenadores, y aun con las numerosas e importantes bajas, lo cierto es que no hay excusas. Este equipo no es capaz de jugar a absolutamente nada. El juego de los angelinos da auténtica pena a ambos lados de la pista. La, a priori, mejoría ofensiva que iba a ofrecer la plantilla bajo la batuta de D’Antoni se ha visto con cuentagotas, mientras que la previsible falta de defensa sí que ha sido una constante prácticamente desde el minuto uno. Los bases rivales, por ejemplo, han dado auténticos clínics, lo que a estas alturas no debería extrañar a nadie.

Lo más terrible a mi juicio es la inquietante similitud que se está empezando a apreciar con los LAL del curso pasado. Sí, ésos que antes de la llegada del soplo de aire fresco que supuso Ramon Sessions eran capaces de encadenar más de una decena de partidos sin alcanzar los 100 puntos anotados.

Puestas encima de la mesa las cifras, quedan por ver otros aspectos que ayudan a comprender la no precisamente boyante situación que hay a día de hoy en Hollywood.


Lesiones

Recordando en parte a lo que fue aquella decepcionante campaña del curso 2003-04, estos Lakers del “Big Four” se están encontrando con un “aluvión” de lesiones que nadie hubiera sido capaz de prever:

  • Nash. Su lesión sigue siendo a día de hoy un caso bastante extraño. Como muchos nos olíamos, no era una “pequeña fractura en el peroné” lo que lo estaba manteniendo de baja desde el pasado 31 de Octubre. En aquel entonces se dijo que 7-10 días podría volver a la competición, pero lo cierto es que a partir de ahí todo ha sido “estará de baja dos semanas más”. Con suerte volverá para Navidad, y aún hay bastantes dudas al respecto. Parece ser que el causante de que el canadiense esté más tiempo de baja del originalmente estimado es un pinzamiento nervioso a nivel de la zona donde se había producido la fractura. Vamos, un caso de auténtica mala suerte dada la escasa importancia de la lesión original.


  • Pau Gasol. Su tendinitis en ambas rodillas puede explicar, en parte (y sólo en parte) su pobre inicio de temporada. Dejando de lado las molestias con las que jugó en sus últimas actuaciones, también se veía una clara falta de ganas durante varias fases de las mismas, especialmente tras la llegada de D’Antoni. ¿Quizá esta apatía venía dada por el propio sistema del nuevo técnico? Puede, no seré yo quien lo ponga en duda. Porque jugar en un sistema que rehúye de jugar con un quinteto excesivamente alto y relega al “PF” fundamentalmente al tiro de media y larga distancia no debe ser fácil ni ilusionante para un jugador como Pau, y más a estas alturas de la película. Claro, la baja de Nash, compañero en el “Pick&Roll", tampoco ha debido de contribuir a su acoplamiento al sistema del ex-técnico de Phoenix y Nueva York.


  • Steve Blake. Por sí solo no se puede decir que sea una baja como para condicionar mucho el devenir de este equipo, pero claro, ante la ausencia de Nash ha sido un contratiempo relativamente importante, puesto que sin él la dirección de juego quedaba bajo la batuta de un Chris Duhon que llevaba dos años de vacaciones en Orlando y Darius Morris, la segunda ronda del Draft del año pasado del conjunto angelino que, sorprendentemente, no había sido cortado al final de la presente pretemporada.

Así pues con todo esto se puede comprender, insisto, en parte, el mal juego desplegado por los Lakers en el prácticamente ya primer tercio que se ha disputado de esta 2012-13. Pero no sólo se deja notar en el atasco ofensivo que se puede ver en determinados momentos de los partidos, sino también en la cantidad de balones perdidos por choque. Con 16.2 pérdidas de promedio, son los segundos que peor cuidan el balón de toda la Liga, sólo superados por las 16.4 de unos Rockets plagados de jugadores jóvenes.


Resto de titulares

Nos referimos a Kobe, Metta World Peace y Dwight Howard.

