viernes, 15 de noviembre de 2013

Las mejores jugadas de Kobe (1996-2013)

Con motivo de su 35 cumpleaños, el pasado 23 de Agosto la NBA publicó en su canal oficial de YouTube una serie de vídeos con las 10 mejores jugadas de Kobe Bryant en cada una de las 17 temporadas que ha disputado en la Liga.

Aunque un poco tarde, aquí queda publicado el recopilatorio. 170 jugadas para disfrutar.

1996-97: año rookie.



1997-98: primer All Star.


1998-99: primer Lock-out.


1999-2000: primer anillo.


2000-01: segundo anillo, con el mejor equipo de la historia de los Play-Offs.


2001-02: Threepeat.


2002-03: primer año sin anillo con Phil Jackson en el banquillo y primer año promediando 30+ puntos por partido.


2003-04: primera derrota de Phil Jackson en unas Finales, en el año que se juntaron cuatro futuros "Hall of Fame" en el equipo.


2004-05: primer año sin Shaq, sin Play-Offs y con Phil Jackson de año sabático.


2005-06: con la vuelta de Phil Jackson, promedia más de 35 puntos por partido y vuelve a los Play-Offs con uno de los peores equipos que se recuerdan.


2006-07: segundo año consecutivo como máximo anotador de la Liga, pero cae en Primera Ronda de PO también por segunda temporada seguida. Primer año con el #24. Pide el traspaso ese verano para salir de LA.


2007-08: vuelta a las Finales tras el traspaso por Pau Gasol.


2008-09: primer anillo sin Shaq.


2009-10: revalidando el título vengando la derrota de 2008 ante Boston.


2010-11: no hubo Threepeat. Año de las molestias en la rodilla y de la salida de Phil Jackson tras el ridículo 4-0 ante Dallas.


2011-12: segundo Lock-out, con Mike Brown en el banquillo. Vuelta a la mediocridad como equipo.


2012-13: año que prometía ser de ensueño pero que acabó en pesadilla.



jueves, 31 de octubre de 2013

Los caprichos del destino

Entrada correspondiente al 24 de Junio de 2013.

No pudo ser, cuando parecía que todo estaba de cara. Aunque a pesar de la no victoria me veía en la obligación de escribir algo sobre este EQUIPO (sí, con mayúsculas) que a punto ha estado de comerle la tostada a los casi invencibles Miami Heat de LeBron y compañía.

Y es que los de San Antonio son un ejemplo a seguir en muchos aspectos desde que un tal Gregg Popovich llegó al banquillo un ya lejano 10 de Diciembre de 1996. Dos años y medio necesitó para acabar de hacerse con el “control total” de la franquicia tejana (fue contratado el 31 de Mayo del 1994 como vicepresidente de operaciones y General Manager), si bien el nefasto inicio de curso de la plantilla que por entonces dirigía Bob Hill (3-15), provocado en gran parte por la lesión de espalda de David Robinson, le allanó bastante el camino.

Dos semanas después de “autoproclamarse” entrenador el bueno de Gregg, Robinson se fracturaba el pie izquierdo y decía adiós a la temporada. Terminaría firmando un 17-47 en los 64 partidos que dirigió en esa 1996-97 (única campaña en la que ha tenido un récord negativo), y los Spurs finalizaban con un triste balance de 20-62.

Sólo Vancouver y Boston ganaron menos partidos que SA, lo cual no fue impedimento para que los tejanos se hicieran con el número 1 de aquel Draft de 1997. Como era de esperar, esa elección fue empleada en un chaval procedente de Wake Forest que respondía al nombre de Tim Duncan. A partir de aquí, la historia la conocemos muy bien todos.

 

La pareja Popovich-Duncan ostenta un récord de 888-376 en Temporada Regular y 133-83 en Play-Offs. Ningún año ha bajado del 60% de victorias y han conseguido llegar a las Finales en 1999, 2003, 2005, 2007 y 2013, siendo esta última la única ocasión en la que no han conseguido llevarse el anillo. Y más aún: la única ocasión en la que han ido por debajo en unas Finales ha sido precisamente en este 4-3 contra Miami. Jamás les había sucedido, ni en las cuatro ocasiones anteriores ni durante el resto de la serie de este 2013.

Aunque lo más llamativo para mí ha sido ver cómo su juego ha ido evolucionando y adaptándose a los cambios que ha habido en la Liga durante los últimos años. Evolución que ha hecho que hasta un servidor acabe rindiéndose ante estos muchachos. Y digo esto porque siempre tuve atravesados a los Spurs por su baloncesto defensivo y por tener en plantilla y como uno de los jugadores principales a Bruce Bowen, uno de los tipos más sucios (si no el que más) que he visto pisar una cancha de baloncesto. Gente como Steve Francis o Wally Szczerbiak pueden dar fe de ello.

Pero dejando de lado impresiones como ésa, que no dejan de ser gustos personales de cada uno, es digna de mención la forma en que San Antonio ha pasado en poco más de dos años de ser un equipo duro de ver, aburrido por momentos, a un conjunto alegre que, si quiere, puede destrozarte jugando a anotar más que tú. Y es esa conversión, por decirlo a las bravas, del “que el rival anote una canasta menos que nosotros” al “anotar una más que el rival”, lo que ha hecho que muchos (y creo no equivocarme) nos hayamos subido al carro de los Spurs recientemente. Porque el hecho de que fueran un equipo casi perfecto, tremendamente sólido y al que era casi imposible meterle mano, no quitaba que fuera a veces un verdadero suplicio verles jugar. Ahora siguen siendo igual de sólidos, pero es que encima son una delicia. Y como dato bastante ilustrativo: en la primera campaña completa de Popovich en el banquillo promediaron 92.5 puntos anotados por encuentro y 88.5 puntos recibidos (primeros de la Liga en ese aspecto). Durante estas últimas tres, se han ido a 103+ puntos anotados en cada una de ellas (siendo, en la peor, la sexta franquicia más anotadora) mientras que su defensa permitía entre 96.5 y 98 puntos (quedándose sólo en “media tabla” en el ránking de la Liga en ese apartado).

Y creo no equivocarme al afirmar que este cambio ha sido una razón (por descontado el hecho de que el rival fuera Miami, claro está) por la que estas Finales de 2013 no han tenido nada que ver en lo que a audiencias se refiere con las cuatro anteriores en las que participó San Antonio. Porque las Finales del 99 contra los Knicks fueron un soberano tostón (aparte de que las finiquitaron por la vía rápida). Y lo mismo con las de 2003 y 2007. Las de 2005 no es que fueran precisamente vistosas (con Larry Brown además entrenando a los Pistons), pero al menos tuvieron emoción con un “Game 7” y aquel triple de Horry en la prórroga del quinto partido.


Pero el baloncesto no siempre es justo. De una forma u otra, aquellos Spurs “rácanos” (y tomaré como punto de inflexión la retirada de Bowen en 2009) conquistaron 4 anillos en 12 años. Desde entonces el balance es: barridos en las Semis del Oeste por Phoenix en 2010 (la única otra vez en que a Popovich le “sacaron la escoba” en una serie de PO fue en 2001 en las Finales del Oeste contra los Lakers), eliminados en Primera Ronda contra Memphis habiendo quedado primeros del Oeste en 2011, “colapsados” y eliminados en la Final del Oeste contra OKC por 4-2 en 2012 después de encadenar 20 victorias consecutivas (10 en RS y otras 10 en PO) y, por último, quedándose a un encuentro (y por apurar más aún, a 5 segundos) de ser campeones en 2013.

Y es esto último lo más cruel con diferencia. Si bien no deja de ser muy merecido el anillo para unos Heat que han sido una apisonadora aun jugando a medio gas el 90% de los partidos, este deporte les debía una a esa dupla Popovich-Duncan. En lo que a Popovich se refiere, por lo ya mencionado antes de su capacidad de adaptarse a estos nuevos tiempos a la vez que mantenía todo lo bueno de los años anteriores. Y del mismo modo, por su inagotable capacidad para sacar jugadores poco más o menos que de la nada (entiéndase la expresión), cuyo ejemplo más reciente podía ser Danny Green. Por la parte de Duncan, por cómo ha sabido ya no sólo mantener su nivel, sino sobreponerse y mejorarlo tras esa extraña campaña 2010-11 en la que firmó los peores registros de su carrera. Porque quiera que no, hacer eso cumplidos los 35 no es algo que esté al alcance de cualquiera.


