miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Habrá continuidad?

A finales de Agosto de 2006 los Golden State Warriors firmaban a Don Nelson como entrenador jefe. Fichaban así al último técnico que había conseguido llevarles a unas eliminatorias por el título, y eso fue la friolera de doce años atrás. En esa lejana 1993-94, y también a pesar de lesiones (Sarunas Marciulionis y Tim Hardaway se rompieron el cruzado anterior antes de comenzar la Regular Season y no jugaron ni un solo encuentro), lograron alcanzar la nada despreciable cifra de 50 victorias, finalizando en el sexto puesto de la Conferencia Oeste.

Latrell Sprewell, Chris Mullin y el novato del año Chris Webber eran las figuras más destacables de aquellos Warriors que fueron barridos 3-0 en Primera Ronda por los vigentes finalistas de la NBA, esos históricos Phoenix Suns de Charles Barkley y Kevin Johnson entre otros (con exhibición de Sir Charles -56 puntos y 14 rebotes- en el tercer partido de la serie, disputado en el Oakland Coliseum).


Y en los meses siguientes comenzó a desmontarse aquel equipo con las salidas de Marciulionis, Avery Johnson, Billy Owens y, especialmente, Chris Webber, este último a poco de comenzar la Temporada Regular 1994-95. Don Nelson además dimitió de sus cargos tanto de entrenador como de General Manager tras una pésima primera mitad de campaña (14-31). La cosa no mejoró con Bob Lanier en el banquillo, concluyendo con un balance de 26-56, el quinto peor récord de la Liga. 

Trece años después de su última entrada en PO, Don Nelson consiguió meter a los de la Bahía en las eliminatorias por el anillo. A pesar de un inicio de curso titubeante, probando numerosos quintetos iniciales durante la primera mitad del mismo (en total Nelson utilizó 35 quintetos diferentes en los 82 partidos de RS), se consiguió mantener siempre un récord cercano al 50% de victorias. Pero la clave del éxito residió en el traspaso realizado con Indiana el 16 de Enero de 2007: el (decepcionante) sophomore Ike Diogu, Keith McLeod, Mike Dunleavy y Troy Murphy hacían las maletas rumbo a Indianapolis a cambio de Al Harrington, Stephen Jackson, Sarunas Jasikevicius y Josh Powell. Con Captain Jax el equipo ganaba en carácter y defensa (incluso en anotación si se me apura), y con Al Harrington en versatilidad y capacidad anotadora. Rebote y cierta presencia en la zona sí que perdían, pero qué más daría, pensarían muchos, si esa plantilla iba a jugar a correr más que el rival.

Tras algunos “experimentos” más con los quintetos titulares y una racha de seis derrotas consecutivas que les puso 26-35 a falta de 21 partidos para el final de la Regular Season, Nelson empezó a establecer un cinco inicial más o menos “estable” que dio sus frutos bien pronto. Primero fue Baron Davis/Jason Richardson/Stephen Jackson/Al Harrington y Andris Biedrins, con el que se cosechó un récord de 7-1 antes de caer los dos días de un back-to-back contra Lakers y San Antonio (hubo un encuentro al inicio de la racha que no he contado por salir Monta Ellis en lugar de Baron Davis, baja por molestias en la rodilla).

Después de esas dos malas noches Nelson se lanzó ya del todo con el “small ball” y salió con Davis/Ellis/Richardson/Jackson/Harrington. Se ganaron 9 de los últimos 10 choques, 16 de los últimos 21 en total, consiguiendo “enganchar” la 8ª plaza del Oeste (42-40). En la postemporada esperarían los Mavericks del MVP Nowitzki, Terry y Josh Howard, que habían finalizado con un impresionante récord de 67-15. Comenzaba el inolvidable “We Believe” (vídeo muy recomendable de ver, por cierto).