El último de todos está a un nivel bastante inferior al que se le suponía, no sabemos si porque aún no está en forma después de la operación de espalda a la que se sometió antes de los PO del curso pasado. A esto hay que unir su falta de actitud en ciertas fases de los encuentros (como por ejemplo bajo los tableros en los minutos finales) y su paupérrimo porcentaje en tiros libres, que le ha costado a los angelinos más de un partido y ha hecho que el “Hack-a [inserte aquí el nombre del jugador con muñeca de palo que desee]” vuelva a verse por el Staples. Como para no acordarnos de aquellos años en los que se mandaba a O’Neal a lanzar piedras desde el 4.60. Aunque aquí hay que decir que la culpa no ha sido sólo de Howard: D’Antoni ha asistido impasible a ese tosco espectáculo de hacerle falta al peor tirador de libres de la Liga (con el claro y lógico propósito de acercarse en el marcador y, de paso, cortarles el ritmo de ataque a sus pupilos) sin ser capaz de sacar a Howard del encuentro durante los minutos en los que esa táctica podía hacerle a los de LA irse del mismo, como sucedió en más de una ocasión. ¿Miedo? ¿Incompetencia? No sabría qué decir, pero lo que sí es cierto es que el mantener al pívot en pista le costó un par de derrotas a su equipo.

Por el contrario, MWP está resultando la sorpresa agradable de la temporada. Tras tres años en LA en las cuales no hacía más que empeorar sus estadísticas individuales, el prometedor final de curso que protagonizó el curso pasado se ha visto continuado en la actual 2012-13. Anotando, tirando bien desde la línea de tres (para lo que son sus porcentajes a lo largo de su carrera) y ayudando en rebote y en defensa, es uno de los causantes de que el récord de LAL no sea aún peor de lo que es en la actualidad.

Y queda por mencionar Kobe. Sí, ese jugador al que critican en base a una estadística que dice que en esta 2012-13 ha pasado en 14 ocasiones de la treintena de puntos anotados y que sus Lakers únicamente han sido capaces de ganar en tres de ellas (1 de 12 antes de la última “racha” de victorias). Dejando aparte estadísticas sesgadas que carecen de validez real en mi opinión (porque si no se tiene en cuenta la situación de cada uno de esos partidos esos números caen poco menos que en saco roto), lo cierto es que, curiosamente, este año se ha podido ver al Kobe menos egoísta. Los chicos de por entonces Mike Brown comenzaron la campaña aquel 30 de Octubre contra Dallas en el Staples, donde se vio a un equipo que trataba de jugar al poste, entre pívots y, si era necesario, le daba la bola a Bryant para que resolviera. Kobe, quien era consciente de la calidad de los jugadores con los que se le había rodeado esta temporada, tuvo una clara intención de jugar al “pase primero” en los encuentros siguientes, algo que casi nunca le habíamos visto a lo largo de su dilatada carrera en la Liga. Desafortunadamente, la nefasta marcha de la franquicia californiana (y a veces el escaso acierto de sus compañeros) ha hecho que esto cambie. Aunque sigue promediando 5 asistencias, se le ha podido ver forzando más de lo que venía siendo costumbre y tratando en muchas ocasiones de tomar la responsabilidad ante el pasotismo generalizado del resto. Como siempre, siendo él el único que le ponía algo de ganas. Y aun con todo eso sus porcentajes “apenas” han bajado hasta el 47.8% (en lo que sigue siendo el mejor porcentaje de acierto de su carrera) a la vez que su aportación ofensiva y su número de tiros por choque han aumentado sustancialmente.



Dirección desde el banquillo

No se puede decir que, hasta la fecha, D’Antoni esté haciendo un gran trabajo. A pesar, que siempre hay que remarcarlo, de las bajas y de que ha llegado al equipo una vez iniciada la temporada. Probablemente tenga gran parte de culpa la configuración de la plantilla, puesto que contar con dos interiores como Pau Gasol y Dwight Howard no es precisamente el material propicio para su sistema de juego. Porque tener en el banco a Jordan Hill como uno de los recambios de esos interiores no es tampoco algo que case mucho con el estilo del técnico. Pero ahí también es donde hay que exigirle a un tipo que, se supone, ha sido uno de los mejores de la Liga durante algunas campañas.

También se podría decir que lo lógico hubiera sido no fichar al italo-estadounidense y sí a algún otro entrenador que no chocara tan frontalmente con el actual plantel de los Lakers, pero eso sería pedirle a Jim Buss que actuara con cierta inteligencia, algo así como pedirle a los cerdos que volaran.