Pero “destino” y “crueldad” son palabras que, desgraciadamente, van de la mano en muchas ocasiones. Y el destino quiso que, tras ir 3-2 en la serie y llegar al punto de ganar de 5 en el American Airlines Arena de Miami a falta de 28.2 segundos, la suerte les fuera esquiva. Esquiva en ese primer tiro libre que no anotó Manu Ginobili con el crono parado en esos 28.2 segundos y que les hubiera puesto con un +6. Y luego en ese triple que sí que le entró a LeBron James y que puso el 94-92 a falta de 20.1 segundos. Y después en esos tiros libres que tuvo Kawhi Leonard en los cuales volvió a no entrar el primero. Y por último en ese rebote ofensivo que le birló Chris Bosh (!) a Boris Diaw para acto seguido sacar el balón fuera a un Ray Allen que anotó limpiamente un triple que automáticamente pasó a ser historia viva de las Finales. Aunque para no faltar a la realidad, ese íntegro “Game 6” es ya parte de la historia de este deporte.

Y en toda esta secuencia es donde ese maldito destino se cebó sibilinamente con Popovich y con Duncan. Con el primero por dos decisiones que probablemente le acompañarán como una losa el resto de sus días como entrenador: el sacar en las últimas dos jugadas defensivas del partido a Tim Duncan para poner en su lugar a Boris Diaw y el no haber hecho falta antes de que Ray Allen lanzara ese triple letal y decisivo. Como siempre, cualquiera de esas decisiones no hubiera tenido mayor importancia si bien Mike Miller primero o Chris Bosh después no hubieran capturado sendos rebotes ofensivos. O si me apuráis, si ese triple de Ray Allen no hubiera entrado. Pero la realidad es la que es, y esto de los “y si” sólo tiene una siniestra utilidad: torturarse pensando en todo lo que pudo haber sido y no fue.

Y si Pop tuvo su ración de “tortura”, la de Duncan como impotente espectador privilegiado de primera fila de esos últimos segundos de partido no fue precisamente menor. El equipo reboteaba considerablemente mejor con él en pista que fuera de la misma (cosa lógica), pero los “ajustes” para adaptarse al small ball de los Heat pesó más que incluso, por decirlo así, la propia lógica. Mismo error que tuvo Frank Vogel en el primer partido de la Final del Este contra estos Heat al sentar al Hibbert en aquella jugada final. Jugada que, días después, les acabó costando la serie. Aquí también había una ocasión para resarcirse de esos errores en el séptimo partido, pero todos sabían (y más en San Antonio) que el anillo se les había escapado en esa infausta cadena de despropósitos. Porque como dijo Ginobili en rueda de prensa tras el “Game 6”: "Hemos estado a un par de segundos del título y lo dejamos escapar. No sé cómo nos vamos a recuperar de ésta. Estoy destrozado".

Pero lo más triste de esto no es que se les escapara un anillo. Es que probablemente se les haya escapado a estos Spurs que conocemos la última oportunidad de ganar un título con Duncan (37), Ginobili (35) y Parker (31) en sus filas. Porque, pensándolo fríamente, parece improbable que estos jugadores puedan lograrlo en la siguiente temporada. Y ya irse más adelante sería poco más o menos que una utopía.

Sea como fuere, y deseando que ese maldito destino, por complicado que parezca, les devuelva parte de lo que les ha quitado en este Junio de 2013, lo único que queda por ahora es disfrutar de lo que este equipo (y también sus rivales, lógicamente) nos ha ofrecido durante estos últimos días. Quedémonos con esta imagen:


miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Habrá continuidad?

A finales de Agosto de 2006 los Golden State Warriors firmaban a Don Nelson como entrenador jefe. Fichaban así al último técnico que había conseguido llevarles a unas eliminatorias por el título, y eso fue la friolera de doce años atrás. En esa lejana 1993-94, y también a pesar de lesiones (Sarunas Marciulionis y Tim Hardaway se rompieron el cruzado anterior antes de comenzar la Regular Season y no jugaron ni un solo encuentro), lograron alcanzar la nada despreciable cifra de 50 victorias, finalizando en el sexto puesto de la Conferencia Oeste.

Latrell Sprewell, Chris Mullin y el novato del año Chris Webber eran las figuras más destacables de aquellos Warriors que fueron barridos 3-0 en Primera Ronda por los vigentes finalistas de la NBA, esos históricos Phoenix Suns de Charles Barkley y Kevin Johnson entre otros (con exhibición de Sir Charles -56 puntos y 14 rebotes- en el tercer partido de la serie, disputado en el Oakland Coliseum).


Y en los meses siguientes comenzó a desmontarse aquel equipo con las salidas de Marciulionis, Avery Johnson, Billy Owens y, especialmente, Chris Webber, este último a poco de comenzar la Temporada Regular 1994-95. Don Nelson además dimitió de sus cargos tanto de entrenador como de General Manager tras una pésima primera mitad de campaña (14-31). La cosa no mejoró con Bob Lanier en el banquillo, concluyendo con un balance de 26-56, el quinto peor récord de la Liga. 

Trece años después de su última entrada en PO, Don Nelson consiguió meter a los de la Bahía en las eliminatorias por el anillo. A pesar de un inicio de curso titubeante, probando numerosos quintetos iniciales durante la primera mitad del mismo (en total Nelson utilizó 35 quintetos diferentes en los 82 partidos de RS), se consiguió mantener siempre un récord cercano al 50% de victorias. Pero la clave del éxito residió en el traspaso realizado con Indiana el 16 de Enero de 2007: el (decepcionante) sophomore Ike Diogu, Keith McLeod, Mike Dunleavy y Troy Murphy hacían las maletas rumbo a Indianapolis a cambio de Al Harrington, Stephen Jackson, Sarunas Jasikevicius y Josh Powell. Con Captain Jax el equipo ganaba en carácter y defensa (incluso en anotación si se me apura), y con Al Harrington en versatilidad y capacidad anotadora. Rebote y cierta presencia en la zona sí que perdían, pero qué más daría, pensarían muchos, si esa plantilla iba a jugar a correr más que el rival.

Tras algunos “experimentos” más con los quintetos titulares y una racha de seis derrotas consecutivas que les puso 26-35 a falta de 21 partidos para el final de la Regular Season, Nelson empezó a establecer un cinco inicial más o menos “estable” que dio sus frutos bien pronto. Primero fue Baron Davis/Jason Richardson/Stephen Jackson/Al Harrington y Andris Biedrins, con el que se cosechó un récord de 7-1 antes de caer los dos días de un back-to-back contra Lakers y San Antonio (hubo un encuentro al inicio de la racha que no he contado por salir Monta Ellis en lugar de Baron Davis, baja por molestias en la rodilla).

Después de esas dos malas noches Nelson se lanzó ya del todo con el “small ball” y salió con Davis/Ellis/Richardson/Jackson/Harrington. Se ganaron 9 de los últimos 10 choques, 16 de los últimos 21 en total, consiguiendo “enganchar” la 8ª plaza del Oeste (42-40). En la postemporada esperarían los Mavericks del MVP Nowitzki, Terry y Josh Howard, que habían finalizado con un impresionante récord de 67-15. Comenzaba el inolvidable “We Believe” (vídeo muy recomendable de ver, por cierto).


Tras una sorprendente victoria en la “inauguración” de la serie, disputada en el American Airlines Center, los Mavs igualaron ésta antes de marchar a la Bahía. Allí en el ORACLE los Warriors no dieron opción a los de Avery Johnson en el tercer choque, y en el decisivo cuarto los chavales de Don Nelson consiguieron llevarse también la victoria. 3-1 y de vuelta a Dallas, donde los vigentes finalistas salvaron el match-ball y regresaron a la cancha de GSW. El sexto partido fue una paliza de Golden State, quien confirmaba la sorpresa y, contra todo pronóstico, se plantaba en semifinales de Conferencia. Allí esperarían los Jazz de Jerry Sloan, Deron Williams, Carlos Boozer, Mehmet Okur y Derek Fisher, quien había jugado las dos campañas anteriores en la “Bay Area”.