Tras una sorprendente victoria en la “inauguración” de la serie, disputada en el American Airlines Center, los Mavs igualaron ésta antes de marchar a la Bahía. Allí en el ORACLE los Warriors no dieron opción a los de Avery Johnson en el tercer choque, y en el decisivo cuarto los chavales de Don Nelson consiguieron llevarse también la victoria. 3-1 y de vuelta a Dallas, donde los vigentes finalistas salvaron el match-ball y regresaron a la cancha de GSW. El sexto partido fue una paliza de Golden State, quien confirmaba la sorpresa y, contra todo pronóstico, se plantaba en semifinales de Conferencia. Allí esperarían los Jazz de Jerry Sloan, Deron Williams, Carlos Boozer, Mehmet Okur y Derek Fisher, quien había jugado las dos campañas anteriores en la “Bay Area”.


Por desgracia para los Warriors la serie contra Utah no tuvo final feliz. Los dos primeros encuentros en Salt Lake City fueron muy igualados, pero acabaron cayendo del lado de los locales (el último tras prórroga con la exhibición de un Derek Fisher que entraba a pista casi al final del tercer cuarto, después de haber estado fuera del equipo durante días para acompañar a su hija pequeña, enferma de cáncer). Ya en el ORACLE se ganó con solvencia el tercer enfrentamiento, pero el cuarto cayó también del lado de los Jazz. Se volvía a Utah con un 3-1 en contra. Sólo cabía poco menos que un milagro, pero no fue así y los de Jerry Sloan se plantaron en la Final de Conferencia tras finiquitar las semis por 4-1. Ah, y casi se me olvida: por lo que siempre será recordada esa ronda de PO será por esta salvajada de Baron Davis en la cara de Andrei Kirilenko.

Concluía una inolvidable temporada para Golden State y, en teoría, una cuanto menos igual de ilusionante debería comenzar en la 2007-08, donde, salvo Jason Richardson, se mantenía el bloque del año anterior. Sin embargo, el decepcionante comienzo de 0-6 sería fundamental para el devenir de esa campaña. Aunque los de Don Nelson se sobrepusieron, finalizando con un récord mucho mejor que el de 2007 (48-34), tuvieron la tremenda mala suerte de que en aquel 2008 la Conferencia Oeste fue la más competida que se recuerda: los Nuggets, que se hicieron con la octava plaza, cosecharon un tremendo balance de 50-32. Nunca jamás una franquicia con tal cantidad de victorias se había quedado fuera de los Play-Offs (y, curiosamente, en el Este Atlanta entró 8º con un ridículo 37-45).

Y en ese verano de 2008 todo se vino abajo. Baron Davis no ejecutaba su opción de jugador para renovar su contrato automáticamente de cara a la 2008-09 después de haber expresado su deseo de volver a Los Ángeles. Recalaría en los Clippers, donde comenzaría poco a poco la cuesta abajo de su carrera “empujado” por sus eternas lesiones (aunque, curiosamente, venía de disputar por primera vez los 82 partidos de Temporada Regular en aquella 2007-08). Y tras él poco a poco algunos de los jugadores clave en los cursos anteriores (comenzando por Al Harrington) fueron abandonando el barco. El récord de esa 2008-09 fue nefasto, 29-53, y lo único positivo que se pudo sacar de allí fue el Draftear a un chico procedente de la pequeña universidad de Davidson y que ocupaba el puesto de base: Stephen Curry. Por lo demás, comenzaba una nueva “travesía del desierto” en la que Don Nelson aguantaría sólo un año más, pues sería despedido antes de comenzar la 2010-11.


Y con poco reseñable, salvo, por ejemplo, la elección de Klay Thomson en el Draft de 2011 y la firma vía S&T del agente libre David Lee un verano antes procedente de los Knicks, se llega al verano de 2012. En el Draft se elige a Harrison Barnes y Festus Ezeli en primera ronda y a Draymond Green en segunda, y además se ficha al cotizado agente libre Carl Landry y a Jarrett Jack en un traspaso a tres bandas procedente de los Hornets. A partir de ahí, quien haya seguido a los Warriors esta temporada sabrá bien la historia.