Y para mí el ejemplo más claro de que D’Antoni sigue dando palos de ciego está en los continuos cambios en el quinteto titular. Sin contar aquí el cambio lógico de Duhon por Morris como base titular, llama la atención que un tipo al que le gusta jugar con un quinteto no excesivamente alto haya relegado al (fondo del) banquillo a Antawn Jamison, un PF anotador muy de su estilo de juego y a priori lógico reemplazo de Gasol, en beneficio de Jordan Hill primero (un pívot rocoso que siempre le echa ganas y que destaca por su faceta reboteadora, pero no precisamente por su tiro ni capacidad anotadora) y, ante la lesión de espalda de éste, de Devin Ebanks después (un alero bastante limitado que le echa algo de ganas y ayuda en la defensa). En definitiva, de jugar con un PF que podía anotar desde todas las posiciones pasó a jugar con un “segundo center” al principio y con un SF con escasos recursos ofensivos después.


Vale que Hill aporta las ganas que muchos parecen no tener (incluso también Ebanks en facetas defensivas) y que así en la segunda unidad seguiría habiendo alguien capaz de anotar, pero: ¿qué pasa con el cinco inicial? Las opciones ofensivas se reducen así a Kobe (basta ver el primer cuarto contra los Cavs), los balones que acabe cogiendo Howard y lo que le dé por meter a MWP; con lo que no resulta extraño que acabe pasando lo que se pudo ver la semana pasada en Cleveland. Y a veces, como vía de escape, siempre se puede jugar todo al acierto exterior, como ya ocurrió contra Denver hace algunas semanas o incluso contra los Sixers la pasada noche.

Y para terminar dejaré sin tocar un párrafo que había dejado escrito el miércoles pasado, porque prácticamente todo lo que se señala ahí se puede decir a día de hoy a pesar de las dos últimas victorias: “en definitiva, el equipo va a la deriva. Sin un patrón de juego, sin un esquema en torno al cual poder empezar a construir algo. Además moralmente hundido, viendo cómo se pierden partidos contra los peores conjuntos de la Liga bien por sus deméritos exclusivamente, bien gracias a un “Hack-a-Howard” que acaba sacándolos mentalmente de los encuentros ante la impasividad de D’Antoni. Y lo más triste es que, aunque todo el mundo supone que acabarán entrando en Play-Offs, habrá que ver si lo hacen desde qué posición parten. Porque ahora mismo ni Steve Nash (que habrá que ver en qué condiciones vuelve) es capaz de solucionar esto. Porque, tristemente, esto cada vez se empieza a parecer más a aquellos Lakers de la 2003-04 que tanto prometían, sólo que sin conflicto de egos en el vestuario (lo cual es bastante positivo) pero, por desgracia, sin su magnífico arranque de campaña (en aquella ocasión empezaron la Regular Season con un 18-3) y sí con los problemas de lesiones. Ah, y sin un Phil Jackson en el banquillo”.

La batalla de Auburn Hills

En primer lugar decir que entre hoy y mañana a lo más tardar voy a tratar de dejar publicadas todas las entradas atrasadas, que llevo sin actualizar esto desde mediados de Noviembre. Igualmente, espero a partir de ahora volver a llevar el blog al día.

Entrada correspondiente al 22 de Noviembre de 2012.

Parece mentira, pero el pasado 19 de Noviembre se cumplieron 8 años de esto:


Era un 19 de Noviembre de 2004. Acababa de comenzar la temporada 2004-05. Las dos franquicias que se enfrentaban en ese encuentro, los locales Detroit Pistons y los visitantes Indiana Pacers, fueron el año anterior los dos mejores equipos de la Conferencia Este. Su serie de Final de Conferencia será recordada siempre por ser una de las más toscas y aburridas de la historia de la NBA, cosa que tampoco extrañaba en exceso sabiendo el juego que realizaban ambos conjuntos. Ni siquiera se podría decir que la dureza que por momentos se apropiaba de la eliminatoria sorprendiera lo más mínimo.


Los números hablaban por sí solos y, salvo que la memoria me falle, fue la serie con menor anotación y peor porcentaje de tiro de la historia de la Liga hasta la fecha (y probablemente continúe siéndolo). Para quien quiera ver más datos, aquí se pueden consultar esas “meritorias” estadísticas.

Como es sabido fueron los Pistons, y contra todo pronóstico, los que consiguieron llegar a la Final y eliminar a unos Pacers que partían como claros favoritos, pues no obstante consiguieron el mejor récord de la Liga en esa Temporada Regular 2003-04 (61-21).