Por desgracia para los Warriors la serie contra Utah no tuvo final feliz. Los dos primeros encuentros en Salt Lake City fueron muy igualados, pero acabaron cayendo del lado de los locales (el último tras prórroga con la exhibición de un Derek Fisher que entraba a pista casi al final del tercer cuarto, después de haber estado fuera del equipo durante días para acompañar a su hija pequeña, enferma de cáncer). Ya en el ORACLE se ganó con solvencia el tercer enfrentamiento, pero el cuarto cayó también del lado de los Jazz. Se volvía a Utah con un 3-1 en contra. Sólo cabía poco menos que un milagro, pero no fue así y los de Jerry Sloan se plantaron en la Final de Conferencia tras finiquitar las semis por 4-1. Ah, y casi se me olvida: por lo que siempre será recordada esa ronda de PO será por esta salvajada de Baron Davis en la cara de Andrei Kirilenko.

Concluía una inolvidable temporada para Golden State y, en teoría, una cuanto menos igual de ilusionante debería comenzar en la 2007-08, donde, salvo Jason Richardson, se mantenía el bloque del año anterior. Sin embargo, el decepcionante comienzo de 0-6 sería fundamental para el devenir de esa campaña. Aunque los de Don Nelson se sobrepusieron, finalizando con un récord mucho mejor que el de 2007 (48-34), tuvieron la tremenda mala suerte de que en aquel 2008 la Conferencia Oeste fue la más competida que se recuerda: los Nuggets, que se hicieron con la octava plaza, cosecharon un tremendo balance de 50-32. Nunca jamás una franquicia con tal cantidad de victorias se había quedado fuera de los Play-Offs (y, curiosamente, en el Este Atlanta entró 8º con un ridículo 37-45).

Y en ese verano de 2008 todo se vino abajo. Baron Davis no ejecutaba su opción de jugador para renovar su contrato automáticamente de cara a la 2008-09 después de haber expresado su deseo de volver a Los Ángeles. Recalaría en los Clippers, donde comenzaría poco a poco la cuesta abajo de su carrera “empujado” por sus eternas lesiones (aunque, curiosamente, venía de disputar por primera vez los 82 partidos de Temporada Regular en aquella 2007-08). Y tras él poco a poco algunos de los jugadores clave en los cursos anteriores (comenzando por Al Harrington) fueron abandonando el barco. El récord de esa 2008-09 fue nefasto, 29-53, y lo único positivo que se pudo sacar de allí fue el Draftear a un chico procedente de la pequeña universidad de Davidson y que ocupaba el puesto de base: Stephen Curry. Por lo demás, comenzaba una nueva “travesía del desierto” en la que Don Nelson aguantaría sólo un año más, pues sería despedido antes de comenzar la 2010-11.


Y con poco reseñable, salvo, por ejemplo, la elección de Klay Thomson en el Draft de 2011 y la firma vía S&T del agente libre David Lee un verano antes procedente de los Knicks, se llega al verano de 2012. En el Draft se elige a Harrison Barnes y Festus Ezeli en primera ronda y a Draymond Green en segunda, y además se ficha al cotizado agente libre Carl Landry y a Jarrett Jack en un traspaso a tres bandas procedente de los Hornets. A partir de ahí, quien haya seguido a los Warriors esta temporada sabrá bien la historia.

Esta 2012-13 se planteaba importante para los de la Bahía por varias cosas: confirmar si la horrible 2011-12 de Stephen Curry por culpa de sus problemas de tobillo iba a quedar simplemente en una “mala racha”, ver si Klay Thompson era capaz de demostrar de lo que es capaz toda vez que iba a disponer del puesto de SG para él tras la salida en Marzo de Monta Ellis, ver si los rookies podían aportar desde el primer momento...

Y, salvo algún que otro susto y alguna que otra mala racha, todo fue sobre ruedas. O casi. Brandon Rush, llamado a ser el sexto hombre de la franquicia, se rompía el LCA (de nuevo esa lesión azotaba a Golden State) en el segundo partido de RS y Andrew Bogut, llamado a ser la otra pieza clave de la zona de los californianos, seguía despertando muy serias dudas por culpa de su tobillo (que apenas le había dejado vestirse de corto en 12 ocasiones la campaña anterior con los Bucks, sin llegar siquiera a debutar con GSW tras su traspaso). Pero lesiones aparte, los de Mark Jackson arrancaron el curso como un tiro (30-17) y, pese a una racha posterior de 6 derrotas consecutivas, consiguieron mantenerse entre los últimos puestos de PO del Oeste, sin peligrar prácticamente en ningún momento su participación en los mismos.

Stephen Curry en su mejor año como profesional, batiendo además el récord absoluto de triples anotados en una temporada (hasta entonces en poder de Ray Allen); Klay Thompson demostrando que fue un acierto apostar por él y traspasar a Ellis; Harrison Barnes aportando a un nivel que parecía de locos pensar que es un rookie; David Lee al fin convenciendo al personal de que fue un acierto su fichaje, Andrew Bogut aportando presencia en la zona cuando su tobillo y su espalda le dejaban, a pesar de no ser ni de lejos el de antaño; Jarrett Jack confirmándose como un excelente sexto hombre, haciendo olvidar también la lesión de Rush; un Carl Landry del que se podría decir casi lo mismo que Jack; el novato Ezeli, que acabó jugando mucho más de lo que se podía imaginar, fajándose y ayudando en el rebote... En definitiva, una delicia de equipo en el que prácticamente todos sus integrantes rindieron a un grandísimo nivel a pesar de las dificultades. Mención aparte tendría Andris Biedrins (paradójicamente el único superviviente del We Believe de 2007) junto a su peinado y su contrato, pero quedémonos con lo positivo (que no es poco). 

Lograron colocar además a uno de los suyos (David Lee) en el All Star por primera vez desde Latrell Sprewell en el 97. Y debían haber sido dos, puesto que para muchos (entre los que me incluyo) se dejó injustamente a Stephen Curry fuera del mismo.


Así, y con un récord de 47-35, finalizaron en el 6º puesto del Oeste. Enfrente esperarían los Nuggets de George Karl, un conjunto sin una superestrella pero que había sido una auténtica apisonadora en los dos tercios últimos del curso (y muy especialmente en el Pepsi Center, donde sólo cayeron en 3 de los 41 encuentros disputados allí). 

En un igualadísimo primer choque, Denver consiguió arrancar el primer punto de la eliminatoria tras una canasta sobre la bocina de Andre Miller. Pero la peor noticia fue la lesión en la cadera de David Lee, que le iba a mantener, a priori, varias semanas de baja. En el segundo la historia fue bien distinta: se jugó a ver quién anotaba más, y aunque los Nuggets se fueron hasta los 117, GSW encestó la friolera de 131. Victoria y serie igualada que se iba a California. A pesar de jugar ahora dos en casa y de haber ganado al menos uno en Denver, el eliminar a los Nuggets con Rush y Lee out y un Bogut bastante mermado iba a ser tremendamente complicado. Pero no para estos Warriors. Saliendo, al igual que en la primera ocasión sin Lee,  con un quinteto pequeñísimo compuesto por Stephen Curry/Jarrett Jack/Klay Thompson/Harrison Barnes y Andrew Bogut consiguieron dejar el ORACLE imbatido y volver a Denver con un cómodo 3-1. Allí los Nuggets salvaron el irse de “fishing”, pero no pudieron hacer lo mismo en el sexto, donde Mark Jackson introdujo a Carl Landry en el cinco inicial en el lugar de Jack y, para sorpresa de todos, David Lee reapareció aunque sólo fuera para entrar minuto y medio. 4-2 seis años después. Se confirmaba así la irrupción de GS en estos PO, y el We Believe se recuperaba como parte de la “jerga” cotidiana de la Bahía. Iba a comentar las exhibiciones de Curry en algunos de estos partidos, pero es que como entre en detalles necesitaría varias páginas para poder calificarlo como merece.


Con todo esto se llegaba a la semifinal del Oeste contra San Antonio, equipo que llevaba más de una semana descansando tras deshacerse con extrema facilidad por 4-0 de unos mermados Lakers. De nuevo, por las lesiones y por el propio rival, no resultaba descabellado pensar que los Spurs le meterían mano de una forma relativamente fácil a los pupilos de Mark Jackson. Error, para variar.