Esta 2012-13 se planteaba importante para los de la Bahía por varias cosas: confirmar si la horrible 2011-12 de Stephen Curry por culpa de sus problemas de tobillo iba a quedar simplemente en una “mala racha”, ver si Klay Thompson era capaz de demostrar de lo que es capaz toda vez que iba a disponer del puesto de SG para él tras la salida en Marzo de Monta Ellis, ver si los rookies podían aportar desde el primer momento...

Y, salvo algún que otro susto y alguna que otra mala racha, todo fue sobre ruedas. O casi. Brandon Rush, llamado a ser el sexto hombre de la franquicia, se rompía el LCA (de nuevo esa lesión azotaba a Golden State) en el segundo partido de RS y Andrew Bogut, llamado a ser la otra pieza clave de la zona de los californianos, seguía despertando muy serias dudas por culpa de su tobillo (que apenas le había dejado vestirse de corto en 12 ocasiones la campaña anterior con los Bucks, sin llegar siquiera a debutar con GSW tras su traspaso). Pero lesiones aparte, los de Mark Jackson arrancaron el curso como un tiro (30-17) y, pese a una racha posterior de 6 derrotas consecutivas, consiguieron mantenerse entre los últimos puestos de PO del Oeste, sin peligrar prácticamente en ningún momento su participación en los mismos.

Stephen Curry en su mejor año como profesional, batiendo además el récord absoluto de triples anotados en una temporada (hasta entonces en poder de Ray Allen); Klay Thompson demostrando que fue un acierto apostar por él y traspasar a Ellis; Harrison Barnes aportando a un nivel que parecía de locos pensar que es un rookie; David Lee al fin convenciendo al personal de que fue un acierto su fichaje, Andrew Bogut aportando presencia en la zona cuando su tobillo y su espalda le dejaban, a pesar de no ser ni de lejos el de antaño; Jarrett Jack confirmándose como un excelente sexto hombre, haciendo olvidar también la lesión de Rush; un Carl Landry del que se podría decir casi lo mismo que Jack; el novato Ezeli, que acabó jugando mucho más de lo que se podía imaginar, fajándose y ayudando en el rebote... En definitiva, una delicia de equipo en el que prácticamente todos sus integrantes rindieron a un grandísimo nivel a pesar de las dificultades. Mención aparte tendría Andris Biedrins (paradójicamente el único superviviente del We Believe de 2007) junto a su peinado y su contrato, pero quedémonos con lo positivo (que no es poco). 

Lograron colocar además a uno de los suyos (David Lee) en el All Star por primera vez desde Latrell Sprewell en el 97. Y debían haber sido dos, puesto que para muchos (entre los que me incluyo) se dejó injustamente a Stephen Curry fuera del mismo.


Así, y con un récord de 47-35, finalizaron en el 6º puesto del Oeste. Enfrente esperarían los Nuggets de George Karl, un conjunto sin una superestrella pero que había sido una auténtica apisonadora en los dos tercios últimos del curso (y muy especialmente en el Pepsi Center, donde sólo cayeron en 3 de los 41 encuentros disputados allí). 