De cara a la campaña 2004-05 que acababa de comenzar los de Indianapolis se habían hecho con Stephen Jackson (un jugador mucho más del estilo del Carlisle de esa época) procedente de Atlanta Hawks a cambio de Al Harrington. Más músculo y más defensa para esa plantilla que aspiraba, de nuevo, a llegar como mínimo a lo más alto del Este. Pero claro, al incorporar a Jackson también añadieron a otro tipo al que los cables se le cruzan con mucha más frecuencia de la deseada. Y, por desgracia para ellos, eso les acabó pasando factura.

Así pues se llegaba al encuentro, la primera vez en que ambos se verían las caras después de esa serie de Play-Offs, con muchas cuentas pendientes del curso anterior, demasiadas para lo que hubiera sido recomendable. Si a esto se le suma la cantidad de jugadores que, como diría Montes, serían miembros destacados del Consejo de Administración de “Cortocircuitos SA” (especialmente por parte de Indiana), el resultado no podía ser bueno.

Después de un partido en el que los visitantes iban ganando cómodamente, a Artest (como se ve en el vídeo) no se le ocurrió otra cosa que hacerle una falta bastante dura, e incomprensible teniendo en cuenta la situación, a un Ben Wallace que no estaba en su mejor momento emocionalmente hablando. “Big Ben” venía de perderse los dos últimos enfrentamientos de los Pistons,  disputados el 11 y el 13 de Noviembre contra Nuggets y Jazz respectivamente, debido al fallecimiento de su hermano Sam. Como comentó más tarde Stephen Jackson, cuando a él le tocó defenderlo durante el choque no lo hizo con especial dureza por esa circunstancia, pero Artest no siguió precisamente ese ejemplo y a partir de ahí se desencadenó todo.


Tras la famosa pelea los Pacers quedaron en cuadro, pues fueron los que más se vieron castigados por las sanciones que David Stern impuso tras revisar los altercados. A saber: Ron Artest fue suspendido para el resto de la temporada (73 partidos de Regular Season y 13 que su equipo acabó disputando en los Play-Offs), en la que sin duda fue la mayor sanción impuesta a un jugador de la Liga por un acto de esta índole; a Stephen Jackson le cayeron 30; Jermaine O’Neal tuvo algo de suerte y su castigo inicial de 25 partidos fue reducido a 15 tras la apelación que presentó la NBPA (la única que llegó a buen puerto); e incluso dos lesionados que estaban en el banquillo vestidos de calle, Anthony Johnson y Reggie Miller, fueron también suspendidos con 5 y 1 respectivamente.

A los jugadores locales, exceptuando los 6 con los que fue suspendido Ben Wallace (quien inició la “tangana” tras la inexplicable falta de Artest), apenas les cayeron sanciones relevantes: 1 partido para Chauncey Billups, Elden Campbell y Derrick Coleman, todos ellos, y al igual que Miller, por abandonar el banquillo al iniciarse la pelea.

Pero las sanciones no quedaron ahí. Varios integrantes del conjunto visitante, a la sazón Artest, Jackson, O’Neal, Johnson y el rookie David Harrison (quien, curiosamente, no fue suspendido por encuentro alguno) fueron multados y condenados a un año de libertad condicional y 60 horas de trabajos para la comunidad (excepto en los casos de Anthony Johnson, cuya cifra ascendió a 100 horas, y David Harrison, cuya duración no fue especificada). Además, todos ellos deberían asistir a una especie de terapia para “canalizar” la ira y el estrés.

Los Pacers tendrían que afrontar así un mínimo de un mes sin los tres que acabarían siendo máximos anotadores del equipo al final de la campaña (si contamos los promedios de Artest, que en los 7 partidos en los que participó hizo unos extraordinarios 24.6 puntos, 6.4 rebotes, 3.1 asistencias y 1.7 robos, con un 49.6% de acierto en tiros de campo). Si a esto le añadimos la nada desdeñable cantidad de lesiones que sufrieron, comenzando por Reggie Miller (quien acabaría como quinto anotador de los de Indianapolis en ese año y que tras ese 19 de Noviembre todavía debía estar un par de semanas más de baja a causa de una fractura en su mano izquierda) y siguiendo por Jermaine O’Neal (quien se perdería otros 23 partidos antes de los Play-Offs por una lesión en su hombro derecho), Jamaal Tinsley (apenas jugó 40 ese año, volviendo además una vez comenzados los PO) y el eterno lesionado Jonathan Bender (sólo pudo participar en el mismo número de encuentros que Artest), no resulta extraño que acabaran entrando casi de milagro en las eliminatorias por el título (como sextos del Este y un récord de 44-38).