Ya en San Antonio, el extraordinario primer encuentro cayó, tras una doble prórroga, del lado local merced a un triple sobre la bocina de Ginobili. Aquí nuevamente habría que estar horas hablando de lo que hizo Steph Curry, pero no hay tiempo. Cabía pensar que sería un mazazo poco menos que irreparable para GSW, pero nos equivocamos por enésima ocasión. En un enorme segundo enfrentamiento los Warriors doblegaron a los de Popovich y pusieron el 1-1 en la serie. El primero en el ORACLE cayó del lado visitante, gracias a un gran arreón final, pero lo peor fue la lesión de tobillo de Curry (otra más). Una vez más los locales bajo mínimos, debiendo ganar el 4º para seguir manteniendo unas mínimas opciones de pasar de ronda. Y lo consiguieron. Con el ex de Davidson mermado, Lee completamente lisiado y apenas jugando 8 minutos y en un choque en el que Harrison Barnes y Jarrett Jack fueron claves, se puso el 2-2 tras barrer del campo a los Spurs en la prórroga. Desde 1977 no habían ganado, al menos, en dos ocasiones en una semifinal de Conferencia.

Y así están las cosas. Se podría decir poco menos que peleando ante el cruel destino para tratar de hacer historia. Eso si no lo han hecho ya, claro. El estar a estas alturas 2-2 contra los favoritos del Oeste (toda vez que OKC está sin Russell Westbrook, y con el debido respeto a los Grizzlies) resulta increíble. Pero del sueño aún nadie se ha despertado. El 5º y me atrevería a decir que definitivo partido no se ha disputado aún. Sí, será en San Antonio. Sí, el tobillo de Curry está prácticamente como nunca lo ha estado (en el mal sentido) este año y David Lee está jugando cojo pero, ¿qué más da? Si algo han enseñado a la NBA estos Warriors es el “We Believe”, que nunca hay que dejar de creer en ellos por difícil que se presente la situación. 

Porque como ha dicho el propio Steph Curry: “estoy ante la oportunidad de mi vida”. Y mientras, nosotros, estamos ante la oportunidad de disfrutar de un conjunto que, independientemente de los colores, ha enamorado a todo el mundo de la NBA. Disfrutemos entonces. Disfrutemos de este sueño del que todavía no nos hemos despertado y del que esperemos no hacerlo nunca. Ah, y casi más importante que lo anterior: pase lo que pase, por favor, que no se acabe desintegrando esta plantilla ni en los meses siguientes (como ya sucedió en 1994) ni tras una temporada de auténtica mala suerte (2008). Porque no se lo merece nadie, ni el equipo ni los aficionados a los Warriors y, en definitiva, al baloncesto en general.

Lesiones y más lesiones (I)

Entrada correspondiente al 7 de Mayo de 2013.

Todos pensábamos cuando comenzó la pasada temporada 2011-12 que, ya que ésta iba a ser extremadamente reducida en lo que a tiempo se refiere (no en la misma proporción en cuanto a partidos), se verían lesiones con una frecuencia considerablemente superior a las campañas anteriores por el simple hecho de que la exigencia física y la fatiga iban a aumentar poco menos que exponencialmente. Y cuando concluyó el año el balance fue, si bien diría yo y a pesar del elevado número de lesiones graves (especialmente ACL), medianamente previsible. Pocos jugadores disputaron, por unas razones u otras, los 66 partidos de esa anormal temporada de Lockout.

Y así nos íbamos a plantar en la 2012-13, año ya normal en lo que a duración en cuanto a partidos y meses de competición se refiere, con sus Summer Leagues y Training Camps incluidos. Lógicamente, al no estar el curso tan comprimido como en la campaña anterior, cabía esperar que toda la vorágine de lesiones de la 2011-12 se redujera y se asemejara, como por lógica debería ser, a la de una temporada normal NBA. Pero, desgraciadamente, no ha sido así.

Hemos visto de nuevo (entre otras) bastantes ACL (Lou Williams, Danilo Gallinari, Josh Howard, Rajon Rondo -aunque éste último sólo se lo rompió parcialmente-), desgarros de menisco (Chase Budinger, Metta World Peace e, incluso, el “ironman” Russell Westbrook), otro caso de rotura del tendón de Aquiles (Kobe Bryant) y, especialmente, fascitis plantar (Pau Gasol, Joakim Noah, Joe Johnson...). Con diferencia, el peor año que he podido presenciar en este aspecto desde que sigo la NBA (2003-04), y me da que gente que lleve siguiendo esto prácticamente a diario desde tiempo atrás pensará lo mismo.


¿Son los 82 partidos de Temporada Regular excesivos dada la elevadísima exigencia física de esta NBA actual? Hay muchas voces afirmando rotundamente que sí, y algunas fuentes han señalado ya que el próximo comisionado, Adam Silver, podría reducir el curso de 82 encuentros a, seguramente, 70. Otros comentan que también esto quizá se deba al uso de sustancias de dudosa legalidad con el fin de aumentar, entre otras capacidades, esta resistencia física tan necesaria actualmente. Pero esto es un debate que no nos compete por aquí.

Desde hoy, y en las siguientes semanas, intentaremos explicar cómo se producen, cómo se tratan y qué repercusiones tiene para un baloncestista este tipo de lesiones que, desgraciadamente, tanto se están viendo en los últimos meses.

Hoy nos centraremos en la rodilla, concretamente en las roturas meniscales y del ligamento cruzado anterior y señalando las consecuencias deportivas de las mismas (aunque algunas cosas ya se comentaron aquí).


1. Rotura del ligamento cruzado anterior.

- Mecanismo de producción. Realmente, y concretando lo señalado en el artículo del año pasado, la inmensa mayoría de estas lesiones tienen un denominador común: una hiperextensión forzada de la rodilla, en concreto y para ser más ilustrativo, de la “cara interna” de la misma. Aunque sean imágenes no muy agradables, creo necesario poner alguna de Gallo y Lou Williams donde se ve con claridad el “gesto” tan característico que hace la articulación en este tipo de lesiones.



Y esta hiperextensión se suele producir al apoyar en el suelo tras un salto o un cambio de dirección, como se comentó en su día.

Mención aparte tendría el caso de Ricky, donde no hubo “gesto” alguno y el daño se produjo tras un choque de rodillas. Del mismo modo que se podría sumar aquí el caso de Rajon Rondo, con la salvedad de que éste, afortunadamente, sólo tuvo una rotura parcial. Y es por esta razón por la cual no sabemos aún en qué momento exacto se produjo la lesión, ya que no hubo “gesto” alguno ni situación clara en la que se pudiera sospechar que se desgarró el LCA.


Es característico, al igual que con otras lesiones, que el jugador oiga un “pop” (como, por ejemplo, comentó Gallinari en su día). O incluso que se escuche un sonido más fuerte aún. Como señaló Hubie Brown, por entonces entrenador de los Knicks, sobre la lesión de Bernard King: “se oyó un sonido similar al de un disparo”. Esto se debe a que se produce una rotura “al momento”, no poco a poco. Siendo más gráficos, sería como si nos ponemos a tirar de una goma elástica hasta que ésta no da más de sí y se rompe.

- Síntomas. Existe una limitación funcional, es decir, la articulación no es capaz de desarrollar completa y correctamente sus funciones. ¿Por qué? Hay varias razones:

  • Falta un nexo de unión responsable de producir el movimiento. Dicho de otro modo,  “faltan cables de por medio”. 
  • Hinchazón. No va a permitir que la articulación se mueva con la amplitud de antes. 
  • Dolor. No va a dejar a los músculos contraerse con potencia.

- Tratamiento. Ver el citado artículo sobre la lesión del LCA.

- Rehabilitación. En primer lugar conviene mencionar que en cuanto se produce una lesión en un deportista, podemos seccionar el proceso de recuperación y rehabilitación en tres fases:

  • Primera fase: elección del tratamiento y de las medidas que se van a llevar a cabo, llevada a cabo por el médico deportivo (apartado anterior).
  • Segunda fase: rehabilitación deportiva, llevada a cabo por el fisioterapeuta principalmente, donde se recobra al deportista del tratamiento realizado y se recuperan las funciones básicas del movimiento. 
  • Tercera fase: reincorporación al entrenamiento rutinario, toda vez que la articulación está ya estable y recuperada. Se ha de readaptar al sistema de entrenamientos a la que estaba siendo sometida, para lo cual se han de potenciar determinadas musculaturas para que no vuelva a ocurrir lo sucedido. Esta fase la suele llevar a cabo el entrenador y preparador físico del equipo y es de una importancia clave, ya que si no se prepara al cuerpo para el estrés que va a sufrir no habrá servido de nada todo lo anterior.