En un igualadísimo primer choque, Denver consiguió arrancar el primer punto de la eliminatoria tras una canasta sobre la bocina de Andre Miller. Pero la peor noticia fue la lesión en la cadera de David Lee, que le iba a mantener, a priori, varias semanas de baja. En el segundo la historia fue bien distinta: se jugó a ver quién anotaba más, y aunque los Nuggets se fueron hasta los 117, GSW encestó la friolera de 131. Victoria y serie igualada que se iba a California. A pesar de jugar ahora dos en casa y de haber ganado al menos uno en Denver, el eliminar a los Nuggets con Rush y Lee out y un Bogut bastante mermado iba a ser tremendamente complicado. Pero no para estos Warriors. Saliendo, al igual que en la primera ocasión sin Lee,  con un quinteto pequeñísimo compuesto por Stephen Curry/Jarrett Jack/Klay Thompson/Harrison Barnes y Andrew Bogut consiguieron dejar el ORACLE imbatido y volver a Denver con un cómodo 3-1. Allí los Nuggets salvaron el irse de “fishing”, pero no pudieron hacer lo mismo en el sexto, donde Mark Jackson introdujo a Carl Landry en el cinco inicial en el lugar de Jack y, para sorpresa de todos, David Lee reapareció aunque sólo fuera para entrar minuto y medio. 4-2 seis años después. Se confirmaba así la irrupción de GS en estos PO, y el We Believe se recuperaba como parte de la “jerga” cotidiana de la Bahía. Iba a comentar las exhibiciones de Curry en algunos de estos partidos, pero es que como entre en detalles necesitaría varias páginas para poder calificarlo como merece.


Con todo esto se llegaba a la semifinal del Oeste contra San Antonio, equipo que llevaba más de una semana descansando tras deshacerse con extrema facilidad por 4-0 de unos mermados Lakers. De nuevo, por las lesiones y por el propio rival, no resultaba descabellado pensar que los Spurs le meterían mano de una forma relativamente fácil a los pupilos de Mark Jackson. Error, para variar.

Ya en San Antonio, el extraordinario primer encuentro cayó, tras una doble prórroga, del lado local merced a un triple sobre la bocina de Ginobili. Aquí nuevamente habría que estar horas hablando de lo que hizo Steph Curry, pero no hay tiempo. Cabía pensar que sería un mazazo poco menos que irreparable para GSW, pero nos equivocamos por enésima ocasión. En un enorme segundo enfrentamiento los Warriors doblegaron a los de Popovich y pusieron el 1-1 en la serie. El primero en el ORACLE cayó del lado visitante, gracias a un gran arreón final, pero lo peor fue la lesión de tobillo de Curry (otra más). Una vez más los locales bajo mínimos, debiendo ganar el 4º para seguir manteniendo unas mínimas opciones de pasar de ronda. Y lo consiguieron. Con el ex de Davidson mermado, Lee completamente lisiado y apenas jugando 8 minutos y en un choque en el que Harrison Barnes y Jarrett Jack fueron claves, se puso el 2-2 tras barrer del campo a los Spurs en la prórroga. Desde 1977 no habían ganado, al menos, en dos ocasiones en una semifinal de Conferencia.

Y así están las cosas. Se podría decir poco menos que peleando ante el cruel destino para tratar de hacer historia. Eso si no lo han hecho ya, claro. El estar a estas alturas 2-2 contra los favoritos del Oeste (toda vez que OKC está sin Russell Westbrook, y con el debido respeto a los Grizzlies) resulta increíble. Pero del sueño aún nadie se ha despertado. El 5º y me atrevería a decir que definitivo partido no se ha disputado aún. Sí, será en San Antonio. Sí, el tobillo de Curry está prácticamente como nunca lo ha estado (en el mal sentido) este año y David Lee está jugando cojo pero, ¿qué más da? Si algo han enseñado a la NBA estos Warriors es el “We Believe”, que nunca hay que dejar de creer en ellos por difícil que se presente la situación. 

Porque como ha dicho el propio Steph Curry: “estoy ante la oportunidad de mi vida”. Y mientras, nosotros, estamos ante la oportunidad de disfrutar de un conjunto que, independientemente de los colores, ha enamorado a todo el mundo de la NBA. Disfrutemos entonces. Disfrutemos de este sueño del que todavía no nos hemos despertado y del que esperemos no hacerlo nunca. Ah, y casi más importante que lo anterior: pase lo que pase, por favor, que no se acabe desintegrando esta plantilla ni en los meses siguientes (como ya sucedió en 1994) ni tras una temporada de auténtica mala suerte (2008). Porque no se lo merece nadie, ni el equipo ni los aficionados a los Warriors y, en definitiva, al baloncesto en general.

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