Allí consiguieron doblegar a los Celtics en Primera Ronda tras una dura serie a 7 partidos para cruzarse de nuevo con los Pistons, esta vez en Semifinales de Conferencia. Mismos equipos y mismo resultado que un año antes: 4-2 para los de Michigan. Concluía así una temporada para olvidar para los de Carlisle.

Y al poco de comenzar la 2005-06 todo volvió a tambalearse. Con Reggie Miller ya retirado, el bloque que tanto llegó a prometer durante gran parte del 2004 terminaría por romperse tras pedir Artest el traspaso en la primera semana de Diciembre. Lógicamente esto no sentó nada bien a sus compañeros, especialmente a Jackson, quien según admitió más tarde se sintió “traicionado” porque entró en la pelea para “defender” a Artest (ya que, en palabras suyas, un compañero de equipo ha de estar ahí siempre para ayudar a otro compañero, sea la situación que sea) y salió de allí con una sanción de 30 partidos y unas pérdidas económicas de unos $3 millones.


El 25 de Enero se consumó el traspaso del polémico jugador a los Sacramento Kings a cambio de Pedja Stojakovic y los de Indiana no hicieron más que empeorar sus registros a partir de entonces. 41-41 al finalizar la Regular Season y derrota por 4-2 contra los Nets en Primera Ronda. Y el año siguiente fue aún peor, terminando con un registro de 35-47 y no alcanzando siquiera los PO. Esa 2006-07 fue la última campaña en la que Rick Carlisle ostentó el cargo de entrenador jefe, ya que sería despedido al finalizar la misma.

El resto de jugadores importantes de aquella rotación no “durarían” mucho más en el conjunto que dirigía desde los despachos Larry Bird: Stephen Jackson abandonó rumbo a los Warriors en Enero de ese 2007, Jermaine O’Neal haría lo mismo en el verano de 2008 y Jamaal Tinsley sería cortado un año después tras pasarse toda la temporada 2008-09 suspendido por el equipo tras numerosos actos de indisciplina. Y con él se iba el último integrante que quedaba de aquella plantilla que fue protagonista de uno de los peores episodios de la historia de la NBA (si no el peor).

Como confesaron varios jugadores tras lo que en EEUU se conoce desde hace tiempo como “The Pacers-Pistons Brawl”, nadie podía imaginarse el daño que todos esos altercados hicieron a la franquicia del estado de Indiana. El curso previo se quedaron a las puertas de la Final de la NBA después de conseguir el mejor balance de victorias/derrotas en Temporada Regular de toda la Liga y, aunque fue un palo para ellos, se habían reforzado bien y habían comenzado la 2004-05 dispuestos no sólo a repetir, sino a mejorar esos registros. Podría gustar o no su juego (a mí particularmente me resultaba una castaña infumable), pero sabían perfectamente cómo hacerlo y tenían los mimbres adecuados para ello. Eran un bloque muy sólido al que sólo unos Pistons con Larry Brown en el banquillo y un Rasheed Wallace llegado a mitad de Febrero fueron capaces de aupar de la Final (curiosamente con un estilo de juego bastante similar al suyo) y, quién sabe, si del anillo en esa ya pasada 2003-04.

Y una vez que recuperaron todos sus efectivos de cara a la 2005-06 nada volvió a ser igual. Probablemente esa amarga sensación de que se les había escapado una oportunidad casi irrepetible por una “tontería” (la locura de algunos, mejor dicho) estuvo presente durante el resto del tiempo que esos jugadores siguieron compartiendo vestuario. Además el eterno capitán, Reggie Miller, ya no estaba con ellos. Esa unidad y determinación que mostraron en meses anteriores desapareció, y la posterior salida de Ron Artest no hizo más que seguir añadiendo más profundidad a ese hoyo que cavaron, y en el cual fueron cayendo estos Indiana Pacers, aquel infausto 19 de Noviembre de 2004.