En cuanto al proceso de rehabilitación del LCA propiamente dicho, podríamos distinguir:

  • Medidas de fisioterapia general. 
    • Primera semana. Reposo absoluto y frío local + medicación.
    • Semanas 2-4. Ejercicios de extensión de la rodilla, electroestimulación del cuádriceps (porque al estar tanto tiempo en periodo de inactividad, la musculatura se atrofia), movimientos pasivos (controlados en todo momento), marcha con apoyos externos (muletas).
    • Semanas 3-5. Marcha sin muletas (con cuidado y por terrenos estables), ejercicios activos de flexión de rodillas (hay que “re-enseñar” los movimientos), bicicleta estática (perfecto para la recuperación, puesto que es un trabajo activo con la movilidad y amplitud articular controlada y con movimientos estables, esperados y cíclicos), ejercicios en piscina (así se  evita que el peso corporal genere problemas con la articulación dañada).

  • Medidas de recuperación deportiva. 
    • Semanas 5-10. Flexión pasiva de la rodilla (aumento de la amplitud articular), musculación (guardar la proporción de fuerza entre agonistas y antagonistas, cuádriceps e isquiotibiales), entrenamiento propioceptivo (se trata de mantener el equilibrio sobre superficies inestables para fortalecer ligamentos y tendones), inicio al trote. La rehabilitación, lógicamente, va siendo progresiva: movimientos pasivos -> marcha con muletas -> marcha sin muletas -> trote. 


    • A partir de la semana 10. Intensificar todo lo anterior: carrera continua. En definitiva, continuar con la progresión.
    • A partir del tercer mes. Carrera continua sobre cualquier superficie, giros y quiebros, ejercicios específicos del deporte. Se acostumbra así a la articulación a situaciones en las que se va a volver a encontrar, siempre poco a poco. Los músculos del muslo aquí deben tener ya sobre el 75% de la fuerza de los músculos del lado sano.
    • A los 4-6 meses. Vuelta al entrenamiento en grupo. 
    • A partir del sexto mes. Es cuando, en teoría, podría volverse a la competición. No obstante, como se señaló en su día, en baloncesto el regreso a las pistas se suele producir no antes del octavo mes (porque se castiga constantemente la articulación afectada). Otro dato importante: la fuerza del cuádriceps debe ser sobre el 90% en relación al del lado sano, por las razones que también se comentaron. De no ser así, el riesgo de recaída aumenta exponencialmente.

- Prevención. Para tratar de evitar daños en el LCA y, muy especialmente, recaídas, se han de trabajar el cuádriceps y los isquiotibiales. Resulta importante potenciar estos últimos, puesto que suelen estar peor “entrenados” por la propia dificultad que existe para trabajarlos y por la facilidad que tienen para dañarse. El cuádriceps, por el contrario, suele estar más tonificado (además de tener mucha más fuerza que los isquiotibiales), ya que participa de manera importante en actividades tan simples como andar o correr. En definitiva, se ha de tener un especial cuidado con los isquiotibiales, para mantener la “proporción” de fuerza entre ellos y el cuádriceps. 

- Consecuencias deportivas. Como ya se señaló en su día, es prácticamente imposible que un jugador de baloncesto que sufre esta lesión vuelva al nivel previo a la misma. Vale que, estadísticamente hablando, es capaz de hacer los mismos números que antes de lesionarse, pero su forma de jugar (salvo excepciones, como por ejemplo Ricky) cambiará. Tendrá que adaptarse a esta “nueva situación” porque, por mucho que se diga, el injerto con el que se repara el ligamento dañado no puede equipararse al propio ligamento que se ha perdido.

Así pues, hay una mayor probabilidad de volver a sufrir la lesión (en comparación con la que había antes de, por decirlo así, la “primera” rotura). Quizá quede un dolor residual pero, sobre todo, nunca se vuelven a tener las mismas sensaciones sobre la pista. Y muy especialmente al principio. Esto es quizá uno de los puntos más importantes del “ACL”: el factor psicológico. Lo tenemos además bien reciente con el caso de Derrick Rose, quien lleva semanas con el alta médica pero es incapaz de volver a vestirse de corto en partido oficial por, resumiéndolo un poco a las bravas, miedo a recaer. Y es este “factor mental” probablemente lo más difícil de recuperar para los jugadores: el tener que volver a arriesgar y a jugar como antes sabiendo que al caer al suelo y apoyar el pie la rodilla se les puede “ir” otra vez (ya que una función primordial de este ligamento es la “estabilización” de ésta. Si a esto se le suma que tras un período largo de inactividad no parece extraño que a causa de la misma haya una cierta desconfianza, la mezcla resulta explosiva.

Y en lo que a capacidades se refiere, a quien más perjudica es a los jugadores cuya base o parte importante del juego es la explosividad. Los giros, cambios bruscos de dirección, la capacidad de driblar... en definitiva, el juego de uno contra uno se verá afectado. Se pierde movilidad y reactividad en la rodilla operada, y esta pérdida se puede llegar a producir incluso por dos “vías”: la propia limitación de las estructuras, más concretamente el “nuevo” ligamento (que no tiene las mismas “capacidades” que el reemplazado), y el ya citado miedo a sufrir una nueva lesión, que hace que se sea más cauto a la hora de realizar ciertos movimientos.


2. Rotura de menisco.

- Generalidades y mecanismo de producción. El menisco (o, mejor dicho, los meniscos: lateral o externo y medial o interno) son unas estructuras formadas por tejido fibroso y cartilaginoso, con forma de “C”, que se encargan de mejorar la congruencia de la articulación de la rodilla. O lo que es lo mismo: constituyen una especie de “amortiguador” que se sitúa entre el extremo del fémur y la tibia y cuya misión es proteger la articulación: absorben parte de la energía al caer tras un salto, reducen el desgaste provocado por el simple hecho de caminar o correr...


Se pueden producir roturas del menisco lateral o del menisco medial, si bien aproximadamente cuatro de cada cinco roturas meniscales se producen en el interno debido a que tiene una menor resistencia, menor movilidad y ha de soportar una mayor carga que el externo. Señalar además, puesto que será importante a la hora del tratamiento, que se distinguen, dentro de cada menisco, una zona central (la parte “interna” de la U), una zona periférica (la más externa y, también, extensa) y una zona intermedia (situada entre ambas).


El mecanismo de producción, siendo breves, es bastante simple: giro de la rodilla teniendo el pie fijo, apoyado en el suelo. Dependiendo de hacia dónde se haga el giro resultará afectado uno u otro menisco:

  • Rotación externa (figura de la derecha) del fémur sobre la tibia (que se encontraría “fija” al estar el pie apoyado en el suelo), con la rodilla parcialmente flexionada: dañaría el menisco interno.
  • Rotación interna (figura de la izquierda): dejaría tocado el menisco externo. Como ejemplo, la lesión de Russell Westbrook en el segundo partido de la serie contra Houston. Se puede ver claramente cómo al chocar con Beverley la rodilla se le gira “hacia dentro” teniendo la pierna derecha apoyada en el suelo.


Conviene señalar que las roturas del menisco lateral, a pesar de ser menos frecuentes, suelen ser más graves. Y, curiosamente, los tres casos más “sonados” que hemos tenido este año (Budinger, World Peace y Westbrook) han sido de este tipo. 

Contrasta también la enorme diferencia en lo que a tiempo de baja de algunos de estos jugadores se refiere: Budinger tardó 4 meses más que World Peace en volver a vestirse de corto. Ahora veremos en parte el porqué. De Westbrook no se sabe nada aún, si bien por sus características físicas y de juego debería tomarse la recuperación con calma y no convertirse en un "nuevo Arenas".

- Síntomas. Es normal escuchar un crujido al realizar el giro de la rodilla. Tras esto, el jugador puede experimentar una imposibilidad para realizar determinados movimientos y una limitación o incluso bloqueo de la articulación (este último sería el grado “máximo”, en el cual ésta se “encasquilla” completamente y no es capaz de ni flexionar ni extender la pierna) además de dolor. Es característico también que esta limitación/bloqueo mejore con el reposo (lo que se conoce como intervalo libre) para después volver a empeorar, repitiéndose el bloqueo. 

- Tratamiento. Hay que ser cautos a la hora de manejar a un deportista con un desgarro en el menisco, puesto que en ocasiones éstos se empeñan en jugar aunque tengan ciertas molestias, con el riesgo que ello conlleva de agravamiento de la lesión. Se pudo ver el año pasado con Al Harrington (jugó prácticamente toda la temporada con un menisco dañado) y en este curso en el propio segundo partido de la serie Houston-OKC, puesto que Westbrook se lesionó antes del descanso y terminó disputando todo el partido.

Dicho esto, existen dos posibilidades de tratamiento:

  • Reparación meniscal: consiste en suturar el menisco que se ha desgarrado. Está reservado sólo para determinadas zonas, que son las que están bien vascularizadas (zona periférica y parte de la medial) y, por consiguiente, tienen capacidad de cicatrización.


    Su tiempo de recuperación suele ser de 4 a 6 semanas, aunque en algunos casos se puede alargar hasta los 4-6 meses (caso de Chase Budinger, que tardó 4 meses y medio en volver a la competición) dependiendo también de la extensión y tipo de rotura. Especialmente importante esto último, puesto que un desgarro en diferentes direcciones o que afecte a distintas zonas, aunque sea pequeño, es mucho más grave que un desgarro vertical relativamente extenso.


  • Meniscectomía parcial: consiste en extirpar la parte del menisco dañada. Lógicamente, si la extensión es demasiado grande puede acabar afectando a la adecuada congruencia de la articulación y desencadenar a la larga episodios de artrosis. 
    Como ventaja, decir que su tiempo de recuperación es menor que para la reparación. Reciente está el ejemplo de Metta World Peace, que apenas tardó 12 días en volver a jugar tras desgarrarse el menisco lateral de su rodilla a finales de Marzo. Y lo más curioso es que él mismo afirmó que llevaba ya 3 partidos en condiciones de jugar, pero que por precaución los Lakers no le dejaron. Paradójicamente, aquel tweet que publicó cuando se lesionó diciendo que “en 10 días estaría jugando” y el cual terminó borrando ante las risas del respetable y seguramente de su gente cercana acabó resultando cierto...

En determinadas situaciones ocurre que el propio jugador decide en última instancia el tratamiento de su lesión (toda vez que se le han explicado las posibilidades del mismo y las posibles repercusiones de cada uno), decantándose por técnicas más agresivas y con más riesgos a largo plazo pero que permiten un menor tiempo de inactividad física y vuelta al máximo rendimiento en un corto período de tiempo. Aquí también se podría incluir el caso de MWP, quien parece ser que eligió la resección de la parte dañada de su menisco en lugar de la reparación para así volver cuanto antes a la competición con el fin de ayudar a los Lakers en su lucha por las últimas plazas que daban acceso a los Play-Offs.

- Rehabilitación y prevención. Los plazos en la rehabilitación cambiarán en función de la gravedad y tipo del desgarro. En cualquier caso, hay que lograr de nuevo un adecuado tono muscular tanto del cuádriceps como de los isquiotibiales (al igual que sucedía con el LCA), puesto que así se reducirá el estrés sobre la rodilla maltrecha al mejorar la estabilidad de la misma. Éste será uno de los puntos fundamentales de la rehabilitación, así como otro de los pilares de la prevención de una posible recaída.

- Consecuencias deportivas. Resulta primordial en este tipo de lesiones no precipitarse con la vuelta a la competición. Hay precedentes de estrellas de la Liga que, por tratar de volver cuanto antes a jugar, han terminado echando sus carreras por alto. Y el ejemplo quizá más reciente que tenemos todos es Gilbert Arenas, quien se rompió el menisco lateral en Abril de 2007 y, desde entonces, a causa de una serie de complicaciones (a destacar daños en el cartílago) derivadas de una temprana vuelta a la actividad tras “apurar” plazos para llegar a principios de temporada al 100% (cosa absurda donde las haya), no ha levantado cabeza, hasta tal punto que en esta 2012-13 ni estaba ya en la NBA.

Dicho esto, las posibles secuelas de este tipo de lesión derivan, como es lógico, de la gran cantidad de funciones que desempeña el menisco.

Como se ha comentado, los meniscos resultan fundamentales para reducir el desgaste de la articulación de la rodilla. Y esta función es especialmente importante en el baloncesto, donde se castiga ésta sobremanera al basarse una parte importante del juego en los saltos. Por tanto, una inadecuada recuperación puede desembocar, en el caso más leve, en continuas molestias que lógicamente limitarían ya no en cierto modo la explosividad del jugador (como en el LCA), sino su capacidad de salto y, sobre todo, la capacidad de recuperación de la articulación tras los mismos. Y en casos más graves, si se insiste en seguir forzando, pueden acabar dañándose estructuras como el cartílago, una zona bastante más difícil de recobrar funcionalmente y con un tratamiento más complejo y un tiempo de baja más prolongado, ya que se éste vería obligado a absorber una mayor cantidad de energía tras los movimientos y los saltos al no poder encargarse correctamente de eso el menisco por no estar completamente sano.

También, a veces, sucede que el jugador, al tener molestias en una rodilla, carga más peso (consciente o inconscientemente) en la sana, lo cual acaba provocando en ocasiones desde simples molestias hasta tendinitis rotuliana e incluso otro tipo de lesiones más graves. Ésta parte sería también común a los problemas del LCA, ya que se puede “extrapolar” a cualquier proceso que acabe causando a la larga molestias en la zona.

Sea como fuere lo que más se vería afectado, de nuevo, es la explosividad del jugador, añadiéndole una cierta merma de la capacidad de salto que incluso se podría decir bastante más importante que en el caso del LCA (puesto que éste se encarga de la estabilidad de la rodilla, pero su función principal no es la congruencia y “amortiguación” de la misma).

Otra función importante del menisco no comentada anteriormente es la distribución del líquido sinovial dentro de la articulación. Un menisco dañado no cumple correctamente con esa función, lo cual causa a veces que al jugador que no se ha recuperado como debe le tengan que terminar “sacando líquido” de la misma. Si a esto se le añade que probablemente tenga distintos tipos de molestias en la zona, no resulta extraño que se acabe pasando de nuevo por el quirófano. Este líquido además sirve para nutrir al cartílago, con lo que si no se distribuye como debe puede acabar perjudicando (ahora por otra “vía”) a esta estructura.

Continuará...

Con la colaboración de Judith Lorenzo (@JudithLorenzo90).


¿El fin de una leyenda?

Entrada correspondiente al 13 de Abril de 2013.

Sábado. 13 de Abril. 10:50 de la mañana. Suena el móvil. Me ha llegado un WhatsApp. Miro y es Jose Puertas con un “creo que ya tienes fácil tu siguiente artículo”, junto a una cara de decepción. Imaginé que era porque los Lakers habían caído contra los Warriors y dicho prácticamente adiós a los Play-Offs. Pero no, no era eso. Era algo mucho peor. Contesto con un “¿qué pasa?” y me responde con un escueto “Kobe...”.


A falta de 3:06 para el final del último cuarto el escolta angelino se disponía a deshacerse de su par, Harrison Barnes, cuando el pie izquierdo le falló y se fue al suelo. Podría parecer de primeras otra cosa más leve, pero al ver la repetición se podía apreciar claramente que no. El tendón de Aquiles había dicho basta. Basta a que, con 34 años de edad y camino de los 35, se le estuviera exprimiendo casi 48 minutos por noche por el simple hecho de que había que entrar en Play-Offs sí o sí para luego, presumible y tristemente, caer a las primeras de turno contra Oklahoma. Basta a que él solo fuera quien metiera a los Lakers en la postemporada. Y basta a tener que suplir con infinitos minutos en cancha la incapacidad de su entrenador para gestionar la que, hombre por hombre, era una de las mejores plantillas de la historia de la Liga.


Se ha confirmado ya con la Resonancia Magnética que se le acaba de practicar hace unos minutos el alcance de la lesión, y éste es el peor de los esperados. Bryant sufre una rotura completa de ese tendón de Aquiles. Pasará seguramente unos 8 meses de baja (que podrían oscilar entre los 6 en el mejor de los casos y los 12 en el peor, aunque Gary Vitti, el fisio del equipo, lo ha dejado entre 6 y 9). Esto le permitiría llegar, a priori, a la primera parte de la Regular Season 2013-14.

Lógicamente el de Filadelfia no jugará más en lo que queda de curso 2012-13, entren o no sus Lakers en PO, de igual forma que, presumible y desafortunadamente, nunca lo volveremos a ver al nivel que lo hemos conocido. Y muy especialmente en este último año, en el cual recordaba en muchísimos momentos, incluso físicamente, a aquel Kobe de la 2005-06 y 2006-07 que por sí solo, y con un equipo que estaba a años-luz del actual (aunque contaba con Phil Jackson en el banquillo), metió a su equipo en PO estando incluso a punto de eliminar a los favoritos Suns en aquella histórica Primera Ronda del Oeste del año 2006. 

Sé que puede ser excesivo el título, sí, pero si bien no el final “absoluto”, sí que esta pasada madrugada vivimos el último partido de Kobe Bryant tal y como ha sido durante sus 17 brillantísimas temporadas en la NBA.


Kobe

En la rueda de prensa posterior al encuentro, y en la cual se le pudo ver con lágrimas en los ojos, dejó ya varias citas que, como era de esperar, hacían pensar en lo peor. A modo de resumen, las más significativas para mí fueron:

"Terrible. A terrible feeling."

"I made a move I've made a million times, and (the Achilles) just popped."

“I can’t walk” 

“I have no achilles”

"MRI, surgery, and then recovery"

"I was pissed and sad. I worked really hard to get to this point. I was just pissed."

Y lo más llamativo, su publicación en Facebook:


Aunque eso sí, también dejaba claro que de retirada nada. Tirando del tweet de Mike Trudell: 

“Of course, @kobebryant concluded his interview by mocking a question asking if we'd seen the last of him. "Are you kidding?!"”

Del mismo modo, dejaba otras dos perlas acerca de su vuelta a las pistas (copiado de los tweets de Arash Markazi):

Kobe on his comeback: "It’s fueling me. I can feel it already."

Kobe on the doubters: "They say they’re never going to come back the same. I can hear it already. It’s pissing me off right now.”


Precedentes y posibles desencadenantes

Así a bote pronto, al leer “torn achilles” se nos viene a la cabeza la lesión sufrida por Chauncey Billups el año pasado en el partido contra Orlando. Por edad podría decirse que sería un referente relativamente fiable en lo que a plazos y manera de recuperarse de la misma, pero no me atrevería a afirmarlo con rotundidad. Cada persona es un mundo, y por muchas similitudes que haya nunca se puede tomar un caso de estos como modelo para otro, puesto que en la inmensa mayoría de las situaciones las circunstancias que lo envuelven no son las mismas. 

Billups se lesionó el 6 de Febrero de 2012 y no volvió hasta el 28 de Noviembre del mismo año. 9 meses y medio de baja, y aun así no ha conseguido volver a jugar con relativa continuidad ni, por supuesto, recuperar el nivel previo a la lesión. Tomándolo por ahí, el precedente no es lo que se dice halagüeño. Eso por no decir que apenas disputó un par de juegos más y tuvo que volver a causar baja durante 2 meses por molestias en su maltrecho pie izquierdo.

Yéndonos un poco más atrás tenemos el caso de Elton Brand quien, cuando también jugaba en Clippers, se rompió el tendón de Aquiles de su pie izquierdo. Si el 3 de Agosto se lo dañaba, no logró volver a las pistas hasta el 2 de Abril. Lo que es lo mismo, 8 meses en el dique seco cuando, a diferencia de los dos casos anteriores, “sólo” tenía 28 años. Esto, dicho sea de paso, no fue impedimento para que en ese verano firmara con los Sixers por $79.8 millones y 5 años. Pero el dato clave es el siguiente: en sus 8 temporadas previas a la lesión sus promedios fueron de 38.3 minutos de promedio en 606 partidos, 50.5% de acierto en TC, 20.3 puntos, 10.2 rebotes, 2.7 asistencias y 2.1 tapones; tras la misma: 29.4 minutos de media en 324 encuentros durante 6 campañas, 48.7% en TC, 12.1 puntos, 7.1 rebotes, 1.4 asistencias y 1.2 tapones. De nuevo, no es un caso comparable debido a que aquí estamos hablando de un jugador interior, más pesado, pero los datos están ahí. Las cifras de Brand sí que resultan más significativas a la hora de establecer la comparación, puesto que son más de 300 partidos los disputados tras su desgarro (a diferencia de Billups, que apenas ha jugado 20).

Volviendo con Billups y Bryant, sí que hay un factor que puede resultar común a ambas lesiones: ambas “apestan” a que el exceso de minutos (Kobe -para ser exactos, 42.8 minutos en los últimos 10 choques y 45.2 en los últimos 5, disputando en algunos íntegros los 48-) o de partidos en un calendario tremendamente comprimido a causa del Lockout (Billups) pudieron desempeñar un papel importante en esa ruptura del tendón. Como ya se comentó en su día, típico caso de atleta veterano sometido a una gran exigencia/sobrecarga física.


Y como última mención a otros jugadores que han sufrido el mismo tipo de contratiempo, es digno de resaltar el caso de Dominique Wilkins. El alero de origen francés se rompió el tendón de Aquiles de su pie derecho el 28 de Enero de 1991. El 6 de Noviembre de 1992 reaparecía con los Hawks y acabaría promediando la friolera de 29.9 puntos (la tercera mejor marca de su carrera) a lo largo de los 71 encuentros y 37.3 minutos por juego que disputaría en esa 1992-93. Lo más destacado del caso de Wilkins es que nos encontramos ante alguien que fue operado hace más de 20 años. Con lo que ha evolucionado la medicina (y la cirugía) en todo ese tiempo, da también para ser optimista.

Aunque insisto: todo esto son datos y comparaciones de situaciones que podrían ser extrapolables, pero no dejan de ser eso, precedentes que pueden ayudar a hacernos una idea de cómo podrían desencadenarse los acontecimientos, sin que necesariamente tengan que ser tomados como verdad absoluta. De hecho, interpretarlos de tal forma sería un error más que considerable.


Temporada para olvidar

Aunque oficialmente aún no haya acabado esta Regular Season 2012-13, se podría decir que ha sido un año absolutamente aciago para Los Ángeles Lakers. Comenzando por una pretemporada de risa, siguiendo por una destitución más que anunciada de Mike Brown y continuando por una contratación de Mike D’Antoni que cogía a todo el mundo de sorpresa. Y entretanto lesiones, lesiones y más lesiones: primero Nash, luego Blake, después Howard y Jodan Hill, más tarde Gasol, el propio Kobe, de nuevo Nash, Metta World Peace... Y lo peor de todo es que seguro que me dejo a alguien.

Si además a todo esto se suma la más que evidente falta de “armonía” que había en ese vestuario el resultado desde luego que no podía ser satisfactorio. Como se señaló el verano pasado, estos Lakers recordaban mucho a los de la 2003-04. Lo cual no necesariamente tenía que ser bueno, pues si bien en la pista la combinación de jugadores que vestían de púrpura y oro era difícilmente mejorable, ello no quería decir que todo fuese sobre ruedas. Comenzando por las propias lesiones y continuando por el ambiente en el “locker room”. Si a esto le sumas que un entrenador como MDA no es precisamente alguien respetado y respetable como lo era Phil Jackson, los resultados, por muy contradictorio que pudiera parecer, tampoco deberían ser tan sorprendentes.

Y cuando se estaba levantando cabeza tras ese nefasto inicio de 17-25 en la primera mitad de la temporada, falleció el Dr. Buss. Otro mazazo más para el equipo, que aun pese a todos los problemas consiguió remontar e incluso tener relativamente accesible la 6ª plaza de la Conferencia Oeste, cuando tras vencer a Sacramento el 17 de Marzo se colocó con un balance de 36-32. Todo, aunque pueda sonar excesivo, gracias a un magistral Kobe que se empeñó en que de no clasificarse estos Lakers para PO sería por encima de su cadáver.


Anotando cuando era necesario (aunque a veces forzando en exceso debido a la falta de ideas de MDA en el banquillo), siendo “clutch” en infinidad de ocasiones con canastas que parecían imposibles, asistiendo de una forma que jamás se le había visto con anterioridad... E incluso entrando a canasta y machacando como hacía años que no se le veía. No sólo a nivel de juego, sino que físicamente estaba a tal nivel que parecía increíble que tuviera 34 años. Seré repetitivo, pero él solito consiguió pasar de ese nefasto récord de 8 victorias por debajo del 50% a colocar al equipo en puestos que dan acceso a la postemporada. Y aún hoy, con un balance de 43-37, siguen estándolo, si bien Utah está al acecho a sólo un partido de los de LA y con el “tiebreaker” a su favor.

Pero el destino le tenía guardado a estos Lakers y a Bryant un último revés en estas semanas finales de la 2012-13. Un último revés en forma de lesión grave de su jugador franquicia que no sólo ensombrece el futuro del equipo de cara a este curso, del que restan dos choques de Regular Season que en el caso de no ser ganados pondría en seria duda el acceso a los PO, sino de cara a las campañas futuras. Sí, futuras, y no sólo la próxima 2013-14.


De no finalizar la RS entre los 8 primeros de Oeste, y con la propia incertidumbre del futuro de Kobe, este verano de 2013 podría ser, con diferencia, mucho peor que el de 2004. Dwight Howard, llamado a ser el “sucesor” como hombre franquicia del “24” en Lakerland es agente libre sin restricciones, y sabiendo cómo es costaría creer que terminara renovando por la franquicia angelina. Y de no renovar Howard probablemente se produciría una especie de “efecto dominó” que seguramente finalizaría con Gasol y Artest/MWP fuera del equipo, bien vía amnistía o bien vía traspaso, un Nash que más que probablemente le seguiría los pasos, un Jamison que incluso desde el día que llegó se sospechaba que sería sólo para un año y un Earl Clark, clara sorpresa agradable (quizá la única) del año, que ya ha dejado entrever que no se quedaría en un equipo que no hiciera los PO y que también es FA al acabar la campaña, aunque restringido en este caso si la memoria no me falla. De nuevo tengo la sensación de dejarme incluso a más jugadores, pero se da una idea de cómo podría acabar todo tras el próximo verano.


Lesión en el peor momento

Aunque sea volver un poco lo de antes, conviene remarcar lo enormemente desafortunado de la lesión de Bryant anoche. Después de estar virtualmente fuera de PO tras colocarse por debajo de Utah hace escasos días, D’Antoni pareció darse cuenta de que necesitaba a su “Big Three” más que nunca (estando Nash lesionado otra vez, con más razón si cabe). En los últimos 9 partidos Gasol ha parecido mucho más aquel jugador que fue en LAL antes de esta funesta campaña, participando mucho más en el juego y mejorando exponencialmente sus porcentajes de tiro. Y ello no sólo va en su beneficio, sino en el de todo el equipo y especialmente de Dwight Howard, quien tiene en su compañero en la zona a un jugador que es capaz de alimentarle de balones como si de un segundo base se tratara. De hecho, Pau ha promediado en los últimos 9 encuentros (balance de 7-2 para LA) unos más que meritorios 17.4 puntos, 9 rebotes y 6.2 asistencias con un 59.5% de acierto en tiros (frente a los 12.9 puntos, 8 rebotes, 3.4 asistencias y 44.5% en TC de los 38 anteriores que había disputado en esta 2012-13). Y es que el trío Bryant-Gasol-Howard estaba anotando la práctica totalidad de los puntos del conjunto angelino, algo digno de mencionar sabida la escasa/nula utilización por parte de MDA de sus hombres interiores. De Kobe no vamos a nombrar nada nuevo, pues como se ha dicho previamente ha hecho de todo en estas últimas semanas. Digno de mención eso sí los 70 puntos anotados entre el último cuarto contra los Hornets el 9 de Abril (23) y el partido completo disputado en Portland apenas un día después (47).



17 años en la Liga

Ha llovido ya desde que los Lakers traspasaran a Vlade Divac a los Hornets en aquel verano de 1996 para hacerse con los derechos de un crío recién salido del instituto, elegido en la posición nº 13 de la primera ronda de aquel inolvidable Draft. Criado en Italia e hijo del ex-jugador de Sixers, Clippers y Rockets Joe “Jellybean” Bryant, aquel chaval de personalidad cuanto menos extraña estaba llamado a marcar una época. Y qué mejor lugar que Los Ángeles para protagonizar una historia que bien podría ser digna de su “vecino” Hollywood.

A pesar de jugar apenas 15.5 minutos de promedio en su primer año en la Liga, el joven Kobe tuvo su “bautizo de fuego” en aquellas Semifinales de Conferencia Oeste contra los Jazz en 1997. Concretamente, en aquel 5º partido disputado en Salt Lake City, toda vez que Shaquille O’Neal estaba en el banquillo tras haber sido eliminado por faltas.

Desde entonces, una progresión imparable que le llevó a ser el jugador más joven de la historia en anotar 10.000 y 20.000 puntos (hasta la aparición de LeBron James). El récord de los 30.000 sigue por ahora en sus manos, a la espera de ver qué sucede con el jugador de Akron. Además, a día de hoy figura como 4º en la clasificación de máximos anotadores históricos de la Liga con 31617, sólo superado por Kareem Abdul-Jabbar (38387), Karl Malone (36928) y Michael Jordan (32292).

Entre otros récords, figuran en su poder la segunda máxima anotación individual en un partido NBA (81 puntos contra Toronto en Enero de 2006), el récord de triples en un encuentro (12, empatado con Donyell Marshall), una racha de cuatro partidos consecutivos en Marzo de 2007 anotando 50+ puntos (otra marca sólo superada por Wilt Chamberlain)...

Y, sobre todo, lo más importante: 5 anillos de campeón de la NBA (2000, 2001, 2002, 2009, 2010), siendo 2 veces nombrado MVP de las Finales (2009, 2010). Como ya se sabe, los tres primeros a la sombra de O’Neal, pero bien es cierto que sin él hubiera sido imposible que aquellos Lakers del “Threepeat” hubieran ganado título alguno. Además, dos títulos de máximo anotador (2006 y 35.4 de promedio, siendo la primera vez desde Jordan en el 87 que alguien superaba los 35 de media por encuentro; 2007 y 31.6 de media), un MVP de la Temporada Regular (2008), si bien se antoja más que poco para las enormes campañas que ha tenido, especialmente en aquellos años “de transición” entre 2004 y 2008.

Muy destacable aquella 2005-06, en la que no sólo anotó lo señalado anteriormente, sino que llevó junto a Phil Jackson a un equipo que contaba apenas con Smush Parker, Lamar Odom, Devean George, Kwame Brown, Luke Walton y Chris Mihm (y este último se lesionó a mediados de Marzo y nunca más se supo) a acabar con un récord de 45-37, entrar a PO como 6º del Oeste y tener contra las cuerdas, 3-1 para ser exactos, a aquellos Phoenix Suns de Steve Nash (no estaba Stoudemire, eso sí, puesto que fue el año que se pasó la temporada casi en blanco por sus problemas de rodilla) y Mike D’Antoni (curioso esto) que maravillaban a la NBA gracias a su juego rápido y vistoso. Aquella 2005-06 en la que también fue capaz, entre otras cosas, de acabar los tres primeros cuartos de un partido anotando él solo más puntos que todo el conjunto rival (Kobe 62 - 61 Dallas el 20 de Diciembre de 2005).


Pero por encima de todos los logros, que no son pocos, lo más destacado de Kobe ha sido su carácter ganador, esa capacidad para levantar una y otra vez a su equipo cuando parecía imposible lograrlo. Ahora que se aproxima una situación muy parecida a 2004, me he acordado de estas dos salvajadas que le hizo a los Blazers en el último choque de la RS de 2003-04 para sellar el pase a los PO como segundos del Oeste (pues de no haber ganado el camino por el Oeste hubiera sido mucho más complicado desde la misma Primera Ronda).

Y unas últimas cifras: 1239 partidos jugados (1091 como titular), los citados 31617 puntos, 6575 rebotes, 5887 asistencias, 1828 robos y 619 tapones sólo en Temporada Regular. Los 220 encuentros de Play-Off van aparte. Números que, si todo va bien, deberían seguir creciendo a partir de la próxima 2013-14. Porque conviene recordar que, aunque parezca extraño en alguien que lleva la friolera de 17 años jugando al más alto nivel, ésta es la primera lesión de gravedad a la que se va a enfrentar Bryant, molestias de rodilla aparte.

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Probablemente haya algún error, seguramente me deje más de una y más de dos cosas sin citar, me olvide detalles... pero a pesar de la falta de tiempo la situación del momento requería el sacar algo recordando todo lo hecho por Kobe ya no sólo este año, que ha sido verdaderamente sobrehumano, sino a lo largo de sus 17 exitosas campañas en la Liga. Una figura que, si bien siempre ha estado en el punto de mira de muchos por su peculiar carácter y lo sucedido en Colorado en aquel verano de 2003, está dentro de los 5 mejores jugadores de la historia de la NBA. Alguien que, si bien a estas alturas no podía ser el jugador más dominante, sí que tenía un hambre y una determinación que estaba a años luz de cualquiera.